.. vW- ESTUDIOS PRÁCTICOS DE BUEN DECIR y de ARCANIDADES DEL HABLA ESPAÑOLA. J \ - ESTUDIOS PRÁCTICOS DE BUEN DECIR Y DE ARCANIDADES DEL HABLA ESPAÑOLA UN ESCRITO SIN VERBO, OTRO SIN NOMBRES, OTRO CON NOMBRES Y VERBOS SOLOS Y OTRO SIN NOMBRES Y VERBOS, EXCMO. SR. D. ADOLFO DE CASTRO, IKDIVIDUO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, &C. CÁDIZ IMP. DE LA REVISTA MÉDICA, DE D. FEDERICO JOLY, ~\J ¿U CEBALLOS (\NTES BOMBA), NÚMERO I. Q\ / \ \ 1879 ~vf^ jú txcjno. é I !m o. jJr. b. ) osé fJlipez de Mo, CABALLERO DE LAS GRANDES CRUCES DE LA ORDEN DEL MÉRITO MILITAR POR ACCIÓN DE GUERRA Y SERVICIOS ES- PECIALES Y DE LA DE ISABEL LA CATÓLICA, CONDECORADO CON LA MEDALLA DE LA GUERRA DE ÁFRICA, AUDITOR DE CAPITANÍA GENERAL Y GOBERNADOR CIVIL DE LA PROVIN- CIA DE CÁDIZ. En recuerdo de nuestras investigaciones en la Biblioteca Colombina por los años de 1873 y I874, y en testimonio de mi mucho aprecio á aquel clarísimo criterio que lo distingue en un grado que en pocos he visto, y á aquel delicado gusto literario con que sabe estimar las bellezas de nuestros grandes autores, dedico estos estudios del habla española basados parte en ellas, parte en mis antiguos trabajos etimológicos. Si el desempeño de mi trabajo no ha sido tan feliz como el asunto merece y mi voluntad desea, acepte V. mi memoria como la modesta expresión de una amistad que afilíela perpetuarse por medio de estas letras al frente de este escrito. Adolfo de Castigo y Rossi. INTRODUCCIÓN. ESTUDIOS DE LENGUA ESPAÑOLA, I. Este opúsculo es el primero de su género que se ha escrito en España y también en idioma alguno. Se presenta á la curiosidad pública cual prueba con- cluyeme del inmenso poder y de la energía del ha- bla castellana. Jamás podrá traducirse tal como se ha trazado. Juguetes de poca importada recuerda nuestra his- toria literaria en materia de lengüística: los más no- tables son unas novelas compuestas cada una sin una vocal, trabajo fácil y no reservado á una sola lengua, especialmente en las que se derivan de la latina, con sólo reducir el número de las palabras de ue se puede usar en cada caso. Aquí se presentan bajo la forma dramática cinco escritos: i.° Sin llevar expreso el verbo. 2.° Sin el verbo, pero con verbos y oraciones sus- tantivados. 3 .° Sin llevar expresos nombre alguno sustantivo <í> adjetivo y participios. — 6 — 4-° Con nombres y verbos, sin otra parte alguna de la oración. 5.0 Con todas las partes de la oración, menos ver- bos, participios y nombres. El pensamiento de escribir un opúsculo sin nom- bre tiene consigo, á más de la novedad, dos artifi- cios, uno gramático y otro retórico. Sin cuarenta y dos años de estudios en la lengua castellana, jamás hubiera podido improvisar estos ju- guetes, donde se encierran tantos caprichosos giros y primores y reprimores y tesoros de nuestra habla. No dudo que en francés é italiano, pueda escri- birse tal ó cual pasage, según nos enseña la memo- ria de algún que otro proverbio ó de esta ó de esotra frase (l); mas tales idiomas tan afines al español, me parece que no cuentan con tantos y tantos giros co- mo posee el nuestro. Componer en aquellas lenguas obra de alguna extensión sin verbo, con toda fluidez y cierta galanura, tengo por caso muy cerca de lo imposible. Grande, inmensa es la riqueza que en giros, sin verbo, atesora el castellano. (1) V. g. Deux roots seulement. — Autre temps autres portes. — A vous, les hoa teux plaisirs et la devotion; á moi l'impudeuret le poids acussateur de la mater- nité. — A coeur vaillant rien ¡mpossible. — Nul vice sans suplice.— Nul pain sans peine. — Nul bien sans haine.— Nuiles roses sans espines.— Grand parleur gran menteur. — De pére amasseur enfant gaspilleur, &c. — Ultimo in letto e primo leva- to.— A cuore valente niente impossibile. — Nel marito prudentia, nella moglie pa- tientia. — Di grandi ventatori, piccoli fattori.— Córtese di bocea beretta in mano. — Meglio solo che male accompagnato.— Assai parenti assai tormenti. — Assai ser- vitori assai romori.— Abuon dimandatore, buon ricusatore, &c. Pueden citarse muchos proverbios; los más de los que existen van á continuación: — Perdido por mil, perdido por mil y quinientos. — Si rejas ¿para qué votos? Si votos ¿para qué rejas? — Después de Dios, la casa de Quirós. Rojas en la come- dia Donde hay agravios no hay celos, trocando el proverbio, dijo: Después de Dios, bodegón. — Abril y Mayo, llave de todo el año. — A buen bocado, buen grito. — A un traidor, dos alevosos. — A Dios, luz. — A ella, como maestro de armas. — A muertos y á idos, pocos amigos. — A un bellaco, otro. — A rio revuelto, ganancia de pescadores. — A un ruin, otro ruin. — Beata con devoción, las faldas largas y el rabo ladrón. — Cargado de hierro, cargado de miedo. — Buen hombre, pero mal sastre. — Cada cosa en su tiempo, y los nabos en adviento. — Cada loco con su tema. — Cada cual con su natural. — Cada cual con su cada cual. — Cada oveja con su pareja. — Chico pájaro para tan grande jaula. — Con el loco, loco. — De buena fuente, buena corriente. — De cada cosa un poco, y de albardero una puntada. — De casa de ruin, nunca buen aguinaldo. — Del agua vertida, no toda cogida. — De piel agena, larga correa. — Del viejo, el consejo. — De mala mata, nunca buena zarza. — De mal cuervo, mal huevo. — Después de yo muerto, ni viña ni huerto. — Cada uno en su casa y Dios en la de todos. — Como pedrada en ojo de boticario. — Del Rey y de la Inquisición, chiton. — De un hombre necio, á veces buen consejo. — El caudal de la labranza, siempre rico de esperanza. — El rosario en el pecho y el diablo en el cuerpo. — En Malagon, en cada casa un ladrón y en la del Alcalde, hijo y padre. — Entre col y col, lechuga. — Entre dos amigos, un alcalde y dos testigos. — Al hombre pobre, capa de pardo y casa de robre, taza de plata y olla de cobre. — Ira de hermanos, ira de diablos. —El nido hecho y el pájaro muerto. — Pájaro muerto, jaula abierta. — La mujer hermosa, ó loca ó presuntuosa. — La primavera en Sevilla y el verano en Granada. — Las letras y virtud, en mocedad y senectud. — La primera escoba y la segunda señora. — Ni al vado, ni á la puente. — Del lobo, un pelo. — De tal palo, tal astilla. — La gente con la gente y gitanos con borricos. — De tales polvos tales lodos. — En mal ánimo, ruin sospecha. — Mucha paja y poco grano. — Una en el clavo y ciento en la herradura. — Justicia y no por mi casa. — Entre amigos honrados, cumplimientos excusados. — Del mal pagador, siquiera en pajas. — De mala cepa, buen sarmiento. — De un camino, dos mandados. — De tal mano, tal dado. — Cuanto mayor ventura, tanto menos segura. — 9 — — Junto al cabo de Trafalgar, ni bien á la tierra ni bien á la mar. — Del pan de mi compadre, gran pedazo á mi ahijado. — A buen pedidor, buen recusador. — A casa de tu tia, mas no cada dia. — A cartas, cartas y á palabras, palabras. — Ausencia, enemiga de amor: cuan lejos del ojo, tan lejos del corazón. — A buen entendedor, breve hablador. — Al buen entendedor, pocas palabras. — Amistad de yerno, sol de invierno. — Barbero, ó loco ó parlero. — Comida hecha, compañía deshecha. — Guerra, caza y amores, por un placer mil dolores. — Honra sin provecho, anillo en el dedo. — Hombre señalado, ó muy bueno ó muy malo. — Lengua larga, señal de mano corta. — A palabras feas, orejas cerradas. — Oh cuan dulce y cuan hermoso, tras la pena el reposo. — Al buen viejo, pater noster y buen vino. — A propósito, Fray Jarro. — A la borracha, pasas. — Al hombre por la palabra y al buey por el asta. — Al más ruin puerco, la mejor bellota. — Al primer tapón, zurrapas. — A la zorra, candilazo. — A buena hora, Mangas verdes. — A la mar madera y leña. ) — Cual la vid tal el fruto, la vid loca el fruto vacio. — Una y no más, Sr. San Blas. — Oro al pobre y al rico cobre. — Los dichos en nos y los hechos en Dios. — A buen adquiridor, buen expendedor. — A gente pobre, poca plática. — A gran llena, gran vacia. -A gran pidiente, gran despidiente. -A gran subida, gran caida. -A gran salto, gran quebranto. -A hechores y encubridores, pena por igual. -Buenos con buenos y mejores con mejores. -Primero yo que tú. -Año de nieves, año de bienes. -Abad y ballestero, mal para los moros. -Entre santa y santo, pared de cal y canto. -A un ruin, ruin y medio. -Al agua, patos. -Hoy por mí, mañana por ti. -A más moros, más ganancia. -De los enemigos, los menos. -Cada cual á su negocio. -A lo tuyo tú. -A cada temporada su trage. -Menos borla y más limosna. -Cuando pobre franco, cuando rico avaro. -Brisa loca, vendaval en popa. -A mal abad, mal monacillo. -La primera y esa en tierra. -Con mulos y mulatos, poco trato. -Con putas y cabrones, pocas razones. -Detrás de la cruz, el diablo. -Tan presto el palo, como el regalo. -A cada hombre, el suyo. -Mi alma, en mi palma. -Alazán tostado, antes muerto que cansado. -A fuer del potro de Córdoba, tú un maravedí y yo otro. -A fuer de Aragón, á buen servicio mal galardón. -A cautelas, cautelas mayores. -A chico pajarillo, chico nidillo. -A hombre enojado, buenas razones. -Amor de asno, coz y bocado. — Amigo de todos y de ninguno, todo uno. — A mucha esterilidad, mucha abundancia. — Asno modorro, arriero loco. — Tal por tal, como nueces en costal. — Antes prenda que fiador. — Antes moral que almendro. — A nuevo negocio, nuevo consejo. — A presurosa demanda, espaciosa respuesta. — Pan con pan, comida de tontos. — Tal la ley, cual el rey. — Poca ciencia, mucha conciencia. — Cual el rey, tal la grey. — Cuales barbas, tales trabajos. — Cual el año, tal el jarro. — Cual el cangilón, tal el olor. — Cual el concejo, tal el vencejo. — Cuantas cabezas, tantos pareceres. — Del hombre agradecido, todo bien creido. — A barco nuevo, berlingas nuevas. — Derramadores de la harina y recogedores de la ceniza. — A caballo nuevo, caballero viejo. — A moro ó toro muerto, gran lanzada. — A carne de lobo, diente de perro. — Teólogo ancho y angosto de conciencia como embudo de taberna. — Una hija, una maravilla. — Un agravio consentido, otro venido. — Un ojo en el asador y otro en el gato. — Vos á la puerta y yo al quicial. — Artero, artero, mas no buen caballero. — A tales huéspedes, tal convite. — Ayer barquero, hoy caballero. — Bofetón amagado, nunca bien dado. —¡Qué placer de marido, la cera quemada y él vivo! — Ruin ido, ruin venido. — Riña por San Juan, paz para todo el año. — Sal vertida, nunca bien cojida. — Soltero pavón, desposado león y casado asno. — Para próspera vida, arte, orden y medida. — De potro sarnoso, caballo hermoso. — De tu amigo y tu enemigo, el dinero en el bolsillo. — Dinero, seso y calidad, la mitad de la mitad. — A medio agravio, paciencia entera, á agravio entero pa- ciencia doblada. — Despacito y buena letra. — A otro perro con ese hueso. — Que por la pera, que por la manzana, mi hija nunca sana. — Al paño, con el paño y á la seda, con la mano. — Después de vendimias, cuévanos. — A cual mejor, confesada y confesor. — A gran daño, gran remedio. — A palabras necias, oidos sordos. — Cada oveja por su hato. — Antes difunta que agena. — Hombre honrado, antes muerto que injuriado. — Al desden, con el desden. — ¿Cazador y con pistola? ¡hola! — Primero mártir que confesor. — Mal de muchos, consuelo de tontos. — Al maestro, cuchillada. — Del mal, el menos. — Buena orina y buen color y tres higas al doctor. — A cada cabeza su seso. — Tras las hechas, las sospechas. — Tras de cornudo apaleado. — Cada lobo por sü senda. — Tras de cuernos, penitencia. — Poco mal y bien quejado. — Para cada tiempo, su vestido. — Viejo en los años y mozo en los daños. — i3 — — El muerto en la huesa y el vivo á la hogaza, ó el muerto al hoyo y el vivo al bollo. — Como costal de carbonero, malo por fuera peor de dentro. — De rocin á ruin, de mal en peor. — El vino como rey y el agua como buey. — Contra pereza, diligencia. — La compañía para honor, antes con tu igual que con tu mayor. — La muger artera, el mundo por delantera. — Ni médico, ni mozo, ni barbero viejo. — Nuestro gozo en el pozo. — Obras de mancebo, consejo de medianos y ruegos de ancianos. — O César ó nada. — Para lo bueno de peña, para lo malo de cera. — ¿Para qué tan grandes zapatos, para tan pequeño pié? — Perro ladrador, nunca buen mordedor. — Cuanto más grandeza, más llaneza. — Tal para tal, Pedro para Juan. — Zamarra mala, adentro la lana; zamarra buena, la carna- za fuera. — De mozo á palacio, de viejo beato. — Viejo amador, invierno con flor. — Paga adelantada, paga viciosa. — Antes tiesto que plato. — Mucho ruido y pocas nueces. — Dia de mucho, víspera de nada. — De poniente, ni viento ni gente. — Buen sermón y á buena hora. — Cual boda, sin doña Toda. — Cual boquilla, tal mejilla. — Cual el tiempo, tal el tiento. — Cuanto nacido, tanto querido. — Cuanto más viejo, más pellejo. — Para lo de Dios, cuanto más mejor. — 14 — — Del lobo un pelo y ese de la frente. - Contigo pan y cebolla. — Primero para mí y después para tí. — A fuerzas de ganapán, hierro enmedio. — Rincón por rincón, Calatayud en Aragón. — Primero obispo que fraile. — A lo hecho pecho. — A la vejez viruelas. — De tal tierra, tal fruto. — Gato maullador, nunca buen cazador. — Al vino vino y al agua higa. — Al mejor amigo, el mejor tiro. — Para la virgen de la Estrella, la mitad para mí, la mitad para ella. — A la muger y á la cabra, soga larga. — El dote fingido y la suegra de contado. — Muger sin enredo, bolsa sin dinero. — De los colores la grana, de las frutas la manzana. — Aceituna, una ó ninguna. — Fortuna y aceituna, á veces mucha y á veces ninguna. — El conejo ido, el consejo venido. — Zapatero, á tus zapatos. — Pared blanca, pared de necios. — Ni frió ni caliente. — Al asno muerto, la cebada al rabo. — Después de la guerra, el socorro. — Por Abril aguas mil. —Abril para mí, Mayo para su amo, Julio para ninguno. — La muía buena, como la viuda, gorda y andariega. — A buena fiesta, mala nueva. — En casa del bueno, el ruin cabe el fuego. — Bueno en uno, en dos mejor, malo en tres y en cuatro peor. — Buena olla y mal testamento. — Antes cabeza de ratón que cola de león. — Martin, Martin cada dia más ruin. — A cada malo su dia malo. — A cada puerta su dueña. — A cada cabo tres leguas de mal quebranto. — En cada agujero su piedra. — Con cada millar de gallinas un par. — Tras cada bocado un trago. — Cada mochuelo á su olivo. — Cada gorrión con su espigón. — Cada gallo en su muladar. — Cada ruin, zapato botin, ó cada ruin zapato al lazo. — Cama de novio, dura y sin hoyo. — A carros quebrados, carriles afartos. — A casa vieja, puertas nuevas. — Casa cumplida, en la otra vida. — Casa en cantón y viña en rincón. — En casa del herrero, peor apero, ó cuchillo de palo. — Casa de padre, viña de abuelo y olivar de rebisabuelo. — Casa reñida, casa regida. — La casa hecha y el huerco á la puerta, ó casa hecha se- pultura abierta. — Casa hospedada, comida y denostada. — De buena casa, buena braza. — Casa sin chimenea, de muger pobre ó yerma. ' — Casa sin moradores, nido de ratones. — Casa labrada y viña plantada. — Casa en canto y viña en pago. — Casa negra, candela accensa. — A tuerto ó á derecho, nuestra casa hasta el techo. — Cochino fiado, buen invierno y mal verano. — Cochino de hebrero, con su padre al humero. — Asno mohino, ó muy ruin ó muy fino. — Cada asno con su tamaño. — Tilin, tilin, como el asno de San Antolin, cada dia mas ruin. — 16 — — El asno para polvo, el rocín para el lodo y el macho pa- ra todo. — Los requiebros del asno, del hocico al rabo. — Al asno y al mulo, la carga al culo. — Así en el ojo el besugo, como el enfermo en el pulso. — Ayer Nuñez y hoy Palomeques. — Ayer putas y hoy comadres. — Hoy venida, crás garrida. — A cual mejor, la amada y el amador. —Hidalgo como el rey, dinero no tanto. Quizás puedan citarse algunos más que yo no haya recordado; pero con estos solos se prueba la varie- dad abundantísima de giros elegantes que hay en nuestro idioma, tanto aplicables al género familiar como al estilo mediano ó al estilo sublime. Por ejemplo: si quisiéremos describir con esta enérgica concisión las contradicciones del carácter de una persona, pudiéramos decir y muy bien: "Hombre incomprensible: este año todo devociones y el si- guiente sacrilegio todo : en esta hora todo fervor, todo espíri- tu y el resto del dia no más espíritu que el aire de sus fantásti- cos pensamientos." Si tratásemos de pintar con rasgos brevísimos la vida de Jesús, nada más fácil que hacerlo en esta manera: "La jornada de Cristo: del Padre al mundo, del mundo á Judas, de Judas á Cayfas, de Cayfas á Pilatos, de Pilatos á He- redes, y de Heredes á Pilatos, de Pilatos al vulgo, del vulgo á la cruz, de la cruz al sepulcro, del sepulcro otra vez al mundo, del mundo al cielo, y del cielo al Padre." Pues si pretendemos reasumir la pasión de Jesu- cristo, ¿qué hay más sencillo que decir? — 17 — "¡Qué sucesión de acontecimientos! Tras las esposas, los azotes, tras los azotes la cruz, tras la cruz la crucifixión, tras la crucifixión la hiél, tras la hiél la muerte, tras la muerte la lanzada; y todo de un golpe contra el tierno corazón de María, contra el afecto cariñoso de Juan, el discípulo amado." Supongamos que uno quiere encerrar dentro de este conciso estilo el juicio crítico de los principa- les artistas antiguos, y el de los poetas dramáticos españoles del siglo xvn, es decir, de algunos de los más notables. Podrá exclamar en vigorosas palabras de esta suerte: "Capítulo de otra cosa: de mi opinión acerca de los artistas más afamados Xada más fácil; en cuatro renglones : para na- turalidad Murólo, para suavidad el divino Morales, para mus- culación Benuguete, para rectitud Rafael, para magestad Ve- lazquez, para entereza Valdés, para membracion Miguel Án- gel, para gravedad Ticiano, para belleza Correggio, para su- blimidad Martin de Vos, para redondez Becerra, para dulzura Herrera el Mozo, para candidez Vandick, para coordinación Rubens, para arrogancia Bloemart, para armonía Ribera, para cortante certeza Zurbarán, para simetría Alberto Durero, &c. ¿Y en cuanto á poetas dramáticos españoles, qué juicio más exacto? Para invención y ternura Lope de Vega, para pompa y profundidad de pensamientos Calderón de la Barca, para fe- cundidad de ingenio y malicia Tirso de Molina, para buen gusto y delicadeza Alarcon, para vehemencia amorosa Mon- talvan, para artificio Moreto, para suavidad de estilo Mira- demescua, para atildamiento Solis y Rivadeneyra, para cari- caturas Cañizares, &c, &c. Con mucha elegancia el Padre Safmiento dijo: "Amigos verdaderos y doctos, pocos: amigos ciegos y mal apasionados, algunos: amigos solapados y chismosos, muchos: émulos envidiosos por idiotas, muchísimos: enemigos declara- dos de balde, no pocos: indiferentes, desconocidos." n. La riqueza de frases concisas en nuestro idioma es grandísima, parte tomada de otras lenguas, parte adquirida por el cultivo constante de aquel en los buenos escritores ó por la ingeniosidad nativa de los hijos de este suelo. En la Retórica de la lengua castellana compuesta por un fraile de San Gerónimo (Al- calá de Henares 15 12) se dice: "Precisión es cuan- do dejando la oración comenzada, nos pasamos á hablar de otra cosa y quédase lo que faltó á juicio de los oidores... O se hace con indignación como es aquello de Terencio. "Yo ¿qué? A aquella? qué? á aquel? qué? á mí? qué? No." Fray Pedro de Vega^nos dijo: "Mas, tú, Señor, ¿hasta cuándo? Y no dice ni declara más. Esta ra- zón así imperfecta, es una figura y manera de hablar muy usada en la lengua latina y aun en la española: dejar por acabar lo que vais diciendo y pasar á otra cosa, como cuando amenazando decís: — Si yo le cojo entre mis manos, él verá... sin declarar que es lo que ha de ver y sin eso significáis más que si lo dijérades. Con esta misma figura el poeta (Vir- io Declaración de los Salmos. — i9 — gilio) introduce á una diosa amenazando á los vien- tos, porque levantaban tempestad en la mar, con solas estas palabras. Quos ego, los cuales yo sin ex- plicar más, como si dijera en español Yo Jes haré á ellos; y luego tira la rienda á la lengua que no diga más, en lo cual mostró más saña que en to- do cuanto con largas razones pudiera hablar. El efecto desta manera de hablar así imperfecta, es dar á entender que no cabe por los labios lo que siente el corazón, ora sea tristeza, ora alegría, eno- jo, miedo, amor, aborrecimiento, &c. A lo mismo quieren reducir algunos los suspiros que suelen dar los afligidos. No deja de ayudar á esta manera, ver que en nuestro español para sig- nificar algún gran dolor solemos decir que estamos por reventar de pena, como que no cabe en el pecho lo que siente." Otro autor clásico, Fray Luis Dávila(l) escribe: Es manera de hablar de los hebreos, cuando al prin- cipio hablan con alguna persona, decir, ¿Qué vos} Qué tú} Quieren decir ¿qué decís vos ahora} Y aun es frasis española que decimos: ¿Pues qué hay ahora} ¿qué decís de nuevo} Proverbio 30. ¿Qué, querido mío} ¿qué, querido de mis entrañas} ¿qué, mi deseado? ¿quid dilate mil Sin verbo ninguno quiere decir ¿qué de- cís, mi querido} Y aun es frasis latina, Cicerón in Bru- tum ¿Qué vos, Bruto ahora} y Terencio ¿Qué vos? (1) Fray Luis Divil.i, Prior del Convento de San Agustín de Toledo, en sus Discursos Morales del Santísimo Sacramento del altar. (Toledo 1603.) ¿de qué manera aquí? ¿Por ventura bien} quiere decir ¿qué hacéis aquí} ¿Vaos bien}" De este modo todavía pueden traducirse más concisamente al español, frases latinas. Ut praestem Piladem aliquis mihi praestet Orestem: {Ovidio Ars amandi.) Yo Pilades, pero ¿dónde el Orestes? ó Pa- ra yo Tilades ¿dónde Orestes} Cuando Ovidio dijo: Nox etamor vinumquenihil moderablepersuadent: Illa pudore vacat, vinum amorque metu; pudiera trasladarse con la mayor concisión así: "Vino y amor y de noche, ni vergüenza ni miedo;" ó de este modo: "Con vino y amor y á oscuras ¡qué vergüenza ni qué miedo! Isaías en su clamor dejó escrito: "Mi secreto para mí, mi secreto para mí." En el Cantar de los Cantares se lee: "Yo flor del campo y lirio de los valles: como lirio entre las es- pinas, así mi amada entre las hijas." Como el manzano entre los árboles de las selvas, así mi amado entre los hijos. Robles en el Culto Sevillano W pone estas frases: "Libertad y no más? Libertad por sólo libertad, apetito de brutos y necios: de forma que libertad ó inútil ó dañosa ó afrentosa, mala y necia. Sujeción con honor y utilidad, buena y discreta." Voy á trazar un brevísimo diálogo de frases sin (i) MS. de la Biblioteca Colombina. verbo, para probar la concisión vigorosa de nuestro idioma. — "¿Qué tiempo de posesión? — Unos, unos.... -Qué? — Cien años. — Mas, sí. — Si? pues ciento veinte años. — ¡Oh! qué pocos! — Pues ¿cuantos más? — Los de Matusalén. — ¡Cosa increíble! — No tanto. — Y mi rival? — ¿El dueño de esa finca? — Sí, el mismo. — ¡Hombre corpulento! — Pero sin energía. — Qué alto! — Y nada altivo. —Y el pleito? — Perdido. — Dónde la justicia? — En la casa agena. — Y la verdad? — Con los niños. — ¿La castidad? — En huida. — Y la sabiduría? — En la mitad y aún. — La providencia? — Antes. — El arrepentimiento? — Después. —La cortesía? — En la honra. — Y la honra? — En tonterías. — La fidelidad? — En el sepulcro. — La amistad? — No entre los ausentes. — Y el consejo ó la prudencia? — En los viejos. — Y el valor? — En los orates. — La ventura? — En las feas. — El silencio? — Con el silencio. —Y la bondad? — En el buen tiempo. — Y el escarmiento? — En cabeza agena. — Y la pobreza? — Por puertas. — Y la osadía? — En la dicha. —Y la salud? — En la templanza. —Y la esperanza? — Siempre. — Y el desengaño? — Tarde. — Y toda virtud? —En el medio." — 23 — Con este motivo no será mal poner aquí un te- soro de muchas de las frases concisas de nuestro idioma, en que no vá expreso el verbo. Así los cu- riosos podrán persuadirse más y más de la verdad que digo. — Cada uno con el consuelo de su engaño. — Tu respuesta, cual aquella palabra de Régulo A Car- tago. — ¿A la ida con la carga tan carga tal y á la vuelta con to- dos estos trastos? — La muerte al ojo, el cuchillo á la garganta, los pies en el despeñadero, la espada al corazón y yo ¿mano sobre mano? — Nada más insano que religión sin caridad, cuanto más sin humanidad. — Yo en libertad y comodidades y un hermano esclavo y sin alivio? — ¿Cuándo el verbo sin la voz, cuándo Cristo sin su Bau- tista, cuándo el ahijado sin su padrino, cuándo la madrina sin el ahijado, cuándo el mundo sin San Juan, cuándo el infierno con él? — ¡Oh! venturoso yo con tal esposa! — Paciencia, paciencia, celos y amor. — ¡Qué par de sugetos, éste todo juguetes, todo burlas, aquel todo gravedad, todo veras! — ¡Un favorcillo, una buena palabra, aunque engañosa! —A mí? A un hombre como yo, de mi calidad, á un Julio César ó un Julián Cereza, á un Marco Bruto, á un Rábano Mauro, á un Incógnito Idiota? — Bueno, bueno, ¡escelente juicio! Al más solemne dispa- rate, ¡bravísimo! A la mayor mentira, ¡qué verdad! — Allá él ó allá ellos. — ¿A qué propósito? — ¿A santo de qué? — Menos palabras y más obras. — 24 — -—Sí por cierto: ¡buen personage! — Mentira con todos y verdad con ninguno. — Regla segurísima de Dios, los bienes bienes y los males parabienes. —Otro cargo. — Extraño caso, treinta años de enfermedad. — Pues, señor, ¿por qué no antes? — ¿La primera y esa en tierra? — ¿Pero qué más? — ¿Cómo que nó? — ¡Castilla por D. Enrique! — ¡Guerra al infame! — ¿Cuándo? Siempre. ¿Adonde? Aquí. — Luego una de dos: ó verdad ó mentira. — Yo? ¿A mí? Por qué? Con qué derecho? — Rey y Señor!— ¿Yo Rey?— Vos Rey y de Galicia. — A mi amigo muchas expresiones y memorias. — Hombre! por Dios! — ¿Por qué tan cruel? — No tan bravo. — La franqueza ó la verdad, antes que todo. — ¿Dónde mayor ingratitud? — Un poco de juicio. — Punto en boca. — ¡Qué cosa más ridicula! — ¿Tú en estas cosas? ¿Tú tan solo? — Aquí, pronto aquí. — ¡Extravagancia como tuya! — No más á caza en mis dias. — Ni un alma. — Pedro, otro traguito. — No en mis dias. — ¿Quién más callado que tú? — Nada tan bueno como eso. — Quieto aquí. — Menos voces. — Punto en boca. —Malo, malo, extremadamente malo. — Pura justicia. — Al grano. — Verdad. — No, que no. — Adonde tan de priesa? — En dos palabras. — :Tú reina, y en qué solio? — Tras lo delincuente lo necio. —Entonces.— ¿Cuándo entonces? — Jesús mil veces! — Silencio! — ¡Picardía como ella! — Buen consuelo! — Animo, amigo mió! — Aquí paz y después gloria. — ¿Cómo así? — En fin, esperanza en Dios. — Pues no? — Eso al doctor. — Favor ó resistencia á la justicia! — La mano. —Y el canto? Bueno? — Así, así.— — Duro en sus espaldas. —¿En tan breve tiempo, tan gran mudanza? — Sres., gran novedad! — — ¿Adonde bueno? — Juana con Pedro? — Tu espada para mi? — Fuera de mi casa? — Juntos á un hombre? — Alegría, muchachos! —Señor, otra pena, pero no esta. — 26 — — Aquí de Dios! — Qué cara y qué narices tan descomunales! — Sr., por la misericordia divina. — Sin comentarios. — Punto redondo. — Ni por esas. — Sr., una esquinita, un ladito. — Pero, en fin, paciencia. — La mano y tan amigos como antes. — Con mil amores." — Con que, manos á la obra, vivito. — No más celos. — O mal de pena, que de culpa no! — Al hombre tantos favores? A la muger tantos desprecios? — Con la música á otra parte. — Buen viaje. La del humo. — A la salud de V. — El diablo del hombre. — Mucha gente? Cosa de cien hombres. — Amenazas de muerte! ¿Cuándo, por qué? — Ea! vida nueva: no más pecados. — Ropa fuera. . — Antonio, con el otro su amigo, gentiles maulas! Pues y ¿el criado? Famosa cuadrilla de tres en raya. — Traslado á Pedro y su amigo. — Mucho ojo, amigos. — Cuitado de mí! — Menos criados y más vino. — Ni una palabra más. — Poder de Dios! — Ante todo, un vaso de agua. — Pero otra cosa, amigo. — En la vida, señor. — Tanto empeño y para qué? —Adiós gracias, nada malo. — 27 — — Unos uno, otros otro. — Buenos y alegres dias. — Aquí de la sangre fria. — De cuándo acá fulano santo? — En sus oídos ¿qué voces? Ellos los insensatos, no yo. — ¿Por qué tan triste? — Oh amor, locura y no Dios! — Gran valentía, uno para tantos! — Ese mozo (el hijo pródigo) en casa de su padre rico ¡qué mudable, qué vano y qué pecador! y en una zahúrda tan he- dionda y pobre ¡qué humilde! — Tratad de otra cosa. De como los tres al saco y el saco en tierra. — Quién como tú? — Y si no, al tiempo. — ¡Qué gran hombre! Si amable, ninguno tanto: si va- liente, nada tan probado. — Qué tal ele tal? — Por muchos años. — Qué conocimiento de todo! La provincia Galilea, la ciudad Xazareth, la dignidad de la persona, el estado desposa- da, el nombre del esposo José, el linage suyo de la Real casa de David y el nombre de la virgen María. — Esa, ni con chocolate. — Ah traidor! ¿Burlas conmigo? — Mal encuentro. — Al fin hijo de tal padre. — Poco á poco : puntos no. — Lejos de mí ese pensamiento. — Señor, ¿tanta bondad? — Ea, hasta otra ocasión. — Tus brazos. — Y en ellos el alma. — Secreticos? Ni por pienso. — Con otro gesticos? — Exclamación al canto. — 28 — — Atrás villano. —Quién? yo feliz? yo? — Juana, tú tan alegre. — ¿El cetro? un pastor? — Siempre con ella. — Juan. Embozo y á ellos. — Hombre oculto en el mesón. — No mañana ni otro dia, sino al punto, esta noche, ahora. — Siempre cuentas y papelotes. — Cierto. Recierto. — Señor, la vida de mi hijo. — Tantos enojos en otro tiempo con razón, ¿pero ahora por una niñería? — Niel milano demás agudas uñas. — Con una pelota siempre en el aire. — Don Pedro de Armendariz. ¿Don qué? — Luces presto — al instante. — Qué caballero? Su nombre, su figura. — Manos á la obra y pedrada limpia. — Ahora, muchachos. —Y dos males, el menos malo este. — Si Dios contra nosotros, ¿quién con nosotros? — La porfía de á quién mejor. — ¿Qué cosa? — En lo constante ¿"quién más? — Angelitos al cielo. — Nada de distinción entre ellos : si él sin pecado, ella tam- bién : si él con virtudes, igualmente ella. — Ea, pelillos á la mar. — A otra puerta. — Las cosas con su nombre verdadero. — Para su alma. — Para los hombres de razón, razones. — Muchito que si. — Eso mismo. — 29 — — Gracias á mis buenos oficios. — ¿Qué dinero ni qué diablos? — Xada á derechas : todo al revés. — Poco á poco: una cosa hoy, otra mañana. — Y ancha Castilla. — En mí, atrevidas manos. — Aquí mi duda. — Palabra. — Ni un alma. — Caramba y qué calor. —Xada nada, siempre el mismo. — Menos palabras y más obras. — Y qué remedio? Paciencia. —Vuelta á la risa y gritería. — Paciencia y vuelta á casa con todo. — Hombre al agua. — Preso nuevo.— La patente. — Su oficio. — Albañil. — Y la respuesta: — Ojo al Cristo. — Aquí de los mios. — Tan amigos como antes. — Xada entre dos platos. — Todos contra nos y nos contra todos. — Mugeres en la torre? — Un buen provecho en ayunas. — ¡Ah del barco! — Qué de reyes, qué de príncipes, qué de capitanes, qué de sabios, qué de ricos, qué de gentes en el sepulcro! — Agua Dios. — Asunto concluido. — Fernando de Herrera escribió: ¿do el corazón seguro y la osadía? — Oh, álamo como el tiempo, la mitad de la hoja clara y la otra mitad oscura: la mitad del tiempo noche tenebrosa, la — 3o — otra mitad dia claro: en suma, el almendro y el álamo retratos de la vida humana. — Ni sueño de ello. — Qué hombres! Más feroces que toda fiera, indómitos, siempre llenos de riñas, de enemistades, de iras, de tumultos, de querellas, de odios, de calumnias, de pleitos, de malignidad, de unos contra otros, de hermanos con hermanos, de padres con padres, de vecinos con vecinos, de maridos con mugeres. ¿Porqué, pues, no se han de usar giros tan bellos como algunos de estos, en que hay elegantísimas elipsis? "El gobierno de la república seglar es facilísimo, por ser sus leyes muy claras y muy notorias: al ladrón por la primera vez vergüenza, por la segunda azotes, por la tercera orejas y gale- rasypor la cuarta horca."il) "El Rey se confunde y avergüenza : Herodias rabia y la hi- juela llora, los cortesanos muestran enfado, el vulgo se parte en varias opiniones. Unos : á los reyes no se han de decir verda- des tan desnudas. Otros : el caso es escandaloso. "i2) "Tenian un Dios, una ley, una verdad, una amistad : el Dios era no reconocer á Dios, la ley vivir sin ella, la verdad nun- ca decirla, la amistad nunca guardarla."(3) "Hijo de un hombre que murió sin Sacramentos y los nai- pes en la mano'.' U) "Puédese aquí considerarcómo se truecan las suertes de los malos y de los buenos. Cuando Sodoma alegre, Lot triste, y cuando Sodoma triste, abrasada con el fuego del cielo, Lot alegre, de verse escapado y libre: cuando sus hermanos prósperos, José ven- dido, cuando hambrientos y amenazados, José rico y poderoso." '(5) (i) Fonseca. Vida de Cristo. (4) El mismo. (2) El mismo autor. (5) El mismo. (3) El mismo. — 3i — Frai Diego José de Arce, pintando las tinieblas de Egipto (,) con aquella maestría digna de uno de nuestros más grandes escritores, por más que sea tan poco citado hasta hoy: "Relinchan los caballos y no hay quien les dé pastura: llo- ran los niños y no aciertan las madres á las cunas: gimen los enfermos y no hay quien los cure: piden los hijos ayuda á sus padres v los padres oyéndolos no se la pueden dar: llaman los señores á sus criados, y ellos, oyendo, no aciertan á ir: afligi- dos todos de hambre, piden unos á otros de comer y no se atreven á menear; porque con un miedo y sobresalto grande de corazón, temen el tropezar, caer, morir. No se vé sino una oscura confusión, no se oyen sino suspiros, sollozos, gritos, maldiciones." Véase la pintura del robo de un caballo: "Váse el caballo manso á beber á la fuente más cercana, co- mo tiene de costumbre, y el otro bellaco aguarda á que salga al pilón. El cochero descuidado espera á que vuelvan sus ca- ballos. Bebiendo están, ya vendrán : en el prado se huelgan y dan las nueve y nunca tornan. Váse por ellos: no los halla. Por aquí ruin, por acullá vuelven y nunca al coche de su amo, por- que las espuelas del cuatrero los van abrasando por sende- ros."^) Ponderando el ingenioso poeta sevillano Pedro de Quirós en una oración evangélica de la Purifica- ción las glorias de María, exclama: "Si peligras en el mar, como estrella te dá luz: si la movi- lidad de sus ondas amenaza tu vida con sus vaivenes, como nave te conduce. Esto en el mar y en la tierra?' (t) Miscelánea primera de oraciones eclesiásticas. Murcia 1606. (2) F. José Gallo. Historia y diálogo de Job. — 32 — Seguidamente se ponen algunos giros valentísi- mos tomados de buenos autores, en que se ostenta la desenvoltura galana del habla española y dignos los más de ser imitados: — Qué flema que tiene y cómo aguarda. — Cuan poquitos son y contados á dedo. — Con ser tan eterno, tan poderoso, tan luz, tan vida, tan Dios. — Los vé ir sus enemigos y los vé volver sus enamorados. — Buscan al Mesías y como lo esperaban rey y lo veian pastor no sé como lo conocieron. — Que aunque me amenaza Rey me aconseja caballero. — Porque en tu semblante veo que me está culpando reo y justiciero me mata. — Quien te busca, pecadora no te ha menester cristiana. — Si cuando verte no quieras piensas que te han de querer, yerras loca, necia esperas. — Quizá no admita rey lo que principe hiciera. — ¿Cómo un Dios que nos es tanpadre nos diera si no lo que más nos importa? — ¡Oh qué pensamiento tan de filósofos este! — Venir de perlas. — Bañarse en agua rosada. — Placeres que dos dias dan contento y al tercero enfadan. — Estaban las manos en el seno. — Te veo y te lo suplico, las rodillas por el suelo. — Volver á su casa las manos vacias. — Se pone la nobleza en como cada uno vive, no en como cada uno nace. — Cuchilladas en la cara á los que jamás me la han puesto buena. — 33 — — Te amonesta padre, te instruye docto, te consuela benig- no, te socorre poderoso. — Volver las manos en la cabeza. — Prorumpia en lágrimas antes que en palabras, porque andaban á una su corazón y sus labios. — De poseído lo tiene como olvidado. — Muchos hablan de Dios; pero no como de Dios. — Venir de lejos tierras. Como muestra de reduplicaciones de la partícula de en significación de genitivo, hay aquellos versos proverbiales de la comedia la Fuerza del natural por Moreto y Cáncer, versos muy citados, sí, pero sin los nombres de sus autores: — Y tú quién eres que ahora hablas cosas tan mirladas? — Criada de las criadas, de las criadas de Aurora. De la palabra ringosrangos sacó Don Antonio de Zamora dos versos caprichosos en El Lucero de Ma- drid: ¿Qué me ha hecho? Me ha enquillotrado con unos como se llaman de amor, que de cuando en cuando me hacen rabiar y después me rio de ver que rabio; con que como dijo el otro me ringo, porque me rango. La anteposición de la voz re dá fuerza de excelen-> cia, de importancia, de aumentativo, en fin, á la pa- labra á que se junta. — 34 — Hállase ingeniosamente observado esto por Don Alvaro Cubillo de Aragón en El invisible príncipe del Baúl: — Es finamente apurar en la materia de amor lo refino, lo realzado, lo relindo y recamado del duelo y del pundonor. — Todo eso del re condeno. — No tienes razón, porque aquella palabra re hace lo bueno más bueno. Talara, voz que se aplica á abuelo1 ó nieto para denotar ser el tercero, ó á deudo para significar un grado de mucha antigüedad. Lope de Vega en la segunda parte de Valor, leal- tad y ventura de los Tellos de Meneses: Regañen con media lengua tatarachoznos tus canas. Don Andrés de Baeza en Más la amistad que la sangre, juega de este modo con el habla: Donde nunca la he visto vive mi dama: yo me llamo Me llamo y ella Se llama. Copla que alguno enmendó diciendo: En la calle del Carmen vive mi dama. m. Con estos estudios, que van aquí como prelimi- nares de mis trabajos lengüísticos prácticos, podrá mejor entenderse mi pensamiento al trazar la pri- mera parte de la leyenda Orillas del Guadalquivir: digo mi pensamiento tal como es y no más, en el deseo de desvanecer anticipadamente juicios erró- neos ó cavilosidades. La he escrito sin llevar expre- so en caso alguno ó mejor dicho, en oración alguna el verbo. El entendimiento del lector ha de ir su- pliendo cada uno sin darse cuenta de ello. No por eso se quiera que en ese trabajo no ha- ya nombres sustantivos derivados de verbos ó que de verbos se deriven. Fn él son lo que son: nombres y nada más de nombres, sin que importe su origen ó lo que de ellos se origine. Otro tanto digo délos adjetivos derivados de ver- bos ó de los más de los verbos. (,) Como participios servirían en algunos de los tiem- (i) No de todos los verbos se derivan adjetivos. Sirvan de ejemplos ser, estar y otros muchos. Se dice hubiese sido, habría estado pero no hombre estado y hombre sido. — 36 — pos de los verbos; pero regidos por el auxiliar ha- ber. En la siguiente leyenda no se usan como tiem- pos, sino únicamente como nombres adjetivos y al par de otros no derivados de verbos y con su régi- men adjetival, como lo tienen otros que no han re- cibido ser de aquella parte de la oración: por ejem- plo, generoso y querido: ilustre en las letras y acos- tumbrado a las lides: tenido por bueno v famoso por las armas. Cosa algo parecida puede decirse de los partici- pios activos usados al igual de los adjetivos: aman- te y prudente: vigilante en la custodia de las ar- mas v cierto en todas sus empresas. Cual se vé, querido, acostumbrado y tenido, amante y vigilante son adjetivos derivados de verbos y gene- roso, ilustre, famoso, prudente y cierto, no lo son y se usan mezclados indistintamente cada cual con . su régimen. Y ¿por qué? Por una razón innegable: todos tienen comple- tísima igualdad como adjetivos. Basta, pues, y sobra lo escrito en aclaración de mi propósito. La primera parte de la leyenda Orillas del Gua- dalquivir contiene un argumento sencillo, el sufi- ciente para los juegos lengüísticos y retóricos y para la variedad de caracteres y de expresión de afectos y designios, en que quepan los géneros principales de elocuencia, desde el familiar al sublime, filosófi- co, heroico y religioso, y desde el festivo hasta el más delicado y tierno. — 37 — En esa parte primera de Orillas del Guadalquivir, hay un pasillo dispuesto sin llevar expresa la parte esencial de la oración conocida por verbo; pero en- cerrando muchos verbos sustantivados, los modos adverbiales compuestos de verbos y varias maneras de decir con verbos. Con efecto, muchísimas son las que existen en la lengua patria, de las cuales pongo seguidamente al- gunas en confirmación de esta verdad. "¡Qué vida tan angustiosa entre un que vino y se fué, entre que volvió y volvió á irse, y entre que tornó y retornó, entre si me oirá, si me responderá, si me descubrirá diciendo quién soy y entre mil y mil pensamientos contrarios á cual más amargos; en fin, siempre en el temor y la esperanza, en el recelo y la osadía!" El Doctor Fray Damián de Vega {Libro de Poesía cristiana, moral y divina, Toledo 1590) decia: "Y que de quien quiso amarte tanto es gran maldad pensar, que menudee en buscar culpas de que condenarte. Luego son sospechas locas contra un Dios tan bueno y santo, pensar que á los que ama tanto condene por cosas pocas. Pues si todo esto es así, ¿qué estás escrupuleando, agonizando y pensando si dije, 5» consentí? — 38 — — Cara de entre si me enfado ó no me enfado. — Los dolores del morir, esperar y no venir, acostarse y no poder dormir, bien servir y mal agradecer. — Un quiero y no puedo. — Un no se qué. — El tanto monta de Alejandro el Grande. — Como un así me lo quiero. — Dimes y diretes, aparte. — En un volver de cabeza. — Por un hazte hacia allá. — Pleitos sobre daca la capa. — Este somos todos unos. — Diferencia déos vaisá llevaros ó de á quieres ó tienes. — Un "que hay Dios," un "que hay infierno," un "si me mo- riré?" un "si será esta la postrimer hora?" — Sin el fué de ayer, sin el será de mañana. — Ha de ser todo. "Espera, detente, aguarda y torna á aguar- dar?" — El gemir de las ruedas del carro. — Entre vela y duerme. — Buena porfía, toda sobre si has de entrar ó no has de en- trar: toda sobre si amagó él ó si llegó á dar el golpe. — Los mandamientos de la Carraca, toma y daca. — Juan niega. — Jesús. ¿Tal comer? — Tu como se llama. — Tan como que sé yo qué. — Cuántos dares y tomares, cuántos dimes y diretes, por nada y para nada. — En un credo no, en un decir Jesús. — Hombre de decir y hacer. — Al freir el reir. — Interpolados unos con otros, á salta tú y á dámela tú. — Las voces honrosas de "Bendito el que viene en el nom- bre del Señor" con las vengativas y crueles de "Crucifícalo" y las escarnecedoras de "Adivina quien te dio." — 39 — — Por bien hacer, mal hacer. — Un si es no es. — Qué gran hombre en el sentir y el hablar, en el calzar y en el vestir, en el oir y en el mirar. — Hombre de hablar hasta mentir, de perseguir hasta ma- tar y de ganar hasta desesperar. — Un no sé como lo diga. — Pintar como querer, matar moros en pared. — Afanar, afanar y nunca medrar. — Yo al requebrarte y tú al no quererme. — Cosa de mira y no me toquéis. — Qué existencia la mia en un no comer y un no dormir, en un no tener, en un no sentir, en un no andar, en un no ha- blar... en un no vivir. — A mal dar, paciencia y barajar. — ¿Qué mejor que aquel si me quiere ó no quiere Felisa, aquel si me dirá que sí ó me dirá que nó? — La vida del caballo de regalo : en la cuadra cama blanda y mullida: al despertar, limpiarlo y lavarlo, luego el almuerzo, después la comida: reposar un poco, beber, enjaezarlo y á pa- seo con él : visitas al prado y á la fuente, y carrera por tal ó cual calle: relinchar á la vista de las yeguas: muchas galas, mucho brío: mucho lozanear y vuelta á casa y á enmantar y al pesebre y á la cama. — Tras el bien, ganar el bienestar. — Señal mortal, no querer sanar. — Pleitear y correr juntos. — A buen comer ó mal comer, tres veces beber. — Hecho de villano, el tirar la piedra y esconder la mano. — Vos al dudar y yo al no creer. — Con el daca el gallo y toma el gallo, adiós plumas del po- brecito. — Un como murmurar. — Enfermo de los de no poder escapar por via humana. — Cuento de nunca acabar. — 4° — — Igual cobardía, querer y no querer morir. — A más prisa, más vagar. — Nadar, nadar y á la orilla ahogar. — O herrar ó quitar el banco. — Bueno de convidar, malo de bastar. — Después de comer dormir y de cenar pasos mil. Juegos de palabras se han hecho en nombres de pueblos como de Almonaster, Aracena y Cortesana, se formó esta especie de proverbio Almenester ara y cenay corta de gana. De Vil y Cena y Malacena y Cenes, cuatro pueblos del reino de Granada, se dijo: vil y ce- na, mala cena cenes. Esto es á estilo hebreo, jun- tar nombres de pueblos, refranes ó memorables sen- tencias. IV. La segunda parte de Orillas del Guadalquivir , en- cierra un sencillísimo cuento dramático escrito sin tener expreso el nombre; es decir, el nombre sus- tantivo y el adjetivo. Para más artificio, tampoco se usan en él participios. Es la concisión ó energía poderosa del habla cas- tellana, expuesta de distinto modo que en el ante- rior trabajo. Con efecto, no es menor seguramente la riqueza del idioma considerado de esta suerte. Los giros ele- — 41 — gantes abundan con la supresión de los nombres y de ello darán una elocuente muestra los que á con- tinuación pongo, en el deseo de que este mi tra- bajo sea útil á los estudiosos de la lengua patria. — Andar siempre á échate y levántate. — Andar siempre á viva quien vence. — Acometa quien quiera. — Andar á pagóme no pago. — Antes que conozcas, ni alabes ni cohondas. — Apártate de mí, daré por tí y por mi. — Aquel que la hace la espera. — Al que has de acallar, no hagas llorar. — A quien has de dar de cenar, no te duela darle de me- rendar. — A quien le dan no escoje. — A quien te quiera matar, madruga y mátalo. — Aunque me rio, no me rio. — Bien como, si me lo dan. — Cállate y callarán. — Come con él y guárdate de él. — Como me pagas te pago. — Como sembrareis cojereis. — Cómo me vá? Ya llorando, ya riendo. — Di me con quien irás y te diré lo que harás. — El que adelante no mira, atrás se queda. — El que aprende lo que no entiende, ya me entiende. - — El que engaña, á sí se engaña. — Fia y deberás y debiendo pagarás lo que no deberías, si no fiaras. — Más valgo yó durmiendo que tú velando. — A eso voy. — Quien quiera que tú seas. — Ni dice sí ni nó ni qué sé yo. — 42 — — Muérete y verás. — Cásate y verás. — Me lucí. — Dale que ahí le duele. — No siempre es lo que parece. — Creo que te creo. — Si te vi, no me acuerdo. — Pensando adonde vas, te olvidas de donde vienes. — Vaya y lo que pregunta! — Para eso que te quiero. — Antes di que digan. — Antes que des escribe : antes que escribas recibe. — A dónde vas? Adonde más hay. — Lo que bien sabe, bien alimenta. — Quien no vá allá, allá no llega. — Más vale saber que haber. — De haré haré nunca me pagué. — Quien no sabe, no vale. — Lo de allá, eso es lo que dura, lo de acá, pasa, desaparece. — No se vence huyendo, sino peleando. — Aquí pequé, pues aquí lloro. — Yo me lo merezco, yo lo pago. — Sabe hacer y callar. — Sé y callo delante de quien ignora y habla. — Considera cuando alabas y no lo alabes tanto. — Ya sé que me sé, mas esto lo callaré. — Vayase de ahí, porque si nó le haré y le aconteceré. — Más hace el que quiere que no el que puede. — Si hablé mal, dime en qué. • — Ni ata ni desata. — No me apretéis, que oiréis lo que oir no querréis. — No te hinches y no reventarás. — Nunca pidas á quien tiene, sino á quien sabes que te qu:ere. — O comed y no gimáis ó gemid y no comáis. — 43 — —Ahora, ahora es ella. — Quien lo hereda, no lo hurta. — Yo lo pago y no lo como. — Quien juró, no me engañó. — Quien más no puede, morirse deja. — Quien más tiene, más quiere. — Quien manda manda. — Quien manda, no ruega. — Antes que te cases, mira lo que haces. ^Quien no asegura, no prende. — Quien no llora, no mama. — Quien no pena, no goza. — Quien no parece, perece. — Quien no te conoce, que te compre. — Quien piensa que haga, piensa que diga. — Quien cuando puede no quiere, cuando quiere no puede — Quien no te conozca que te compre. — Quien bien te quiere, te hará llorar. — Quien quiere, teme. — Quien responde, no habla. — Quien sufrió, venció. — Quien te cubre, no te descubre. — Quien tropieza, si no cae, camina adelante. — Sácame de aquí y degüéllame allí. — Sangradle y purgadle y si muriese enterradle. — Si bien se lo ganas, bien se lo pagas. — Si cazares, no te alabes; si no cazares, note enfades. — Si me viste, búrleme, si no me viste, cálleme. — Si no como queremos, pasamos como podemos. — Si quieres que haga por ti, haz por mí. — Siquiera muera, siquiera viva. — Si sigues así, por esta que te mataré (aludiendo á la cruz que se forma con los dedos.) — Tal te veo, que no te conozco. — Tal viene, que tal quiere. — 44 — — Tan bien por do vá, como por donde no vino. — A donde fueres, haz lo que vieres. — Por donde fueres, nunca tornes. — Tú que mientes, qué digiste. — Vá como vá, mas no como debe. — Por donde te tengo, por ahí te dejo. — Cual hilamos, así andamos. — Cual te hallo, así te juzgo. — Cuando duermo canso, ¿qué me hará cuando ando? — Cuando lo busco no lo veo; cuando no lo busco hételo aquí luego. — Cuando azotar, callar. — Que te veo y no te veo. — Cuando no tenia, dábate : ahora que tengo no te daré. — Ruega que no tenga porque te dé. — Que vaya abajo, que vaya arriba, acá queda quien nos trasquila. — Quien amonesta, ayuda y no denuesta. — Quien antes nace, antes pace. — No con quien haces, sino con quien paces. — Quien busca halla. — Con quien vengo, vengo. — Quien calla otorga. — Quien dá lo que tiene, con eso cumple. — Quien de tí se fia, no le engañes. — Quien espera, desespera. — Quien huelga no medra. — Lo que se excusa, no se excusa. — Lo que se ha de empeñar, véndase. — No hay quien lo entienda. — Entróme aquí, que no peco. — Nadie se la hizo, que no se la pagase. — No caes en ello. — Allá me la esperes, ó para allá me la guardes. — Cada cual se lo guarde para sí. — 45 — -Salirse con ella. -Vive como si nunca hubiera de morir. -Haz lo que debes y no te cuides de más. -Por aquí voy allá. -Quiere y no quiere. -Xote digo quien eres, que eso tú te lo dirás. -La que mal manda, nunca le falta quien diga. -Lloverá, pero antes venteará. -Lo que no se habla, no se escribe. -Lo que no quieres para tí, no lo quieras para mi. -Lo que fué y no es tanto, es como si no fuera. -Lo que se sabe sentir, se sabe decir. -Lo que se gana regalando, se pierde corrigiendo. -Madruga y verás, trabaja y habrás. -Mira adelante y no caerás atrás. -Xo espero ni creo, sino lo que veo. -Alcanza, quien no se cansa. -Si te vi, no te conozco. -No luce ni parece. -Parece que se cae y se agarra. -Quien dice lo que quiere, oye lo que no quiere. -No hables aquello de que después te pesará. -Lo vi como si no lo viera. -Aquí que no peco. -Ya pareció aquello. -Hacer como quien es. -Donde le dio y donde le acudió. -Es lo que se dice. -Yo me morí y vi quien me lloró. -Hágote, porque me hagas. -Quien más tiene más quiere. -Jamás acostumbres dar, lo que tú has de desechar. -El que dá, recibir espera. -Ahí le duele. -A quien le dan no escoge. — 46 — — Aunque rio, rabio. — Calla, que tienes porqué. — Debe cuanto tiene. — Díme con quien andas, y te diré quien eres. — Entróme acá, que llueve. — Hoy no fian aquí, mañana sí. — Lo que no has de comer, déjalo bien cocer. — Lo que se usa, no se excusa. — No despiertes á quien duerme. — No te metas donde no te llaman. — Cuando truena, llover quiere. — Quien acomete vence. —Quien bien está, no se mueva. — Quien guarda halla. — Quien tuvo, retuvo. — Quien no puede andar, que corra. — Quien recibe, á dar se obliga. — Aun no asamos y ya pringamos. — Aun no ensilláis y ya cabalgáis. — Aunque no hiléis ya escarmenareis. — Antes ciegues, que tal veas. — Como me escuches ahora, aunque me mates después. — En dando tú en recelar, no acabaremos. — Quiere guerrear y no tiene que combatir, combate y no tiene que vencer, vence y no tiene que solicitar, solicita y no tiene que conseguir. — ¿Por qué no acabáis? ¿Qué hacéis? ¿A cuándo aguardáis? Jáuregui, en la traducción del Aminta, nos dio un ejemplo de su facilidad elocuente en el uso de los verbos: "El que saber quisiere de amar, deje respetos ose y pida, solicite, importune, y si no basta, tome lo que pudiere. ¿Tú no sabes — 47 — de la mujer la condición precisa? Huye y huyendo quiere que la alcancen: niega y negando quiere que la apremien : lucha y luchando quiere que la venzan." Nadie hallará ciertamente nombres en aquella fa- mosa quintilla, que encierra todo el arte de escribir con tino y felicidad, y que se lee en la Dorotea de Lope de Vega: ¿Cómo compones? Leyendo. ¿Y lo que leo? Imitando. ¿Y lo que imito? Escribiendo. ¿Y lo que escribo? Borrando, de lo borrado escogiendo. Entre los artificios que posee nuestra lengua, uno es y familiarmente usadísimo, de no poner un nom- bre sustantivo y dejarlo entrever sólo por un lo ó por un la adjuntos al verbo, ó algunas veces acom- pañado de adjetivos. El Padre Guadix, en su Vocabulario arábigo-espa- ñol, nota que en Italia (entre otras frases que no pone) acostumbran exclamar, La airó, por^j oslo diré para hablar en género neutro, usando del género y terminación femenina. Es manera de hablar de los árabes que no tienen neutro, usando la terminación femenina por él. Y así por decir yo os lo diré dicen La diró. Aninocolahley que significa yo os la diré. Y aun en España usamos de esta frase por tú me lo pagarás, tú me la pagarás. En italiano se dice tu me la pagherai, tu me la ai — 48 — fatta y en francés tu me la pajeras, tu iríen asfait une. Los portugueses dicen Tu mo pagarás, esto es, tú me lo pagarás, conservando la significación neutra. Muchísimos son los giros que en castellano tene- mos: los más principales van á continuación aparte de algunos anteriormente expresados: — Las veo venir. — Donde las dan las toman. — No la hagas y no la temas. — La has logrado. — Quien la hace, que la espere. — Si de esta escapo no muero. — Si esta mato tras que ando. — Aquí me la perdí y aquí me la he de hallar. — Quien las sabe, las tañe. — El que la hizo, que la pague. — El que la armó, que la desarme. — Si así me la dijeron, así se la llevaron. — La del humo. — Chúpate esa. —Se la solté. — Como quien la ha de ahí. — Oh! qué bien la hiciste. — Ni el que las inventó. — Jurándosela á los de acá y á los de allá. — Se las apuesta conmigo. — Para ahí me la guarden. — Tú me la mandas y yo me la quiero. — Salirse con ella. — Se la pegaron. — No irse sin la suya. ' — El se las entiende. —Allá me la esperes. Para allá me la guardes. — 49 — — Xi las piensa. — La eché a perder. — Se la tragó. — No me la perdonará jamás. — Alerta, que las habernos con quienes nos las entienden. — Hacer de las suyas. — Yo lo pago y no lo como. — Por no entendérselas. — Si no lo veo, no lo creo. — En estas y en aquellas, cátate aquí que vino. — Xo me he de quedar con ella. — El se la busca. — Que me levanten esa. — Ya verá con quién tiene que habérselas. — Ya salí de esta. — Lo veremos. — Sanarás de esta. Algunas maneras de decir hay también del mismo género en que el sustantivo no se expresa; pero que sin embargo se usa con un calificativo para mayor fuerza del lenguaje, y aun acompañando la oración alguna vez con algún sustantivo expreso. Véanse algunos curiosísimos y familiares ejemplos: — Tómate esa y vuelve por otra. — Tenerse en buenas. — Prometérselas felices. — Si mala se la digeron, peor se la llevaron. — La has hecho buena. — Cada cual se lo sabe para sí. — Se te van las mejores. — Ñolas tengo todas conmigo. — Subirse á mayores. — Me las pagarás todas juntas. 4 — So — — La corta muy bien (se dice de un hablador aludiendo á la lengua.) — Eso á mí no, que las vendo. — La eché de guapo. —La dá de fanfarrón, la dá de orador, de sabio ó de va- liente. —A la una, á las dos, á las tres, &c. Se suprímela voz hora. Burlándose de esto decia D. Francisco Antonio de Monteser, en su comedia El Caballero de Olmedo, ha- blando de una fiesta de toros: — No hagáis, señor, que os esperen, que á las tres empezarán. — Y las tres ¿á qué hora dan? — Según á la hora que dieren. — Mantenérselas tiesas con alguno. — Que me lo haga bueno. — Se las apuesta con todos. — Dios te la depare buena. — Se la jura, para nunca perdonar. — Mala la hubisteis allí. — No las tiene todas consigo. — Dársela por boca. — De buena nos hemos escapado. — Esta es la fija. — Que me la claven en la frente. — Al más listo se la pegan. — Echarla por la tremenda. — Echar la reservada. — Cogerlas al vuelo. Mediante estos y parecidos estudios, ha podido trazarse la segunda parte de Orillas del Guadalqui- — 5* — vir, en donde hay un coloquio sin nombres sustan- tivos y adjetivos y sin participios, habiéndose pro- curado como en lo anterior, que además del len- guaje familiar se lea algo en estilo dulce y apasio- nado. V. En esa misma parte de Orillas del Guadalquivir, se encierra otra obrita dramática escrita sin más partes de la oración que nombres y verbos. Esto, como se comprenderá fácilmente, es de un distinto carácter que los anteriores y que aun prue- ba la variedad riquísima del habla castellana, como se demostrará en muchas frases elegantísimas. — PLlijo libro excelente. — Confundir sé intenciones perversas. — Castigo injurias, consuelo personas tristes, redimo cau- tivos, sustento peregrinos, curo enfermos, preparo sepulturas, entierro cadáveres, todo caridad, todo amor divino, todo no- bles afectos humanos. Aguarda, pálida sombra; frase proverbial que tie- ne origen en la comedia de D. Agustin de Salazar y Torres, También se ama en el abismo. Aguarda, pálida sombra, ¿por qué penetras veloz de las campañas del aire la peregrina región? — 52 — Un poeta morisco, Juan Alonso Aragonés, com- pendió en estas palabras lo que para los de su reli- gión sucedia en España cuando reinaba el segundo de los Felipes: Razón duerme, traición vela, justicia falta, malicia reina. (0 No hay duda que muchas veces la supresión de los artículos hecha con cierta gala, embellece ex- traordinariamente las oraciones como se vé en aquel romance antiguo: Quita de ahí, enemigo, malo, falso, engañador; que ni poso en ramo verde ni en prado que tenga flor. En este, como se nota desde luego, hay algo más que nombres y verbos; pero se cita á fin de que se comprenda mejor cuan hermosa es oportunamente la supresión de artículos. Proseguiré en citar algu- nos ejemplos más de esta clase de oraciones. — Cabeza sin pies, para no saber regir hombres, mala cabe- za; cabeza que sólo tiene ojos para ver y escudriñar, pero no manos para obrar, no es buena cabeza para regir. — Necios hombres que adoráis por dioses á soberbios que mandan y superiores que humillan. — Mal pueden tolerar penas, sufrir hambres, padecer incle- mencias de tiempos, atravesar desiertos y vencer enemigos. (i) Biblioteca Nacional. Códice 1.74. CC — 53 — — ¡Oh muerte que violentas edades, que malogras dias, que deshaces alientos, desfloras bellezas, destruyes juventudes, agostas campos, desperdicias gustos, despojas de todo, apagas afectos, amortiguas apetitos, deshaces vanidades, ¡nada dejas, nada perdonas: todo aniquilas! — Llora de hambre Juana por no mirar antes de anochecer cuatro hijos como espiran. Paredes que sustentaban tapices de invierno y sedas de verano, ya están desnudas. Para ir fue- ra no tiene manto, pero si esfuerzo. Ver morir de hambre á hijos, á leonas afligirá, cuanto más á madres piadosas. Pide, ruega, llora á poderosos; nada consigue. Vuelve á casa con ma- la respuesta: sola iba andando y tropezando, que más cuidado tiene de taparse que de no caerse. Sufre afrentas de lacayos y groserías de señores, que entienden más señas de damas de mal vivir, que suspiros vergonzosos de viudas pobres y descon- soladas. También recuerdo aquí aquellos versos de Torre Naharro, que dicen: Nueva voz, acentos tristes, suspiros de gran cuidado, palabras corriendo sangre, con dolor atribulado. Y aquella coplilla que glosó Góngora: Dá bienes fortuna que no están escritos; cuando pitos flautas cuando flautas pitos. VI. Robles, en su libro de El Culto Sevillano^ escribió oportunamente lo que traslado aquí: "Lo primero que digo es que los nervios que van compo- niendo ó fortaleciendo un discurso, son las seis circunstancias contenidas en este verso: Que, quien, adonde, porque, cuando y como; los cuales se explican en esta forma. Que: en esta palabra se contienen las causas de las cosas. Y causa es todo aquello que produce algo natural ó artifi- cialmente ó de que resulta algo, como el sol es causa del calor y el artífice es causa de la obra que hace. Estas causas son cuatro: eficiente, fin, materia y forma. Quien: en quien entran las personas de quien se quiere tra- tar con todas sus calidades, buenas ó malas, conforme al intento con que se tratare de ellas por alabanza ó vituperio y entran de la misma suerte las cosas capaces de las mismas calidades, como las virtudes, los vicios, los animales, los pueblos, &c. Adonde: en que entran los lugares en que las cosas se ha- cen. Esto aprovecha para las descripciones de ellos y para la calificación de ellas, como si se hicieron en parte sagrada ó pro- (i) MS. de la Biblioteca Colombina. — 55 — fana, si en público ó en secreto, si en la plaza ó en los alcáza- res reales, si en la calle ó en casa. CUANDO: pertenece al tiempo en que se hacen las cosas que aprovechan (como los lugares) de las mismas descripciones de verano, invierno, dia ó noche... en tiempo de fiestas ó de tris- teza ó de penitencia, si en tiempo de paz ó guerra. Y también mira a las personas, como si fulano hizo esto, siendo Juez ó particular, mozo ó viejo, estando preso ó libre, indiciado de culpa ó inocente. Porqi'é. En esta se atiende á los fines particulares que tie- nen las personas para hacer ó dejar de hacer las cosas, á los cuales llamamos motivos, como hacer actos de virtudes para dar buen ejemplo, castigos rigorosos para atemorizar. Como: que es el modo con que se hicieron las cosas, que es acomodado para descripciones)' relaciones." Hasta aquí Robles. Esto no es otra cosa que una ligerísima sombra de lo que sobre el asunto pudie- ra decirse. He copiado todo ello antes de significar lo que he querido hacer en esa parte del opúsculo Orillas del Guadalquivir, que es un trabajito formado todo sin nombres, verbos y participios. Esto me obliga por lo peregrino del intento á hablar algo de la fuer- za de las palabras empleadas en esta obrita. La exclamación ¡Ah! significa voz del que se que- ja por dolor. ¡Ah! sirve para reprender. ";Ah! ¿que hagas esto? que te propases así?" Ah! es igualmente interjección de risa. Ah! tam- bién sirve para llamar. ¡Ah! Juan. ¡Ah del barco! ¡Ah de la guardia! — 56 — El Padre Guadix cree, que aunque algunas de es- tas interjecciones en tal sentido se usaron por los latinos, tuvieron evidentemente origen en los ára- bes. Quien contra esto opine, allá dispute con él. A mi propósito basta consignar sólo la varia ener- gía de la palabra. Abur ó agur y aun aburr palabra que no es nom- bre ni verbo, se usa en significación de á Dios, Dios os guarde, &c.,ymás en significación de despedida. Adrede: de propósito, ó á sabiendas ó á ciencia cierta. Aupa: voz que se dice á los niños para que se es- fuercen ayudándose á levantar. Es de origen vas- cuence y equivale á levántate. De aquí el verbo au- par. Los ingleses dicen up up y de esta voz han for- mado upon, preposición que significa sobre encima. La palabra Amen usada como adverbio, conserva en castellano la significación hebrea. "Así sea: quie- ra ó quiéralo Dios — ó plegué á Dios que sea así." Santaella en su Vocabulario dice que equivale á "ver- daderamente, es verdad, será así ó sea hecho ó fiel- mente." Úsase Amin en árabe por "ciertamente, há- gase." En castellano se dice Amen de en significa- ción de además." Según Rebolledo, en sus Oraciones fúnebres , Amen se usa como adverbio de quien pide y afectuosa- mente desea que alguna cosa se haga, y casi casi sig- nifica lo mismo que el vocablo arábigo entre espa- ñoles ojalá, que quiere decir lo mismo que "hágase." — 57 — Derívase de un verbo Aman que en hebreo equi- vale á creer y ser fiel y verdadero y permanecer. Cuando en el evangelio se duplica, según algu- nos, es en el primer lugar nombre, y en el segun- do adverbio. Amen, amen dico vobis, "Yo verdad os digo verdaderamente." Bien, pues, modo adverbial, es una suerte de ame- naza ó conminación que el Padre Guadix cree ori- ginario de los árabes fatayib, como ¡bien! dicho so- lamente para significar sí ó el etiam latin. Ea! interjección para mandar que una cosa se haga: de aya en arábigo, según el padre Guadix, vi- no el eia latino. Ea,pues, acabad ya," frase aprendida de los árabes, según el mismo. Es para significar que se diga ó se haga una cosa. ¿Eb? para significar esta interrogación ¿Qué decís? Tale, palabra para decir que se tengan quedas las manos ó la mano; para que no pase ó se prosiga alguna acción de manos: según el Padre Guadix via- ne del árabe Táali "darás ó herirás." "Mira que le herirás ó le darás. No pases adelante." Ojalá, es exclamación de origen árabe: plegué á Dios ó si Dios lo quiere ó quiéralo Dios. (Véase á Dozy.) Hola! exclamación para llamar y á veces sirve pa- ra significar sorpresa ¡hola! ¡hola! Es palabra según Guadix tomada del árabe. Hala. En Italia y España se formó del latino ¡oh! y del arábigo bala la palabra bola. — 58 — Ya: muchas veces significa, "Pluguiera á Dios." Ya no más, tiene la misma significación con el au- mentativo que le dan las otras palabras. El adverbio hoy tiene tres significados: primero "todo el tiempo presente, aunque sea de muchos dias y de este usamos en castellano cuando decimos que el mundo está perdido el dia de hoy." Segundo: "el dia presente, excluyendo el de ayer y el de maña- na." Y tercero, "no solamente el dia en que estamos sino el instante." Esa segunda parte de Orillas del Guadalquivir, con- tiene más vigorosas reticencias que las otras, para explicarlos afectos vehementes del ánimo, ya de tristeza, ya de ira, ya de alegría, ya otros seme- jantes. El gran Fray Luis de Granada decia, que con es- ta figura podemos explicar el grande afecto del áni- mo, "cuando elevamos hasta lo sumo la dignidad ó indignidad de alguna cosa, y habiendo llegado allí se detiene la oración, así como aquel que dice que no halla razón digna con la cual pueda explicar lo que falta al discurso; y así el orador se suspende y se pasma y calla, con el cual silencio, cuando el ánimo del que dice está verdaderamente movido, se excitan fuertemente los ánimos de los oyentes." (l> Fray Tomás Ramón, uno de los mejores ascéti- cos de principios del siglo décimo sétimo, escribía (2) (i) Cap. 6, Retórica Eclesiástica. (2) "Vergel de plantas divinas, &c." — 59 — hablando de la concisión, que esta era "no decir más que dos palabras que casi no tienen sentido y decir en ellas mucho." Al hablar de la frase Empero ¿qué? exclama: "Erasmo refiere que diciéndole á Cenon que las sentencias de los filósofos eran muy breves en demasía; respondió que aun las sílabas con que ha- blaba, si fuera posible, lo habían de ser. Era San Pedro filósofo del Cielo... y así fué extremado en decir mucho en pocas palabras: antes bien hablaba por sílabas... ¿Qué brevedad es esta tan breve?... Corta y balbuciente es cualquiera lengua para decla- rar lo que concibe el alma en la consideración de estas palabras: ¿Hic autem quid? Con tres sílabas no mas, dijo lo que no dijera Cicerón con todo el tro- pel de sus oraciones." Y en otro lugar el mismo autor escribe: "Hic, pronombre demostrativo que suele aplicar- se á las cosas grandes y que no se pueden por su grandeza tanto declarar. Pregúntale Moisés á Dios, cuando lo envia á librar al pueblo. — "Señor, ¿quién diré que me envia?" y dícele: "díle que Qui est misit me ai vos. El que es, ese te envia." Pues Señor, eso es lo que yo pregunto: ¿quién es ese que es? Es todo lo bueno que quisiereis, en que está todo lo bueno de los seres, en que se cifra y atesora todo ser y el mismo ser. Decís acá: — "Señor, mucho su- po Platón, pero Aristóteles"... No digáis más que ya se entiende que supo más. "Gran conquistador fué Pompeyo, pero Julio Cesar"... Quedaos ahí que — 6 o — ya se dan por sabidas las ventajas... Quid? pasmo, admiración, confesar su no saber. Qué? aun pre- guntar no se sabe? Este que, estas averiguaciones son las que contienen algún arcano ó misterio." Después de haber trasladado estas importantes re- flexiones, bien es tener presente que el uso de de- terminados artículos con cierto énfasis dan gran fuer- za á la oración, al tenor de lo que aprendimos de los griegos: "¿Tú eres aquel Cristo, aquel hijo de aquel Dios, de aquel que vive?" Decia Yepes, confesor de Santa Teresa, que to- do se cifraba en estas dos frases: ¡Oh qué poco! ¡Oh qué mucho! Con la primera se significaba la breve- dad de los gustos transitorios y lo momentáneo de los quebrantos presentes y con la segunda la gran- deza y la eternidad de la otra vida, así de gozos co- mo de tormentos. Indudablemente es inmensa la fuerza de la par- tícula que en las diversísimas formas en que se emplea. VIL Y prosiguiendo en estos recuerdos, notaré lo que sobre la voz ¿qué} leí en uno de nuestros grandes autores. "Significa á solas ¿qué es eso} ¿qué ha pasa- do? para significar que no le dá importancia. Come uno muchísimo y dice otro: ¡Válgame Dios v lo que ha comido! Nada responde y dice ¿qué} Equivalente á ¿eso os ha parecido mucho} Si vos sintierais el ansia y la hambre, no os parecería mucho lo que he comido. Un hombre sediento bebe y más bebe, y dícele un amigo: ¡Válgame Dios y lo que habéis bebido! Y como si no hubiera bebido nada, dice: Qué} como si expre- sase ¿Qué es esto} Si vos vierais la sed que me abrasa, no os pareciera mucho lo que he bebido." Hé aquí una serie de maneras con que la palabra que se usa en tantas y tantas combinaciones: — Sin hacienda y sin con qué cubrirse. — ¿Quién otro que Dios? — Ahora sí que respiramos. — Aquel si que es monte donde vive Dios. — He olvidado á qué saben sus manos. — ¡Oh que reverenda qut viene nuestra madre la olla! — 62 — — Ese es tu enemigo, que es de tu oficio. — Tripas llevan piernas que no piernas á tripas. — De razón de diz que, y de sentencia de con que Dios nos libre. — Alguna vez que lo vi. — Nunca que lo busqué lo hallé. — Otro que tal. — Cuando amanecia que abria los ojos y veia la luz del alba, luego tomaba de allí ocasión para meditar. — Este 5Í que es amor. — Helos que ya asoman los enemigos; helos que ya. están en casa. — ¿Hay por ventura ordinario para este equipage? — Y có- mo que lo hay. — Y porque qué sé yo y porque qué sé cuando. — Que suba, que baje, que vaya, que torne, siempre estás conmigo. — Que el gentil, que el profano vivan así, vaya, malo es; pero que tú tan filósofo y tan católico así procedas ¿qué es esto? — ¿Qué es ver al que representa un rey en una comedia? ¡Qué aderezado, qué orgulloso en su ademan! — Que quieran que no. — Casar, casar que bien que mal. — Negar que negarás que en Aragón estás. — Y mis esperanzas muertas que muertas y sus desdenes vivos que vivos. — Al escaso resplandor de cual que luciente estrella. — Es hazaña poco hidalga por tal que descuido emprenderla así contra uno. — Oh temor y amarillez que señalan estas cosas. ¿Qué figu- ra? ¿Qué insinúan? ¡Qué puniciones, qué venganzas, qué azo- tes, qué iras divinas, qué estragos, qzié matanzas, qué últimos fines! - 63 — — Pondera el hecho con todas sus circunstancias: que es muger, que es cananea, que clama al Señor, que pide miseri- cordia, que ruega por la hija, que replica y porfía, que se hu- milla, que confiesa, que impetra y es loada. — Dale de que se espante y en que se ocupe. — Tiempo fué ya que escucharas. — Hay varias razones; ¿sabéis cuál? Esta: que por pecador que sea un hombre jamás debe dejar la oración. — Por su dinero halla el rico lo que quiere: que sean mu- geres, que sea venganza, que sean testigos falsos. — Oh ricos sensuales, glotones, destrucción de todos los animales, de los grandes, de los medianos, de los que andan, de los que vuelan, de los que nadan, que sean fáciles de haber, que sean difíciles de hallar, que valgan poco, que cuesten mucho. — Crian no sé qué resplandores de Dios, los que dejada la bulla y el comercio del mundo dan consigo por esos desiertos que como ermitaños, que como penitentes, que como filósofos^1) — ¿En un peñasco berroqueño una encina? y por ventura délas más altas y mejores? ¿Pues qué mucho que así se vea? — Con gran atención unas veces más al qué que al cómo y otras veces más al cómo que al qué. — -"Dónde más altas voces, menos cuidado y mayor necesi- dad hay de arte y preceptos que en esta ciencia? — Todos estos merecimientos son ningunos, sino que si al- go somos ó valemos, es todo por el amor de nuestros padres. — Qué de miedosle pone el diablo! que ha de venir á menos, que ha de sustentar la honra, que tiene hijos, que ha de poner en estado, y que si hace limosna no podrá! — Di tal cosa — que me place. — ¿Pudiera yo desear mayor galardón ni quemas me estu- viese á cuenta? — Era descontentadizo é intolerante; pero por mi fé que en el punto que se hizo hombre, se volvió otro. — Poderoso le quiero yo, que valiente no. (x) Fr. Antonio Pérez. Apuntamientos cuadragesimales 1608. — 64 — — ¡Condición de pobres que nada tienen, que no lo quieran partir con los demás! — Que de lo que yo he menester para mi pasar, me lo quite y dé al pobre ¡gran perfección, gran virtud! Aconséjala Cristo. Pero que dé al pobre lo que no he menester, aquello sin que puedo pasar, es precisa obligación: lo debo de justicia. — Quesea un hombre más para sí que para los demás sea: que procure en primer término su comodidad y atienda más á lo que mejor le está, tolerable es. Pero me has asi amedrenta- do que no sé que me diga. — Vais los que á heridas á heridas, los que á cautiverios á cautiverio, los que á muertes á muerte. — Si eso ignoraron ¿qué supieron? y si eso no supieron ¿cómo se les llama sabios? — De lo que de ella no habrás de escuchar, de mí no lo has de saber. — No tenia que llegar á la boca. — Cierto estoy deque me han de dar mi porqué. — Hay en el mundo locuras que son verdaderas y locuras que son falsas. El abogado bueno, si presume que lo es, tiene locura, pero verdadera; pero que un indiota presuma de letra- do, esa es una locura falsa porque es ficción de lo que no es. Las cosas del mundo son locuras falsas. El rico presume que tiene descanso y tiene cuidado. — Pues que la muerte carece de color ¿cómo la llaman amarilla? Porque hace amarillos á los hombres. Como al dia nublado llamamos triste, siendo las nubes las de la tristeza, porque nos pone tristes. — No seria mejor esto, ó ya que nó, esculpirlo en una pie- dra marmoleña? — Tuvo su para qué. — Oh! á qué buen tiempo hemos llegado. — Todo lo que V. mandare, sólo qiie no sea V. corto en ello. — Ellos querían que me llevases contigo al monte á cazar, que no que me dejases en casa escribiendo. - 65 - — Tuvo que ver eso. — Primero nació Ismael que Isaac, Esaú que Jacob, Rubén que Judas, Aman que Salomón. — i Discípulo de qué? — ¡Gastabas tú aceite? ¿Tú aceite? ¿En qué? — ¡Que casa, qué casa, qué tiempos! ¡Qué uvas tan magní- ficas! Que las miren, que las miren, ¡qué buenas, qué buenas, porque las hay ! — ¡Qué trabajo y sin esperanza de premio! ¡Qué ayuno y sm que Dios lo reciba! ¡Qué rezo y sin que Dios lo oiga! — ¿De qué acá ese mirar fingidamente grave? ¿De qué acá ese color macilento y esa devoción fingida? — Y desde que vi que me oías, ni aguardé más ni pude- — A cualquiera que digas que estoy aquí espera que te es- pera desde anoche, y sin que me enviases á decirlo que pre- tendías, no lo creerá. — Los que son enemigos de que les pidan, luego se venden pobres á cuantos llegan á sus puertas, llorando la calamidad de los tiempos, la falta de los frutos, la quiebra de los bancos, la incertidumbre de las ditas, la infinidad de los gastos y todo á fin de espantar la caza y de prevenir la demanda, porque no lle- gue á sus oidos ni se les pida un maravedí, caso de que les so- bren muchos dineros. — El mayor bofetón que á un hombre se puede dar y el más ignominioso deshonor, es ponerle ante los ojos que los que son que él, le han echado el pié adelante en cosas en que él debiera dejarlos mil leguas atrás; porque esto es argüirle de menos valer, cosa que tanto repugna con la impacienta y el ansia que todos tenemos de subir y más subir. — Esto de ser menos y para menos, es tan gran baldón, que no solamente el ser menos y para menos que otros fueron, también es el extremo de la infelicidad. — Si dan en que. yo rabio ¿qué remedio? he de rabiar toda mi vida. — En dando que le dá, pataleta tenemos hasta no sé cuando. s — 66 — — Hombre, que se muere tu vecino y te puedes morir luego. — Me iré en diciendo quién y a qué me envia. — Llevando un hombre cierta cosa cubierta debajo de la capa, le preguntó otro ¿qué lleva V. ahí? Respondió el hom- bre. ¿No sois más necio que eso? Si yo quisiera que lo supie- sen, no lo llevaría tapado. — Que un caballero rico por sus padres juegue, pase hasta cierto punto; pero que un pobre se divierta en dia festivo con sus límites, ¿quién puede censurarlo?... y que ese pobre mis- mo ande de bureo en dias de trabajo ¡qué azotes! — Y me sucedió, que fui, que torné, que no quise. — Pues nó que nó! — Sabiendo lo que ha de ser, me prevengo para lo que an- helo que no sea. — Qué duques ni qué duques ó qué niños muertos. — Para exagerar cualquiera cosa, con exclamar: Es lo que se dice, se dijo todo lo más. — Veréis una imagen de pincel y diréis ¡qué buena mano! Llaman mano á lo que la mano hizo. — Demos que suceda esto. — Lo que quieres saber es, señor, qué tanto tiempo habrá que á Flandes dejaste. — Una queja bien que amorosa. — Una escala previne con intento, Blanca de penetrar tu firmamento: bien que á la tierra, bien que al cielo sumo bajara en polvo y ascendiera en humo. (0 — Y en viéndome que me vio. — Y á Dios, que vaya conmigo. — Ojos que no ven, corazón que no quiebra. (i) Rojas, Garda del Castañar. — 67 - — Palabra que sí. — Hable, que no hablará. —¿Qué más claro indicio? ¿Cuál tan grande? — Ahora que estás aquí, ahora que te has mostrado digno de tu valor. — Siempre que te veo, te admiro. — Tan sin que ni para qué. . — Luego que llegó. — Mira bien al moribundo. No que le hagan la cama, le sirve de alivio, ni que le hablen de consuelo. — Vengan penas sobre mí, pero que yo las sufra solamente por capricho, peregrina cosa es. — Si ya que no tiene ojos, no tuviera razón, ciego estaría totalmente. Como modelo de soltura de lenguaje y del uso discreto de la voz que, merece ser leído el pasage siguiente de una carta de la poetisa casada y monja Doña María Gertrudis Hore (la hija del sol), ilustre paisana mia, carta en que refiere algo de lo que ocurrió en su convento el dia de la llegada de Car- los IV á Cádiz. Es cosa notable en su género: — "No obstante, por si acaso venia al jubileo, se deja el co- ro para la noche.... El tercer dia: que el Rey viene, que la reina se \ á, que á ver el combate de las naves, á la noche á la ilu- minación, á la tarde á los toros á oir tonteras, que aquel es el rey, que no es, sino el otro, que la reina, que las infantas, si son, si no son, y á oir contar muchísimas patrañas." Con graciosa ligereza se halla usada la palabra ¿qué} en una forma interrogativa, interrumpiendo la oración en cierto cantarciilo de la comedia Sueños hay que verdad son, impresa como de Calderón y que parece ser de Lope de Vega. — 68 — La serrana hermosa, la del bel mirare gloria de las selvas... ¿Qué?... y honra de estos valles : la que en boca y dientes por diferenciarse trae en el aldea... ¿Qué? perlas y corales. El tiempo se rinde á un amor tan grande, que no puede el tiempo... ¿Qué?... vencer voluntades. Creo que bastan estos ejemplos para probar todo el poderío de la voz que, la más usada y por sus va- rios sentidos y combinaciones la que debe ser con- siderada como aquella en que más estriba ó se fun- da el carácter verdadero de nuestro idioma. Pudie- ra haber añadido otros giros; pero tengo por sufi- cientes los transcritos para que con ellos el lector estudioso del habla española, siga un camino llano para mejor conseguir sus deseos. vm. ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL USO DE LOS PRONOMBRES. Curiosísimo es en la lengua española, el juego- de los pronombres. Sustantivados dan á veces gran gala á la oración. En el lenguaje filosófico se han empleado felizmente y el yo de que en nuestros dias tanto se habla y el cual tanto se repite, es muy antiguo entre los es- pañoles. En la tercera parte de un librito que con el títu- lo de El Deseoso, publicó sin nombre de autor un religioso del siglo xvi, y cuyas repetidas ediciones demuestran la estima con que fué acogido, toda su filosofía cristiana reasume de este modo: "Tomad estas dos palabras: yo y tu: estas dos son las pri- meras : las otras dos son esclavo y rey. Si vos sabéis usar de es- tas palabras, os llevarán á gran perfección y á mucha pureza de corazón y os defenderán de todos vuestros movimientos... Todo vuestro ejercicio, podéis aplicar á estas dos palabras: contienen en si grandes sentencias y entendimientos, y de so- las ellas se podria formar un gran libro.... cuando se distrae — 7© — de Dios (el alma) haz cuenta que este te dice: Yo y tú y nada más. Que seáis esclavos de todos y rey de vos mismo." El Maestro Pero Sánchez, racionero de Toledo, que escribió un rarísimo libro de Historia Moral y Filosofía, ^ dedica un capítulo á tratar de lo que se gana con la muerte, que es salir de muchas guerras y de la que tenemos con nosotros mismos y este yo ¡cuan terrible enemigo es! Para ello cita aquella copla: En la guerra que poseo siendo mi ser contra mí, pues yo mismo me guerreo, defiéndame Dios de mí; copla que alguno enmendó años después en esta for- ma más sabida: En el campo me metí á lidiar con mi deseo, conmigo mismo peleo, defiéndame Dios de mí; copla que de esta suerte ha sido muy glosada y por algunos de nuestros más ingeniosos y afamados poe- tas dramáticos. Pero Sánchez escribe: "De todo lo dicho se infiere cuánta ganancia es la buena muerte, pues mediante ella nos escapamos de nosotros mismos y quedamos libres de nuestras propias prisiones y salimos del poder y cautiverio de esta mala bestia, de este yo mismo que tanto mal nos hace. Dice San Antonino de Florencia en sus. (i) Toledo 1590. — 7» — historias, que preguntó el filósofo Sócrates á uno que se habia idoá vivir al campo, por apartaise de la conversación de los hombres, si se habia apartado de si mismo. Y como el otro le respondiese que no era posible apartarse de si, replicó Sócra- tes: Pues te Un'ciste á ti contigo, acompañado quedas y no vives en soledad. Despidiéraste tú de ti, alejáraste de tu propia vo- luntad y estando solo de tí, estuvieras muy bien acompañado." D. Cristóbal de Moroy y Silva, ingeniero andaluz, y andaluz en todo, dijo en El ofensor de sí mismo: ¡Oh! quién pudiera de mi hacer otra parte, otra mitad, otro yo, porque al repetir mis congojas, cuando yo me condenara Yo también me defendiera dándome de aquesta forma yo á mi conmigo la culpa yo á mi conmigo la gloria. Sipara conmigo yo no soy honrado ¿qué importa el serlo para con otro? Así define el yo el Maestro Pero Sánchez: "De esta manera podemos entender que el alma mueve al cuerpo sin moverse ella localmente y vá adonde quiera que va el cuerpo. Asi cuando yo, voy á alguna parte, necesariamente llevo conmigo á mi ánima y no la puedo apartar de mí, sope- ña que si ella no fuese conmigo, no pudiera yo ir adonde voy- Porque esteyo es un agregado de mi cuerpo y de mi ánima..." porque cada uno de por si, no es yo, sino entrambos juntos." — 72 — Y prosigue hablando del hombre. Observa que en él hay dos hombres parciales, el hombre viejo, proce- dente de Adán y el hombre nuevo, puesto así por Je- sucristo. Para probar sus argumentos dice: "Es cosa muy cierta que nos vá la vida en despojarnos de este pellejo antiguo de nosotros mismos y que vivamos nosotros sin nosotros, y que muera yo para que viva yo, y que muera mi carne para que viva mi espíri- tu.... y con esto queda satisfecha la cuestión que propusimos diciendo que es muy posible estar yo sin mí y alejarme de mí mismo, con esta división de estos dos yoes que digimos ó de estos dos hombres parciales." Nótese el plural que se di al pronombre jo como sustantivólos, del mismo modo que se dicen lúes. Cuando son varios yoes de distintas personas, se escribe ó profiere nosotros 6 su contracción nos: cuan- do son distintos lúes unidos en algún fin, &c. se dice vosotros. A veces el ustedes no se toma en el significado de ser contracción de vuesas mercedes, único que se le atribuye, puesto que hablando con vuestra esposa é hijos, ó hermanos, ó íntimos amigos, decimos hoy pueden ustedes salir á paseo, venir al teatro conmigo, esperarme en tal sitio, &c, en lo cual se vé que no vamos á llamar de vuesa merced á nuestra esposa, ni á nuestros hijos, hermanos, amigos del alma, fice., á quienes tuteamos. Aquí se vé que en ocasiones el ustedes es plural de algunos ó muchos tues. — 73 — Continúa Pero Sánchez, jugando con los pro- nombres para enseñanza de su filosofía cristiana. "Cuando el hombre obedece al espíritu y á la parte supe- rior de! alma, que pretende allegarse á Dios, está alejado de aquel si mismo que trajo de Adán." Lope de Vega, en el Animal de Hungría, hace de- cir á su heroína: Que ayude el sol no lo niego, mas para engendrar un yo otro yo esfuerza, que el fuego dará calor al que obró el ser que me forma luego. Al sol alabo y bendigo: pues, madre, tener querría por si vos os acabáis otro yo en mi compañía. Decidme ¿cómo os juntáis en ese sol y en qué dia? que quiero formar un yo que viva sugeto á mí. El mismo Lope de Vega, en El Peregrino en su pa- tria, escribió: "Entre los caballeros mozos... íbamos un amigo mío y yo, que si la muerte no nos hubie- ra diferenciado, viviendo él, no me persuadiera na- die cuál de los dos era yo mismo." Aquí el yo está en significación de otro semejan- te á mí. Y porque todo no ha de ser ejemplos de antiguos, ahí tenemos uno de un poeta admirable contempo- — 74 — raneo nuestro, tierno cantor de Marsilla, de Men- cia, &c, D. Juan Eugenio Hartzenbusch, tan maes- tro de todos y tan ingenioso, el cual en la Redoma encantada hace que uno diga de otro que por hechi- cería tomó la figura de aquel. , Yo zurro á mi, al jj/£» antiguo, el yo flamante, que según sienta costuras parece oficial de sastre. El elocuente Fray José Gallo en su Historia y diá- logos de Job,W dice: "Hay otros que no saben ser amigos sino para pedir para sí mismos. Este, si rue- ga, no es para sí, sino para su amigo; que quien lo es verdadero, primero ha de querer para el amado que para sí; si tener yo amistad, es tener deseo del bien y procurarle como á mí mismo, pues el filósofo dice que el amigo es otro yo ." Parafraseando el libro de Job dice: "Si yo tuviera siquiera el sustento, que al más desdichado no fal- ta, no me quejara como oyes, amigo Elifaz, pero vésme en este muladar con una teja en la mano he- cho un yo y ¿no quieres que me queje?" En otro pasage juega del pronombre en otro sen- tido, hablando del Bautista y de su muerte. "Allá, dice uno, que por petición de una rapaza; pero na- die dice que por ladrón ni facineroso, que aunque (i) Burgos 1629. — 75 — fué mentira, de Cristo Redentor nuestro ya se dijo que revolvía el pueblo y que blasfemaba; pero de San Juan, ni palabra, sino que envió el verdugo á la cárcel por la cabeza para la bailadora, reservando la razón para un yo me lo sé como hoy dicen." Moreto y Cáncer, en la comedia La fuerza del na- tural, escribieron: Hálleme, pobre, abatido: hálleme humilde y sin fama; y hálleme yo, que es lo más esencial de mi desgracia. Es tan rica la lengua española de preciosos y no menos elocuentes giros con los pronombres, que por olvidados ha perdido mucha parte de su vigor y ga- lanura. A toda persona discreta y de buen gusto no podrá menos de encantar aquella letra amorosa del célebre Juan de Timoneda, en que se apura con la mayor facilidad y dulce delicadeza, el uso del pro- nombre aquel, hasta el extremo que se verá tan digno de estudio: Aquel si viene ó no viene, aquel si sale ó no sale en los amores no tiene contento que se le iguale. Aquel pensar que es amado el amante ó venturoso y tenerse por dichoso de verse bien empleado, si con esto se mantiene y que el seso no resbale, - 76 — en los amores no tiene contento que se le iguale. Aquel mirarse de dia ella á él y él á ella y esperar la noche bella y hablarle como solía, aquel cuando se detiene, aguardando quien le vale, en los amores no tiene contento que se le iguale. Aquel pensar "si me ha oido, si me ha visto por ventura, si llegó la hora y postura que se habia constituido," si en esperanzas se aviene y el amor con este sale, en todo el mundo no tiene contento que se le iguale. Aquellas señas "que espere," que le señala la dama, Aquel si con que le llama, aquel decir que le quiere, aquel si, cuando conviene en cosa que poco vale, en los amores no tiene contento que se le iguale. Lope de Vega, como de cosa sabida, parafraseó •estos versos en su comedia el Acero de Madrid. Temible cosa es mirar aquel si viene ó no viene Estarás tú contemplando aquel si sale ó no sale. — 77 — Esto se llama verdadera gallardía de lenguaje; tan lejos de los que en vez de dedicarse con verdade- ro apasionamiento de idiomas secos y desgarbados, creen que con saber cuatro reglas gramaticales espa- ñolas han sabido todo lo que tienen ó pueden saber del habla más rica y agraciada de las que hoy existen. Lope de Vega, en la Escolástica enamorada, escri- bió con aquella facilidad tan agradable y tan suya: ¿Yo escribir, yo regalar, yo estar mudo, no comer? ;Yo esperar en un ayer un hoy que nunca llegó? Donde se vé al par con qué oportunísima gala- nura sabia á tiempo sustantivar los adverbios. Gerónimo de Artes, uno de nuestros más felices trovadores, decia en una canción: Siempre crece mi serviros y »ii triste desearos; mas con temor de enojaros non oso merced pediros. Aquí se ven sustantivados el verbo y un pronombre. Diego de San Pedro, el autor de la Cárcel de Amor, llamado el Weriher antiguo, escribía en el Cancionero: El mayor bien de quereros es querer un no quererme, pues procurar de perderos será perder el perderme. No menos se vé la armonía y desenvoltura del idioma patrio, en esto de Jorge Manrique: — 7» - Pues que yo fui mi enemigo en darme como me di, ¿quién osará ser amigo del enemigo de si? Y al propio tiempo en el Cancionero, Suarez nos presenta una elocuente manera de jugar con los pro- nombres. Vosotras sois las temidas, nosotros somos temientes, vosotras sois las servidas, vosotras obedecidas, nosotros los obedientes; vosotras sojuzgadoras, nosotros los sometidos, vosotras libres señoras, vosotras las vencedoras, nosotros siervos vencidos. Vosotras las adoradas, nosotros los denegados, vosotras las muy loadas, vosotras las estimadas, nosotros los desdichados; vosotras solas tenéis el poder que más pudiere; vosotras solas podéis escoger á quien queréis, nosotros á quien nos quiere. Antiguamente se usaba anteponer á determinados pronombres un artículo, como se vé en Garci-San- chez de Badajoz, entre los versos de sus lecciones de Job, apropiadas á su pasión amorosa: — 79 — La mi ánima se enoja de mi vida, pues no es buena, porque aquel que amor condena cien mil años se le antoja un hora que vive en pena. ¡Oh! si son tales tus dias como aquellos que yo vivo, tü señora, yo cativo, tú viviendo en alegrías, yo en tristeza mas que escribo. Xo: ni los tus tiempos son en tanta pena y pasión como yo con mis porfías que si lo fuesen habrías de mis males compasión. ¿Tienes tú por bien, Amor, los tus ojos contra mí nunca abrir por mi dolor á mirarme? (0 Casi un siglo después, el dulce Garcilaso de la Vega, no solo usó la mi muerte, como frase muy ga- lana, sino aquella de vosotros los del Tajo, con la más bellísima y apropiada repetición, tan correspondien- te á la maestría y delicadeza con que escribia el ha- bla española. Vosotros los del Tajo en la ribera, cantareis la mi muerte cada dia. Este descanso llevaré, aunque muera, que cada dia cantareis mi muerte, vosotros los del Tajo en su ribera. (i) Cancionero de Amberes. — 8o — D. Antonio de la Cueva, en su comedia Como no- ble y ofendido, dice: — Este es: muera. — ¡Oh! qué donoso en este caso es el es. Los escritores portugueses que han cultivado la lengua española con felicidad suma y esclarecido in- genio y cuyas obras de este género no hemos dado á conocer los coleccionistas patrios por lamentable olvido, nos han dado ejemplos de atrevimiento en la frase, dignos de estima, porque con ellos se enri- quece evidentísimamente nuestro idioma. En el juego de los pronombres han logrado acer- tar con aquella facilidad difícil que tanto acredita á los buenos autores. Gerónimo Bahia dijo: Pone en duda el movimiento de una garza que se eleva ó si el viento en si la lleva, ó si ella en si lleva el viento. El ilustre cantor de la Vida de D. Juan de Castro, cuarto Virey de la India, el elocuentísimo y no me- nos florido capitán Jacinto Freyre de Andrade, de- cía en uno de sus versos castellanos: Confieso que te adoré y te adoro; que en rigor todo es voces el amor, nunca silencios la fé. Águila tu sol miré, — 8i — tu luz mariposa vi; aunque de ti me perdí por transformarme contigo, nunca me hallé más conmigo que cuando me hallé sin mi. El mismo autor decia: Detente ó vuelve atrás, barquillo osado: mira que vá cualquier de nos perdido, tú del agua en los piélagos hundido, yo del llanto en los mares zozobrado. Y ya que de autores portugueses hablo, inciden- talmente haré notar aquí cómo jugaba con el idio- ma Gerónimo Bahia, poniendo y trasponiendo las voces, para dar novedad y gala á la dicción: El que tiene, logra, alcanza por devoto, fiel, modesto, la gracia, el amor y aplauso de Dios, del Rey y del pueblo. Siguen muchos, bien que raros, títulos y caballeros; raros, si el valor estimo, muchos, si el número cuento. En el fallecimiento de una dama bellísima, dijo: Una muerte tres vidas atrepella: del amor, del amante y de la amada. El gran Freyre de Andrade, nos enseña el buen uso en la contraposición de las interjecciones ¡Ay! y ¡Ah! en aquella poesía á una dama suicida: (Ah fortuna cruel! ¡Ah suerte dura! ¡Ay de aquella que nace sin ventura! — 82 — No menos discretísimamente usaban nuestros an- tiguos poetas en sus canciones, sin nombrar antes la persona, poner un pronombre refiriéndose á quien se ha de indicar después, forma por demás atrevida como bella. Alonso de Alcaudete, en un pliego antiguo de glo- sas y villancicos, impreso en Burgos, sin año de im- presión, copia una poesía que empieza de esta suerte: Llamába/0 la doncella, y dijo el vil : "al ganado tengo de ir." Hay otras composiciones en que no aparece el nombre de la persona de que se trata, sino un pro- nombre constantemente, como aquel cantarcillo del Cancionero impreso en Sevilla el año de 1535. Empieza y prosigue así: Decida que me venga á ver, que cuanto más me riñen, tanto más crece el querer. Al amor firme no vence ninguna fuerza, y el reñirme más me le dobla y esfuerza; que se destuerza cuidado podéis perder; que cuanto más me riñen tanto más crece el querer. Encerrada dos veces ya me han tenido, — 83 — castigada y aun ásperamente he sido, y no han podido mi amor tan firme mover; que cuanto más me riñen tanto más crece el querer. Con mil ronces que os aborrezca me ruegan; mas entonces mucho más amor me pegan; y si á mi llegan, el ser por vos es placer, que cuanto más me riñen tanto más crece el querer. Conviene aquí observar, que así como al tratarse . 92 — nía parecida, por innumerables hay que dejar de re- ferirlos y concretarnos únicamente á algunos, v. g.: de buenas á primeras, á tontas y á locas, &c. Críticos muy célebres han ensalzado aquel giro poético de Góngora: Desnuda el pecho anda ella; en vez de decir desnudo el pecho. Y se equivocaron, porque Góngora no fué el in- ventor de esa frase, que si no estuviera tan autori- zada, llamaríamos concordancia vizcaina. Ya antes habia escrito Fernando de Herrera, en su oda á D. Juan de Austria, tal como se publicó entre sus primeras poesías, hablando de Apolo: Revuelto en oro la encrespada frente; •en vez de revuelta. Y D. Alonso de Ercilla, en la .Araucana habia antes dicho: Turbó la fiesta un caso no pensado; y la celeridad del Juez fué tanta, que estuve en el tapete, ya entregado al agudo cuchillo la garganta) ■en lugar de entregada la garganta. Giros son estos imitados del griego, como repe- tiré más adelante. Los italianos los han usado tam- bién. El Tasso dijo: Stavasi il capitán la testa ignudo vario e vago la pluma. — 93 — Siendo el hombre un compuesto de alma y cuer- po, un autor, para significar este dos en uno, al ha- blar de ellos los convirtió en singular, porque decia: "Pero el castigo que hará Dios el dia de juicio será muer- te en muerte, cuchillo en cuchillo, quiero decir, que el casti- go será en cuerpo y alma. Alma y cuerpo no verá á Dios: alma y cuerpo morirá, mala muerte.... alma y cuerpo padecerá ham- bre en perpetua cautividad. "(0 Sobre críticas de lenguaje, merecedoras de estu- dio, son las siguientes ingeniosas razones del citado Maestro Pero Sánchez: "Los estados del mundo son cosa de burla y no merecen nombre de estados. Y conforme á esto, me parece que no es pregunta muy avisada laque tanto se usa. ¿Cómo estáis? Pues ninguno está, ni se detiene, sino que camina á todo correr, si- guiendo el continuo movimiento del Cielo. Más avisada pre- gunta seria decir: ¿Cómo pasáis? que ¿cómo estáis? pues que nunca estamos ni nos detenemos en un punto, antes camina- mos muy aprisa y sin parar. Y también me parece que no es buen lenguaje este, que también es muy usado: ¿Cuántos años tenéis: Mas al propio tiempo se podría preguntar: ¿Cuántos años de/ais de tener: Xi tampoco me contenta esta frase: ¿Cuánto há que vivís": sino ¿Cuánto há que morís:.... De ninguno se puede decir que tiene años de vida, sino años de muerte. Y si queréis porfiar que tenéis los años de vida que há que nacisteis, pregunto, aquellos años, ¿qué es de ellos: ¿Adonde los tenéis? ¿Xo son ya pasados! ¿ Quédaos alguno de ellos que nos podáis mostrar: ¿Xo pasaron como sombra vuestros dias': Pues, sisón ja pasados y no los tenéis ¿cómo decís (i) Fr. Francisco de Castañeda Tratados sobre los Evangelios en las Domini- cas y fiestas de Santos. — Madrid 1624. — 94 — que tenéis veinte años? Más cierto es que no tenéis más de un nunc (ahora) porque lo demás de vuestra vida ó está pasado ó por venir. Lo pasado ya no es: lo por venir no ha llegado, luego ni tenéis dias, ni años, por muy viejo que seáis; y antes tenéis años de muerte que años de vida."(0 Este mismo autor, en vez de decir que un Gene- ral perdió la batalla, escribe con más propiedad, que perdió la victoria, y en lugar de decir que á un reo perdonaron la vida, pone que le perdonaron la muerte. Solís en Amor y obligación, pone este verso: ¡Cuando perdí la victoria! Se dice comunmente á ojos vistas: hay también autor que por contraposición ha escrito á ojos ciegas. En vez de por mis negros pecados, se dice: por negros de mis pecados;(2) construcción como se vé caprichosísima. Para significar algo indeterminado en cuanto el número, dícese: cosa de cuatro ó cinco meses. Maté cosa de cien turcos; cuenta un personage en la comedia de Diamante, El valor no tiene edad. Hay gran desenvoltura en nuestro idioma, más, mucho más que en el latino, para expresar familiar y graciosamente los conceptos. Si el latinista escribe Tam honestus quam qui ho- (i) El Maestro Pero Sánchez. Historia Moral y Filosófica. (2) Diamante. El Negro más prodigioso. — 95 — nestissimus, el español pone: Tan honrado como el que más. Si el uno Plus habet, hoc tribuo, quam tribuenda dúo, que en traducción literal es Más vale esto te doy, que dos cosas se te han de dar, con más enérgica conci- sión el español escribe: "Más vale un toma que dos te daré." Cañizares en la Invencible Castellana, dijo: — Y usted, Reina? — Y usted, Rey? — Se me anda en chachar rasmanchas con otro? De nombres en sentido festivo se suelen formar verbos extravagantes á semejanza de otros ya admi- tidos en el uso común. D. Cristóbal de Monroy y Silva, dijo en sus Mudanzas de la fortuna y firmezas del Amor: Con tu nombre se almibara, se aloja, se encanelona, se conserva, se enturrona, se pestiña y se azucara. En Las dos Estrellas de Francia, comedia de dos ingenios, hay este diálogo: Rosa. — En el monte me perdí. Montero. — Y ¿qué buscáis en rigor? Rosa. — El camino. Montero. — Xo es mejor que andéis perdida por mi? Don José de Cañizares decia en la comedia De los Hechizos de Amor la música es el mayor, y El Monta- ñés en la corte pone estos giros: — 96 — El gusto ya es un querer ir queriendo. ¿dónde voy me preguntáis? Sacadlo/w cómo vengo. Y Lope de Vega en La Niña de Plata: Y" aunque te arrastre lo amante, atiende á lo caballero. D. Francisco Antonio Monteser, en el Caballero de Olmedo: ¿Vá bien? — Délos cielos, vengo á pedirla unos celos como por amor de Dios. Que tú el cuerpo me guardaras. — En dónde? — En la faltriquera. —A bautizar le llevemos. — ¿Por qué? — Porque hoy ha nacido. — Pues advertid, Don Alonso, que sobre mi honra vengo á hablaros. — Pues bajaos de ella y lo que intentéis sabremos. Aquí el autor ingeniosamente se burlaba de los distintos sentidos que el uso ha dado alas voces. Hay cosas imposibles de averiguar con razón evi- dente en cuanto al origen de determinadas palabras. ¿Por qué entre aficionados al arte pictórico se dice que un cuadro es amurillado, aticianado, azurbara- — 97 — nado y avelazcado, y no se dice arrafaelado sino ra- faelesco, y así de otros y otros? Lo que decia un amigo: eso sucede, porque el uso así lo quiso y nada más. No hay otra filosofía. Sobre fuerza en el decir, observó el autor doctí- simo que publicó el libro del Nombre de Jesús: "Aun acá en nuestro español se suele decir, cuando quere- mos alabar y engrandecer una cosa, llamarla en abstracto, como para decir que una persona es muy prudente, solemos decir: Es la misma prudencia. Y para decir que es discreta, es la mis- ma discreción, y para decir que es blanca, que es la misma blan- cura'.' Con igual propósito dice otro autor: "Al que es muy sabio llaman la misma sabiduría, al muy bueno la misma bondad y al muy vicioso el mismo vicio" El autor del libro del Nombre de Jesús, añade: "Cuando yn padre de familia ó una persona muy de casa llama á las puertas de ella para que se las abran, cuando de allá dentro le preguntan ¿Quién está ahi? suele responder Yo soy, no manifestando su nombre, como ya conocido por sí pro- pio y por su mucha familiaridad." Aquí el autor se olvidó de aclarar que el eco de la voz conocido en el yo soy, sirve de explicación. No deja de ser ingeniosa la siguiente que hace el autor referido: "Se suele decir, cuando vemos un enfermo que está agoni- zando: Este ya está muetto. Es decir, que tiene enfermedad grande que no escapará de ella, si no es con la muerte." — 98 — Fr. Ambrosio de Molina en sus Discursos Cuares- males W dice: "El mismo Dios manda y quiere que se ame." Sobre esto de mandar Dios y querer Dios, hay un juego caprichosísimo. Cuando vemos una cosa bien, decimos: Está como Dios manda. Cuando la halla- mos mal, decimos: Está como Dios quiere. Y ¿por qué Dios quiere lo que no manda y manda lo que no quiere} La explicación es convincente. La primer frase tiene un sentido recto: la segunda uno iró- nico. La frase Dios me ha venido á ver, se usa en dos sentidos: en el recto, cuando se trata de felicidades: en el segundo, cuando de desdichas. A este propósito, recuerdo un epigrama muy ce- lebrado y que Gracian publicó en su Agudeza y Ar- te de Ingenio. El Marqués y su muger contentos quedan los dos: ella se fué á ver á Dios, y á él le vino Dios á ver. Creo que mejor estuviera: El Marqués y su muger iguales quedan los dos: ella se fué á ver á Dios, y á él le vino Dios á ver. El pensamiento queda más elocuentemente ex- presado dejando entrever el contento, como resultas (i) Barcelona 161 >. — 99 — 33 — mucho pri moroso; miaposentillo, sin asiento ni me- sa; la cama una tabla; el santo suelo mi descanso; mi comida poca y de lo peor; pero con mi Dios y la Vir- gen la noche y el dia, el primero al trabajo, segu- ra en mi boca la honra del prójimo, mi esperanza con las manos en las aldabas del cielo y hombre en fin de mucho recogimiento, de suma verdad y de pocas palabras, aunque nunca mudo para lo de Dios; todo en fin, á mi abuelo, todo á mi abuelito. Don Pedro. En resumen, menos de ellas con relación á su persona y más de las del asunto. Peregrin. Muchito que sí y al cuento, señor, al cuento, y qué lindo cuento! A las tantas de esta madrugada y á las puertas de mi aposentillo, tras tras. ¡Pobre de mí! Adiós sueño y en lo mejor de él: un sueño de los mios, de los de la noche á la mañana. ¡Qué gran coloquio! Yo. — ¿Quién diablos tan á deshora? Una voz ronca y temerosa. — ¿El portero de las madres?.. Yo, otra vez. — ¿Para qué? La misma voz. — Para la ma- dre Sor Irene el médico y el confesor. Yo. — Sor Irene, infeliz con la vida, siempre en un grito (pero tranquila como bugía dentro de la linterna, como fruta dentro de su cascara, como imagen con su ve- lo, como perla dentro de su nácar). Sor Irene con una voz para el canto que ni un gilguero y ahora con el alma á la boca... La voz, la del portero del — 134 — Convento. — Sí, hermano, casi en las últimas y á Dios y pronto el confesor y el médico. Yo. — Con Dios, y hasta la vuelta. Animo, pues, pecho al agua, ro- pa fuera y en busca del Padre al convento: lo pri- mero primerito lo del alma. El comendador ¡gran sugeto! cuando no en el ocio santo de la vida con- templativa, en el rescate de los cautivos y en el de las almas... Y eso en menos de dos años. Don Pedro. Al hecho y menos charla inconexa. Peregrin. Oh ¡qué santazo el Padre comendador! ¿Pues y el Padre provincial? Don Pedro. ¡Qué comendador ni qué enredos! Presto y de bien á bien, aquí ahora mismo sin rodeos ni arti- ficios la relación de todo, ó por mi nombre... Peregrin. Señor ¡qué impaciencia y qué amenazas, pecador de mí! Las conversaciones de cada uno, según su genio. La verdad en su punto. En el camino de la casa de los padres Redentores y con la oscuridad ¡santos de la corte celestial, qué tropezón el mió! con una escala ladronera sujeta á un balcón y con el alma entre los dientes enmedio de unos diez y seis ó diez y ocho soldados generosos de maldiciones y de puntapiés. En esto una muger del balcón á la es- — 135 — cala, de la escala á los brazos de un capitán muy fanfarrón y palabrero, y de los brazos de este Fiera- brás á la rueda de los soldados, cuales manadas de ciervos al tránsito de los rios, cuales hileras de hor- migas por esos campos en sus agostos, cuales abe- jas por esos prados en la labranza de sus panales y todo como á son de caja. ¡Y qué valor el de ella y qué semblante tan dulcecito á la luz de una linterna! Don Pedro. ¡El robo de una muger! Peregrin. Y hermosísima, y la muger hermosa ó loca ó pre- suntuosa, y la muger como el vidrio siempre en pe- ligro, y la mala cauta y no infamada, y la mejor mu- ger, muger. Y qué bribones los blasfemos de los sol- dados y con qué pullas y hasta con qué cintarazos contra mí; y no tal ó cual, este ó aquel, ó el uno ó el otro, sino todos juntos, y á cuál el peor. Jesús María y José y cuánta baraúnda y cuánto de empe- llones con este desdichado! Ellos á que sí y yo á que no: ellos á que patatin y yo á que patatan. Don Hernando. Y á nosotros ;qué de todo ello? Peregrin. (¡San Antonio mió y qué cara, ni la de Holofer- nes!) ¿Cómo qué?... ¡Mas ay menguado de mí! Con todo tan de repente y tan junto, adiós memoria. — 136 — La pobre de Sor Irene sin médico del cuerpo y sin médico del alma, y tan fuguilla hasta en la muerte, y yo aquí tan cómodo en este sillón y tan despacio contra mi costumbre, hasta en esto un verdadero re- trato de mi señor abuelo. Don Hernando. Al grano otra vez ó por Cristo vivo que esta daga... Peregrin. Nequáquam... Otro capitán. Don Pedro. ¿Otro capitán? Peregrin. Sí ¡el novio! ¡Qué voz para el mando! "Alto ahí, Infeliz alimaña: el menor pedazo la oreja: la pena del Talion, ojo por ojo y diente por diente. Sin ■excusas de mucho ó poco momento, al instante esta carta á casa de D. Pedro de Mendoza. ¡Hola! tres soldados con ese hombre y á la mira del suce- so hasta su entrada en la casa. Y caso de resisten- cia ó incertidumbre en Peregrin, duro en sus espal- das: conque á ella, manos á la obra, seor sacristán. Adiós y buena fortuna y amigos y en paz. Y á to- do esto la mala rapaza de la novia risa y más risa de mi cara y de mi aflicción. Sí: la señora Felisa ó do- ña Belisa. ¡Cuerpo de tal con ella y con sus buenas entrañas! Don Pedro. ¿Felisa ó Belisa? — '37 — Don Hernando. ¡Oh Dios, qué idea! Elisa. Don Pedro. ¿Elisa acaso? ¡Qué disparate! Don Hernando. ¡Oh sí, Elisa, Elisa! Don Pedro. ¡Elisa! ¡Elisa, oh Dios! En el balcón de su aposen- to una escala de cuerdas y su alcoba vacía! ¡Desdi- cha terrible! Don Hernando. Pronto, pronto esa carta. Don Pedro. "Perdón mil veces, perdón por mi silencio antes y por el disimulo del amor verdadero mió: perdón y mil veces perdón por mi huida de vuestra casa con mi esposo, no menos que con mi esposo. Con un corazón tan noble y tan mió y tan para mí como el suyo ¿qué otro término que la unión de nuestras almas ante Dios, ayudador en las tribulaciones, Dios alto en el poderío y en el juicio y en las misericor- dias? "Gracias por vuestro amor hacia mí: gracias por vuestros desvelos, gracias por el estado prosperísi- mo de la hacienda de esta huérfana, hija de hoy más para con vos, hija tierna y anhelosa de una palabra de olvido, no por prenda de perdón futuro sino de - i38 - la voluntad presente, generosa y sublime tan propia de vuestra alma. Elisa de Acevedo." Breves palabras las suyas, pero de eterna amargu- ra para mí. Don Hernando. ¡Pero tio!... Don Pedro. ¡Solo de hoy más: solo yo ¡ay dolor! sin mi Elisa,, sólo sin mi sola alegría, sin la luz de mis ojos, sin el alma de mi alma, sin la dulce presencia de mi bien, sin la regalada melodía de aquella su voz! ¿Y quién mi competidor? Sus señas, su nombre... Peregrin. En un verbo. Lindo por extremo, los cabellos co- mo sortijas de oro, bigote rubio aunque no mucho: ojos hermosos, aunque no muy grandes, color más moreno que blanco, rostro más aguileno que redon- do: cicatriz de un chirlo en la frente y sobre todo mal año para su alma y para toda su casta, miradu- ra de perro. Don Hernando. ¡Qué señas, cuerpo de Cristo conmigo! ¡El muerto! Peregrin. El muerto, sí, el muerto de mentirillas. ¡Ay San Pascual Bailón y que necedad la mia! ¡Adiós, mi di- nero! Don Hernando. ¡Muerto de mentirillas! _ ,39 — Don Pedro. Sí: para tu refugio en esta casa ante el cuerpo de un moribundo á tus pies y para mi entretenimien- to con la relación del suceso durante la huida de Elisa. ¡Infame artificio! Don Hernando. ¡Y eso á mí, á un hombre como yo y de mi in- genio y de mis travesuras y de mi fama! Peregrin (aparte.) ¡Malo y remalo, retemalo y retataramalo, y ojo avizor y afufón! Don Hernando. ¡A la venganza: en su busca tio! Don Pedro. Venganza nunca por medio de las armas: á la jus- ticia para la prisión del delincuente y para el casti- go de su culpa en público cadalso. Peregrin. Eso... eso!... Don Hernando. (¡Y este hombre con tanta pesadez en la relación del suceso: su venida aquí y esa carta! Disimulo y sagacidad con este pájaro de cuenta.) Peregrin. (¡Ay qué ojazos tan sospechosos los de D. Her- nando! Aquí de mi astucia.) Señores, ¡oh qué sonido! — 140 — Justamente, cabal: el lastimero son de la campana de mi convento. ¡Y Peregrin ocioso como una pie- dra y la Madre Sor Irene en la agonía y el médico y el confesor en sus casas! Con licencia yá la paz de Dios. Pax vobis. Y ¿qué hora? Ya cerca de las ocho. Don Hernando. ¿Qué ocho? Ni las seis y media, ni qué campanas ni qué campanario del convento. El almirez de la casa del vecino. Don Pedro. Alto ahí! Fabricio, Antonio, ese hombre sujeto con buenos cordeles á la justicia, á la cárcel por cóm- plice en el robo de Elisa. Peregrin. ¡Ay de mí! cual tórtola gemidora en el árbol de sus penas. Señores, por las piedras de Esteban y las parrillas de San Lorenzo, por la cruz de Pedro, An- drés y Eulalia, por el aceite de la tinaja de San Juan, por el lazo al cuello de Pedro de Armengol... yo tercero! ... En Peregrin sospechas de esas cosas! . . . No en mis dias, otro castigo y no ese! Don Hernando. Antonio! Fabricio! un examen á sus bolsillos. Peregrin. Pícara ó picada curiosidad. Cepos quedos. Antonio. Aquí un rosario. — Hi — Pereyrin. Sí: un rosario obra de estas manos, que aunque pe- cador y pecadoras, no tanto. Fabricio. Y aquí una bolsa con seis monedas de oro, una de plata y tres ochavos segovianos. Don Pedro. Y ¿qué más? Fabricio. Una hermosísima sortija de diamantes. Don Pedro. ¡La sortija de Elisa! Don Hernando. ¡Ah traidor! con dinero de mi enemigo: ¡oh. mal- sín hipócrita' ¡Oh taimado raposo, el de la humil- dad como de niño en su inocencia, el de ninguno más pobre que él, el de la comida de yerbas y pan y eso una vez al dia, el de su camino á ojos bajos, el de la vida de ángel sin resabios de hombre, el del alma de paloma candida, el labrado en el recogi- miento como piedra preciosa, el de siempre haldas en cinta para el bien del prójimo. Bah! bah! Con- fianza, confianza en tu merecido. A azotes y á ga- leras. Con él, con él muchachos para obsequio del Sr. Asistente! Pin;/rin. ¡Ay de mí! Socorro, madre y Señora de Roca — 142 — Amador, virgen mia del Coral y de Valbanera, para este inocente sin más culpas que las del goloso ca- britillo! Don Hernando. ¿Y Elisa, y esta sortija? Peregrin Dada por su mano, no más. Pero ¿qué su mano? por sólo dos dedos, y aun no dos sino dos puntas de sus deditos y esas no descubiertas sino con el guante puesto. ¡Infeliz, infeliz de mí! Comendador. ¡Qué lamentos! Don Pedro. Nosotros con nuestras armas al alcance de los fugitivos. Comendador. Señor Don Pedro, juicio y conformidad. Ella co- mo ella y vos como vos. Ninguno más bienhechor vuestro que el ingrato. Don Pedro. Pues, ¿cómo? Comendador. El sólo fiador de los beneficios, el Altísimo. A hombre ingrato como hombre, Dios agradecido co- mo Dios, y así las en este mundo momentáneas recompensas: doctrina no mia sino del divino Cri- sóstomo. Peregrin. (¡Pico de oro, buen sermón y á buena hora!) — '43 — Don Pedro. Padre!... Comendador. Olvido y resignación. Don Pedro. Y ¿cómo, cercado de desesperaciones cual en seto de espinas? Comendador. Resignación en Cristo. Don Pedro. Sí, Comendador: al templo, fuera de esta casa: allí mi perdón al pie de los altares y ante la ima- gen de María. Peregrin. ¡Gloria i Dios en las alturas y paz al hombre en la tierra! Comendador. ; Hermano Peregrin? Peregrin. ¡Casi muerto, padre, y aun sin casi, cual cone- juelo en medio de perros y cazadores y sin madri- guera! Don Pedro (á los criados.) Ese hombre en libertad y con mi perdón y su di- nero y joya, y lejos, lejos de aquí y pronto. Peregrin. Pues nó que nó! Comendador. Hermano! ¿cómo? Vos preso!... — 144 — Peregrin. Sí, preso; pero con mis pensamientos de paseo por el cielo y regada esta casa y aun mi alma con las lágrimas de la penitencia! Comendador . Ahora, Don Pedro, ánimo para la mayor de las. pruebas de ese corazón cristiano. Don Pedro. ¿Prueba mayor aún? Pero ¿y Elisa, y el capitán? Comendador. ¿El capitán? En la región de los muertos. Don Pedro. ¡Muerto! y ¿cómo? Comendador. En la corriente del Guadalquivir y en la pasada de una barca á una galera, de partida para Indias. Don Hernando. ¿Y su cadáver? Comendador. En la orilla del rio, merced al denuedo de dos ma- rineros, diestros nadadores, y dentro de un instante, ahora tal vez en la iglesia de San Jorge por la fer- vorosa caridad de Don Miguel de Manara, para su tumba en sagrado. Don Pedro. Y Elisa? Comendador. ¡Elisa, Elisa! Compasión, Don Pedro, para ella: la — 145 — compasión de un padre en el delirio de su amor ante una atrevida locura de la prenda de su alma! Don Pedro. Pronto, Hernando, en su busca! Don Hernando. ¿Qué rumor de gente en la casa? Comendador. Hela ahí. Elisa, Elisa con el auxilio de varias da- mas y algunos caballeros. Por aquí, por aquí, Don Pedro. Paso, paso á esa desventurada! Elisa. Piedad, piedad, tutor mió! Comendador. ¡Esperanza en Dios! Don Pedro. ¡Hija del alma! Elisa. ¡Oh esposo mió! tú en esa orilla muerto, tú tan valeroso y tan gallardo! tú, el amado de mi corazón y mi sumo bien en la tierra y ¿yo con alma toda- vía? ¡Ay de mí! cuánto mejor un instante al lado tuyo, que mil años en esta amarga vida! Don Pedro. ¡Infeliz! Ekt Sí, totalmente infeliz, la altiva, la despreciadora — 146 — de tantos! ¡Ay esposo de mi corazón, esposo, nom- bre dulce á mis oidos, dulce á mis labios y dulce á mi alma; tu semblante todo con una amarillez nun- ca vista, cárdena tu boca, tus mejillas denegridas, tus ojos amoratados!.. ¡Qué pena para mí la vista de mi esposo, yo de rodillas y mi frente sobre él enterneci- da y angustiada, sobre el pecho del capitán más digno /rin. Señor. Don Hernando. Y la madre Sor Irene? — 148 — Peregrin. La qué? Don Hernando. La madre Sor Irene, con treinta años de tullida y en cama y en la agonía. Peregrin. Una caña de pura vejez, pero con sus virtudes, resplandores del cielo y sus rezos: sus rezos, esos los desvelos de sus noches, las ocupaciones de sus dias, los entretenimientos de sus fiestas y las fiestas de sus pascuas. Don Hernando. Y la enfermedad á peligro de muerte? Peregrin. Ya buena... como si tal cosa, con el perdón de Vueseñorías. Don Hernando. Mejoría milagrosa y de un momento. Peregrin. Secretos juicios de Dios. Don Hernando. De Dios, nó: invenciones y juguetes de Satanás! Peregrin. De Satanás! Chispas en él. Pero ¡qué bondad la de Vueseñoría! tan pronto de las veras á las burlas, ahora de un humor, ahora de otro; y siempre de manteca para mí, aunque salmuera para otros ! — 149 — Don Hernando. Paciencia y chiton. Peregrin. Pues, adiós. Don Hernando. Adonde bueno? Peregrin. De vuelta al convento, como palomita á la que- rencia de su palomar. Don Hernando. Hasta otro dia. Peregrin. Hasta otro dia amabilísimo señor... hasta el dia de la boda. Don Hernando. ¿Qué boda?... Peregrin. La de Elisa con Don Pedro. Don Hernando. Y vuelta á las andadas! Qué disparate! Peregrin. Disparate, sí: pero cosa muy propia y consiguiente. Tras un gran dolor, un desatino. A penas juveniles sin esperanza de consuelo, el amor á canas, para tiernas p alabras y cariñosos consejos. De una á otra: de un esposo de momentos, á un marido, marido y padre juntamente. Don Hernando. ¡Oh Peregrin! Peregrin. ¡Qué oh tan profético y lamentable! Y vida nue- va. De aquí adelante Doña Elisa con la patita que- brada y en casa, pocas visitas, pocos paseos y tan contenta, y de cuando en cuando un ternezuelo in- fantito. Conque adiós señor, adiós, expresiones á todos: mis recuerdos á Elisa, mis respetos á D. Pe- dro... y hasta la boda de éste... en la flor de sus años y en el principio de sus esperanzas . ¡Qué alegría para la madre Comendadora! Pues y ¿la madre Anastasia y Sinforosa del Amor de Dios? Don Hernando. ¡Mal pimiento en tu lengua! Peregrin. ¡Caridad! Don Hernando. ¡Qué boda ni qué boda! Peregrin. ¡Caprichos de señor mayor! Nada Don Hernando ni por esas: completa derrota y en menos de treinta y cinco minutos. Don Hernando. ¿Qué treinta y cinco? Ni veinte. Peregrin. Pero ¡valor y esperanza! Nada de recelos. ¿Verdad que no? A ella: manos á la obra y respetos al tio fuera. Enhorabuena an- — I5t — tes de la huida de Elisa; pero ahora con la muerte del galán y el desengaño de Don Pedro... A la conquista, firme y á ello y después del ca- samiento, por si acaso, con Elisa á medias rigor y amor. Don Hernando. Palabras bienaventuradas! Peregrin. Y sin pasión ¡qué buena moza! Y así siempre ce- ñiditos: una sola voluntad, una esperanza sola. Y la bendición de Dios sobre vosotros. Amen,. Amen, Amen. Corrióse la cortina por haberse terminado el pa- so de Peregrin Peregrino. Grande aplauso hicieron los contentos especta- dores, que antes no podían comprender hasta el pun- to á que se presta para los mayores arranques de la elocuencia y todo género de travesuras la lengua es- pañola. Hubo parabienes afectuosísimos para su au- tor Don Alfonso: repetíanse los aplausos y todos lo daban por vencedor en la empresa, pues imaginaban que más que él otro alguno no podia trazar cosa de tanta destreza y facilidad. A todo Don Alfonso replicaba. — Señores, no hay más en mí que el ha- ber juntado esos ricos modos de decir: la gala y el encanto no son mios, sino de este hermoso idioma de nuestra patria tan poco cultivado. — 152 — Pero ni aun así cesaban todos en sus elogios. Atri- buían sus palabras á modestia verdadera ó artificio- sa, según el criterio de cada uno. Doña Leonor no callaba, en tanto que también unia á las palabras de ellos las suyas en alabanza, si bien más comedidas, cual cumplía á la que esperaba la hora de dar su sen- tencia, tan luego como el otro paso fuese represen- tado. El concurso, sin embargo, creia segura para Don Alfonso la banda, objeto dulce de sus deseos amo- rosos. Anuncióse el paso con este título: POR EL REÑIR DE UNA VENTERA. PASO ESCRITO CON VERBOS Y SIN VERBO. Llamó la atención muchísimo este enigma: ha- blóse un poco, despertóse mayor curiosidad y que- dó descorrida la cortina, dándose comienzo á la re- presentación. Soldado. Siempre con las armas á cuestas desde el reír del alba hasta el caer de la tarde, y desde el venir de la noche al despuntar del dia, desnudos los codos y los pies descalzos, lleno de heridas y de demonios á todo llenar, con un fuego de alquitrán en el alma y has- ta en mi lengua por tener y más tener: sin hora se- gura, sin dia de descanso, á revientacinchas en to- — '53 — do y para todo: muchos plácemes por mi valor y mientras mis deseos de prosperidad en balde, mis trabajos en vano y mis esperanzas en humo, des- pués de tanto ir y venir y pelear y vencer ¡oh in- gratitudes de los hombres! ¡Oh cuan triste el preten- der con pobreza! A todas mis certificaciones y memoriales, cons- tantemente un que hay ó un que no hay gobiernos vacantes en Indias, un si lograré uno pronto, un si seré rico; y por resultas de este inútil y tenaz por- fiar ¡qué desdichado vivir! sin el fué de ayer y sin el será de mañana: en fin, la sentencia de aquel poeta: En el humano vivir, lo más fácil el bajar y lo difícil subir. Ventera. Papamoscas, deshonrabuenos, majagranzas, corre- veidile de los galanes de mi hija: á la calle, á la ca- lle ahora mismo y eso á buen librar y á buen com- poner. Juan. Sentencia á rajatablas. Soldado. Silencio, partepiñones, y obediencia á cierra ojos, mozuelo de quita y pon. Ventera. Cierto y recierto, seor soldado: duro en ese lame- — 154 — platos, voacé, como hombre de pelo en pecho y de rompe y raja y no de mal parecer. Juan. ¡Ay qué quiebros y requiebros! Soldado. Fuera de aquí y en un decir Jesús. Ventera. A mal dar, paciencia y barajar. Juan. Piedad, por nuestro Padre y Señor del Gran Po- der: misericordia para este infeliz bullebulle, por las noches pasadas en un duermevela, por mi no comer, por mi no sentir,^ por mi no hablar de lo de los ga- tos y lo de las liebres y por mi no vivir en esta venta. . / Ventera. Todo hacer que hacemos. ¿A qué ese necio gemir? ¿á qué tanto machacar? ¿porqué y para qué esperar en un jamás conseguir? Soldado. ¡Pobre muchacho!... Tal severidad y la causa qui- zás por un quítame allá esas pajas, por un no se qué, de algún no sé quién, levantado por no se dónde y venido por no sé cuando. — '55 — Juan. PorNtra. Señora de Enhorabuena lo paristeis. Ventera. Nada, zampabollos y cójelas á tiento y mátalas callando, fuera de mi casa. Juan. Buena casa: el puerto de arrebatacapas, desuella- viajeros, y con el daca el gallo y toma el gallo, adiós plumas del pobrecito! Ventera. Tú, cómo se llama... Ah, sí, villano, mala len- gua y peor alma, cien mentís sobre ella y sobre tu padre excomulgado á matacandelas y tu abuelo sal- tatumbas y portamangas, y tu tio el del tejemane- je en eso de deshonrar á un pueblo, al decir de las gentes. Soldado. ¿Cómo puerto de arrebatacapas, una venta de tan- to crédito y concepto para yentes y vinientes y pian- tes y mamantes? Juan. Venta, no, ladronera de Barrabás. Soldado. ¿Posible, señora mia? Ventera. ¿Y á mí qué? Soldado. Sí qué y mil veces sí qué. - iS6 - Ventera. Del qué dirán de cuatro necios maldicientes con- tra esta pobrecita viuda. Soldado. Viuda! Ventera. Viuda, sí, seor Don Pereciendo de Lara. Ea! á su camino! Soldado. ¡Viuda y con venta! ojo, mucho ojo y cien mil ojos. Nada de pleitos, gallarda señora de mi albe- drío, sobre la capa. Perdón para este muchacho, fiel al precepto sublime de no levantar falso testimonio ni mentir, ni aun el mentir de las estrellas, según el poeta. Ventera. No y no! Soldado. ¿A qué tanto negar y negarás y esa cara tan chus- ca de entre si me enfado ó no me enfado ó de en- tre si me rio ó no me rio? Ventera. ¡Oh soldadillo loco de atar! No, y otra vez no. Soldado. Sí y otra vez sí, preciosísima niña. ¿Por qué. esa enemistad á matar? Por debilidades de la inocencia de este desdicha- do Juan de Espera en Dios: por esos ojillos de tan — 157 — dulce mirar, por esa boquita de perlas tan lisonje- ra. ¡Ay de mí! fuego de Dios en el querer bien! Ventera. ¡Ay de mí! por mí también, también. Soldado. Nada de no puede ser, ventera de mis pensa- mientos. Ventera. Vuestro nombre y apellido. Soldado. Pedro Malpica y Oropesa. Ventera. Vuestro estado. Soldado. Soltero y no por muchos años. Ventera. Patria. Soldado. Salvatierra y mi padre de Miraflores y mi madre de Dios le Guarde en Salamanca y mi abuelo de Mi- rabueno y mi abuela de Descarga María y mi... Ventera. Silencio: ¡qué enrédala guita! ¿Y su domicilio? Soldado. Alguna vez la cárcel por pendencias y heridasjy no por otra cosa. — i58 — Ventera. Adentro, pues, Juanillo. Soldado. Adentro, pena de un soplamocos, y en un volver •de cabeza. Y en adelante cuidadito con eso de bi- lletes de amadores de nuestra hija. Ventera. ¿Cómo nuestra? Soldado. De la hija de esta señora. Ventera. ¡Buen suplefaltas ó suplemenguas para mi casa! Ahora bien, voacé seor soldado á la cocina, en pre- mio de su buen hablar. Soldado. Conforme y aparte de dimes y diretes, alma de mi vida y vida de mi alma, gloria del desear y del mo- rir de amores! A la cocina, pues, para el mejor de los dares y tomares y en prenda de mi garbo y bue- nos dientes en lo de decir y hacer. Ventera. Adelante seor cena á oscuras. Soldado. No á oscuras sino á la lumbre celestial de esos ojuelos! Ventera. Y con buen vino para su regalo siempre, mata- siete de mis entrañas! — i59 — Soldado. Para mi regalo y siempre? Y matasiete de tus en- trañas? Qué regalar tan bellísimo! De hoy más, ven- tera querida, punto final á mi mal andar por esos mundos de Lucifer. ¡Gran trueque en mi fortuna! De la libertad de soldado á esclavo de mi ventera, de un combate y otro combate, de una herida y otra herida, de un tropezar, un caer y otro caer y de un mal juego de pasa pasa y de un hazme reir de la suerte, á espanta pájaros de galanes de mala ley en esta venta. Juan. Y todo por un pedir y dar perdón. Soldado. Y por un llegar... Ventera. A la hora del llegar. Soldado. Pero alto ahí. En lo porvenir, en esta casa todos sumisos á mi voz; mi voz más presto obedecida que un «sol detente» de Josué; más que el «vuel- va atrás el sol» de Isaías; más, mucho más, que un «llueva el maná» de Moisés; más que el «caiga fuego» por mandato de Elias; más que el «llueva y truene» de Samuel; más que.... J 'entera. Verdad? Pues punto en boca y no tanto más y más; lo del casamiento San-se-acabó. Y fuera de aquí con esas ínfulas y esos brios. — r6o — Soldado. Por qué? Ventera. Por las respuestas á mis preguntas. Soldado. Qué preguntas? Ventera. Las mias iguales á las tres de Pilatos; pero acá dentro de mi mente. Soldado. ¿Las de Pilatos? Ventera. Al ¿quién eres? al ¿qué has hecho? y al que ¿es ver- dad? ¿cuáles respuestas las vuestras? El mandary más mandar cual un señor absoluto. Y como para eso de mandar, yo y nadie más que yo en la venta, adiós y buenas noches. Soldado. Pues, buenas noches, y adiós. Volvióse á correr la cortina. Los circunstantes rieron del artificio y de las dificultades vencidas en este breve coloquio y á una consideraron todos que merecia la banda Don Jacinto por su manera ligerísima de jugar con el habla castellana. No opinaba así Doña Leonor, pesarosa allá den- tro de su alma, si bien con un color sonrosado em- beleso de los ángeles, y una sonrisita donde la mis- ma gracia se sonreia también entre los claveles de — 161 — sus labios, y un pequeñísimo fruncimiento de cejas, dosel de toda la hermosura de Dios, entregó á don Jacinto la banda. Tuvo por injusto el fallo de los más, porque de- cía que en casi todas las ocasiones se equivocan; y así quedó quejosa y meditabunda. Acercóse en esto Don Alfonso con rostro de mal simulada aflicción y dijo á doña Leonor: — Mucho me duele de no haber cumplidamente acertado. Pero ella le dijo con una voz de la más dulce me- lodía que hasta entonces habia sonado en los oidos. de Don Alfonso: — Si habéis perdido la banda, por lo menos ga- nasteis mi corazón. Y dicen que Don Alfonso se alegró de haber perdido. ORILLAS DEL GUADALQUIVIR PARTE SEGUNDA. ( SIN NOMBRES, ADJETIVOS XI PARTICIPIOS.) ^RILLAS DEL ^UADALQUIVIR. PARTE SEGUNDA. Después de la fiesta que Doña Leonor de Vargas •dio en su famoso naranjal de los Palacios, en que se «ostentó la gala del ingenio en representaciones escri- tas sin verbo, doña Beatriz de Córdoba, dama con quien aquella tenia sus competencias en beldad, en •discreción y en fortuna, no quiso ser menos y puso á prueba el talento de los caballeros que la servian y se preciaban de hombres de letras. Convocó á sus amigas y galanes á otra fiesta en una quinta á dos tiros de ballesta de Sevilla y en la ribera de Guadalquivir, á la hora de las cuatro de la tarde de las primeras de Mayo, en un salón bajo con una galena á un jardín, y ¡qué jardin! Decian los alcanzas, y si lo tienes tanto que te sobra, molestas á quien no puede más. Y ahora ¿qué quieres de mí así que digamos? ¿Qué quieres que por tí haga? ¿Qué me pedirás que no te conceda? Mira. Qué me cuentas? Estás fuera de tí? Pues cómo? Tornacá. ¿En qué te detienes? Ya verás como me enmiendo. Mira. Ya veo que tanto lo deseas tú, como yo que te lo suplico. Tornacá. Quieres que venga aquí? Pues vendrá. Y que te abrace y que se humille y se arrepienta? Mira. Sí: y comprenderás que para luego es tarde. Tornacá. Escóndete allá y acude cuando te llame. Mira. Y si no viniere? Tornacá. El será quien perderá, aun más que pierdas tuv. Ocúltate, pues, que llega. Si no, se irá, se irá que se irá. ¡Hola! ¡hola! — I7I — Malpica. Hola y más hola. Quién me holea? ¡Ah! ya caigo. ¿Eres tú? Tornacá. Para lo que ya sabes. Sácalo por como vengo. Malpica. Y dale que dale. No me fatigues con que si ella vino, si se fué, si tornó, si volvió á irse y si está ahora aquí desde ayer. Ya lo ves: ni me enternezco, ni alegro, como no gemí y lloré cuando se ausentó de nosotros. Tornacá. Anímate, espera, confía. Malpica. Ya es después. Ni por esas. Cuando olvido, ol- vido para siempre. Yo se la guardo. Bien sabes tú con quién tiene que habérselas. Tornacá. Pues yo ni cedo ni callo. He de salir con la mia y por eso y sin eso sigo contando y adelante. Malpica. Sea: dílo; acaba ya y en acabando, callandito. Tornacá. Si callas, hablaré y si hablas, callaré. — 172 — Malpica. Por ahora callo y dejo que digas. Tornacá. Estás entre que quieres y no quieres. Te lo co- nozco. Pues bien: la vi ayer cuando se entretenia paseando cerca de donde yo sembraba y me dijo .sonriendo: — "¿Qué haces? ¿Trabajando como siempre?" — "Sí (le respondí); siembro y planto; y mien- tras lo que siembro nace, matea, descuella, espiga, madura, fructifica y cojo, y lo que planto, riego, .cuido, enderezo, veo si brota, y guardo de que se lo coman ó lleven; estoy yendo y viniendo acá para ■conmigo, pensando en tí."Aesto me replicó. — "Y ¿dónde está aquel?" — ¿Quién es ese?" (le dije hacien- do como que hacia) y exclamó:" — "Aquel á quien tanto y tanto adoro, con quien me crié y de quien me separaron para que lo olvidase. Y ¿cómo olvi- daré yo?" Malpica. Eso te dijo? Tornacá. No que nó; y que viajó por aquí y por acullá: •que estuvo donde no quiso: que éstese le declaró: que aquel la solicitaba; que esotro la pidió y que ella reiay negaba pensando tan sólo, tan sólo en tí. Y en tanto, cuando más te escribía, tú menos le contestabas. Ahora ¿qué dices, qué respondes? ¿Por «qué enmudeces? — «73 — Vuelves, revuelves, miras y remiras, buscas don- de va búscate y no la encuentras. — Vendrá, vendrá si tú la llamas, porque de tí espera y por tí se de- tiene para que la veas y para que la ames. Maljñca. ¿Ello es así? Tornacá. Así es. Malpica. Te engañas y me engañas. Tornacá. Eso nó; que las mato volando. Díme, pues, ¿qué piensas? y qué intentas? por qué dudas? Mal pica. Jamás la perdonaré. Que no quiere amarme; pues que no me ame: que no trata de venir más donde yo esté, pues que no venga. Tornacá. ¡Ah! Si la escucharas, no responderías eso. "Dé- jame que lo adore (me decia) aunque no lo adora lo que anhelo y él merece. ¿Qué haré, si así me despide, si así me desecha, si así me olvida? Quie- ra él que nó, siempre, siempre he de ser suya." ¡Ay, av! ¿Qué hicieras tú, si la oyeses como yo la oí? Lloraba, y lloraba entonces, y ¿por quién? ¿Por quién habia de ser sino por tí, por tí tan lejos, tan lejos y quejándote de ella. Que me emplumen si te miento. Sufres lo que no debes y pierdes lo que no debes también. — 174 — Malpica. Y ¿no más te preguntó de raí? Tornacá. Que qué más hacias por aquí, cuando ella viajaba. Yo le dije que de las tuyas. "Triunfa y gasta: quiere buscársela y juega y pierde, y jura y perjura y se eno- ja y bufa y blasfema y se aniquila. Siempre está muy sobre sí. Cuando pregunto por él nunca lo veo: cuando en él no pienso, hételo aquí luego que aso- ma. Que vaya abajo, que vaya arriba, murmura y reniega de lo más como de lo menos: de éste por- que predica, de aquel porque lee, de aquella por- que cria, de ese porque trabaja, del de aquí porque duerme, del de más allá porque madruga. Si pide, parece que concede; si ruega, que amenaza; si me- nosprecia, que solicita; si enseña, que asusta; si consuela, que maldice y si reza, que se endemonia ó endiabla. Y ¿que viva tan así? ah! ni las piensa." En oyéndome, que me oj'ó, reir que reirás y res- pondióme. Corre, búscalo, consuélalo: sepa que no lo olvido; y si no se enterneciere! vaya! yo lo con- venceré: "Con esto me dejó y yo quedé dando y to- mando conmigo sobre ello. Quiero que lo sepas y entiendas y que hagas y que digas lo que ella te pi- de. ¿No me oyes? Malpica. Aunque te parezca que no te escucho ni te doy lo que deseas, entiende que no lo entiendes. Ella se lo quiso: allá se lo haya: donde las dan las toman. Aun soy el que solía. No puede ni podrá conmigo. Tomacá. Crees como si no creyeses y amas como si no amases. Vas no sé por dónde y sin por qué ni para qué. No la inquietes más, ni la acongojes ni sobresaltes, ni me canses, ni me aburras. Ea: ven, ven conmi- go adonde está y hablen ella y tú así: Cuando dijere "Este es el que amo," tú también lo dirás, pero se- ñalando á ella. Si exclamare, "Tú eres mió," res- ponderás ahora y luego, "Y yo tuyo para siempre." ¡Ay Malpica, Malpica! ¿A quién amas, si á ella no urnas? Malpioa. Yo recuerdo como olvido y cual amo, aborrezco. Tomacá. Vamos, vamos, finges y no sé á qué. No disi- mules más: ni tú sin ella, ni ella sin tí. Quisístela, quiéresla y la querrás. Y á quien has de acallar, no hagas llorar. Mal ¡>i i ti. Bien dijo el que dijo: Lo que fué y no es, tanto €s como si no fuera. Tninacá. Pues aunque me rio, no me rio. De esta no te irás alabando. Te lo aseguro, por más que la des de que — ij6 — ni temes ni debes. Pero vamos viendo y vamos vi- viendo. Malpica. Desengáñate: la erraste. Soy como aquel que cantaba: No me quiere la que quiero, ni quiero la que me quiere. Y entiéndame quien me entienda. Tornacá. Si sigues así, por esta que descompadraré conti- go y anocheceré y no amaneceré; y ahí queda eso. Malpica. Para allá me la guardes. Tornacá. Me la has soltado. ¡La que te espera! Quien vie- re que de mí te burlas ¿no pensará que lo merez- co? Pero no subas tanto: no te encarames, no te em- pines; mira que tropiezas, mira que te resbalas, mi- ra que caes, mira que te estrellas. Con que me echas de tí? eh? Esa es la de no te menees. Malpica. No: es la de vamonos. Quien la hace la espere. ¡Ea! vete de aquí por- que si nó... Tornacá. Y tú siempre hiriendo, no así como se quiera, sino hasta que matas. Pues te equivocas. Estoy tan — 177 — en lo que hago que no hay más; y que me levan- ten esta. Soy de los que claman, piden, ruegan, re- plican, porfían, insisten, perseveran, se humillan, impetran, vencen y consiguen. ¿Que calle y que te deje? Eso nó. ¿No ves que por ella se dijo: Y donde quiera que está en ti piensa y en tí mira; cuando viene y cuando vá, también acá como allá se queja, muere y suspira? (0 Malptca. Vete de ahí. Fuera: se acabó. Tornacá. Compadécela: ¿cómo vivirá yendo peregrinando tras tí y estando siempre temiéndote? Mal pica. Y ;cómo me encontraré yo viéndola ahoray siem- pre huyendo de quien tanto la quería? Pero no in- sisto. Ea pues: que venga, que se disculpe, que me lisonjee, que me engañe si puede. ¿De qué te sor- prendes? Digo y repito lo que oiste: lo que siento y tú dudas. Tornacá. Ya pareció aquello. Pero ¿cómo? (i) Verso» del Cancionero general. — i78 — Malpica. ¿No ves que cuando desdigo, digo, y cuando des- miento, miento, y cuando desespero, espero, y cuan- do .desconfio, fio? Jamás me comprenderás. Si man- do que te vayas ¿no adviertes que te llamo para que vuelvas? Tornacá. Ya lo creo. Que me place. ¡Hola! ¿conque te di- vertías conmigo por si topaba? Eh? ¡Oh y qué bien lo rhiciste! ¡Que si quieres! Malpica. ¿Qué esperas, pues? Allá guia, donde quiera que se hallare; que si nó, te haré y te aconteceré... Tornacá. Eso, eso, así, así. Malpica. No vas? Cómo que nó? Tornacá. ¡Ay de mí! que te veo y no te veo. No te canses: ella vendrá; pero nó, allí viene. Ya se acerca: ya aquí la tienes. Mira. Y tan tuya como fui. ¿Por qué te retiras? No huyas: deja que te vea, que viéndote, vuelvo en mí. Malpica. Qué quieres? — 179 — Mira. Estoy muriendo por tí y me preguntas ¿qué quie- ro? ¿Que calle sufriendo y que sufra callando? ¿No basta que no me ames, sino que intentas que no te ame yo? Tornacá (á Malpica.) ¿Quién oyendo esto no se enternece y más cuan- do vé delante de sí lo que más que á sí quiere? Mira. No vivía yo sin tí, porque te adoro. Mira que estoy muriendo, y parece que de mí huyes. Esto me entristece y desconsuela. ¿Qué hay en tí que yo no ame y qué hay en mí que tú no aborrezcas?.. Habíame, habíame, sí, y mátame después. Y si nó, Tornacá, habla tú por él. Tornacá. Yo no digo más, sino lo que me dicen que diga. Hazte allá. Mulpica. ;Por qué de mí te ausentaste? Jamás te la perdo- naré. Mira. Óyeme, escucha, atiende, ¡así vivas y me adores! Malpica. ¿Cómo hoy te presentas y entonces te escondiste? Cómo me llamas y te alejabas cuando te seguía? ;Xo das en quien es y en lo que es esto, esto que me atormenta? — i8o — Tornacá. Que se enceló de éste, de aquel y de quien qué sé yo. Eso es lo que le duele, come y carcome. Mira. Lejos de tí nunca quise que me hablase ni viese sino aquel que amando estoy. Y te tenia conmigo y yo suspiraba y no me oias. Y te quejabas de mí y no lo escuché yo. Y cuando me lamentaba lo oia quien puede cuanto quiere desde allí arriba. Advierte, que lo que piensas y lo que estás sintien- do, corre, pasa, huye, se deshace, se desvanece y nunca más. Me ves y ¿no me conoces? Si falté, ¿no me perdonas? Malpica. ¿Quieres que diga que sí? Mira. En eso consiste que muera ó que viva yo. Malpica. Y pues siendo quien soy, eres quien eres, escu- cha lo que siempre entonaba por tí: Preguntan por qué no mueres; no mueres porque no muero, no muero porque te quiero, quiérete porque me quieres^1) (i) Versos del Comendador Stuñiga en el Cancionero. Uno de estos versos sirvió de estribillo, primero á Santa Teresa y luego á San Juin de la Cruz para glosa en unos versos. — i8i — Tornacá. ¿Y para cuándo os casáis? Nunca opiné en contra, sino cuando más, porque os miraseis en ello y oja- lá que antes. Mira. Si dices que sí, díme cuándo. Malpica. Espérame mañana en donde moran aquellos por quienes existes. Mira. Yo te veré cuando indicas, si es que para enton- ces vivo. Malpica. Y qué dice de esto Tornacá? Tornacá. Te luciste, que ya, ya! Te sucedió como á aquel que si caminando tropieza y cae, se levanta y pro- sigue. Y voyme, que me llaman: ¿no lo oís? Malpica. Quiénes te vocean ó gritan para que acudas? Tornacá. ¿No lo adivinas? Allá cerca de donde brota, pim- pollea, florece y grana lo que por tí y para tí cuido, me dicen que me olvidé de que hoy comiesen. Por eso están, ya los oyes, que revientan contra mí: por eso cacarean y pian: por eso gimen y arru- l82 — lian, por eso ladran, por eso balan, balitan, bra- man, gruñen, rebuznan y relinchan. Y mañana, y de ahí no paso, ¡ay de las que cacarean! Por más que huyan, corran, aguijen y se atropellen, salten ó se escondan como si dijesen: "Que me cogen, que me cogen, que no quiero, que no quiero," no esca- parán de esta, yo lo fio. Las pelaré y guisaré que hasta ahí. Y cuando yo digo fuera... fuera y no hay más. Mira. Soy tuya, porque creí en tí, tuya, porque te espe- ro y tuya porque te imploré y tuya porque me res- pondiste. Malpica. Esto acontece á aquel que si ama y pierde, sigue y halla. Mira. — Y más cuando es quien como yo, que vivia muriendo ni contigo ni sin tí. Fin. Así concluyó el coloquio sin nombres y partici- pios. No refieren las memorias de aquellos dias quién fué ó pudo ser el autor, si bien se debe, y no sin razón, deducir que pertenecía á alguno de los adoradores de doña Beatriz, porque al terminar la representación volvió el carmín á su rostro, en sus ojos resplandeció la alegría y en sus labios aquella tan amable risa. — 183 — • Iban en esto y venían plácemes, parabienes y en- horabuenas por la obrita que consideraban los pa- niaguados de doña Beatriz muy superior á la de la tiesta de los Palacios: corrian por la sala esperan- zas ó certidumbres de otra representación que aven- tajase á la recien oida. También iban y venian cria- dos con conservas y frutas en obsequio del concur- so y entre ellas unas trasparentes y riquísimas ce- rezas semejantes á camarones acabaditos de sacar del agua, y tan bellas que parecían sonreírse. Acrecentábase el contento en doña Beatriz de Cór- doba, á quien todo sucedía al modelo de su deseo. No bien echaba las redes ó los lazos, cuando los pe- ces ó las perdices caian: apenas soltaba el perro, cuando éste volvía con el conejo. La fortuna se le rendía, el tiempo siempre le era claro: si dormía, soñaba con un bien, y el bien despierta se le apare- cía como el más dulce sueño. Por eso llegó á juz- gar hasta felices sus desgracias. Al oir los aplausos del concurso, se creia á la otra parte del peligro en aquella competencia. Doña Leonor, en tanto, hacia gala de reir y más reír con sus amigas del alma al contemplar en su idea que no podia perderse el renombre de su fies- ta, porque más gallardamente habían sido vencidas las dificultades del idioma. Habia en el concurso un galancete que la daba de fanfarrón y se preciaba de matarlas en el aire, deseoso siempre de sacar á plaza las sabandijas de — 184 — sus pensamientos, muy querido de una no viejecita sino viejecilla maliciosísima como atreviduela, con mucho de hipocresía y mayor soberbia, grandes ganas del daño ageno sobre todo, é igual impaciencia por hacerlo á mansalva, siempre aparentando enjugar las lágrimas de su viudez, vendiendo las ofensas por favores, á ninguno con su lengua dejando más honra que perder y contando por enemigos á cuantos la conocían, salvo cuando buscaba alguno para con él murmurar. El tal galancete, estéril de ingenio co- mo huerto sin agua, picado siempre del alacrán del amor propio, un mal que incluye todos los males, pronto á los consejos de su tia, y más parecido á eco de sus palabras que á sobrino, habia suspirado con el más ardiente deseo por entrar en esta liza, consiguiendo para prometérselas felices que en se- creto un su amigo y notable gramático le escribie- se, aunque no de buena gana, un coloquio sin más que verbos y nombres. Pero se le puso el sol cuan- do el pobre pensaba que aún le amanecía, porque una dama á quien el estudiante veia con frecuen- cia ó por amistadeja ó por amorcillo, entendió ó supo que aquellas ingeniosidades del galancete, persona de perdido y rematado juicio, eran joyas del entendi- miento de otro galán como unas flores, y por eso sin maldito el miedo ni vergüenza, dijo á esta, á esotra y á aquella la verdad del caso, con cierto descuido, pero descuido entre descuido y cuidado, con que en un minuto nadie habia en la casa que no estu- — i8S - viese al tanto de lo que él había presumido que es- taña por siempre oculto allá en los palacios de sus imaginaciones vanas. Pero aun así, poco le importa- ba: habia hecho paces con la desvergüenza. En fin, en estas y las otras descorrióse la cortina y dio comienzo la representación en esta forma: DÁD1VVS QIEBR AMAN PEAAS. HABLAN : JUANA, PETRA Y ANDRESILLO. Juana. Cantarcico tenemos: templan guitarras. Oigamos: calla; callemos. Petra. Muchachos alegrillos son, burla burlando. Andrés (canta.) Crédulo, crédulo, crédulo, extravagante, fantástico, eres verdadera máscara, zángano, zángano, zángano. Picaro, picaro, picaro, ¡cáñamo, cáñamo, cáñamo! comedor, desuella-huérfanos, vándalo, vándalo, vándalo. Mísero, misero, mísero, silvestre agorero pájaro, — 186 — castigo reclaman méritos, ¡látigo, látigo, látigo! Rústico, rústico, rústico, hombre aparente flemático, tuerto, pecoso, chatísimo, pálido, pálido, pálido. Lástima, lástima, lástima, causan semblantes extáticos, ¿extáticos dije? extíticos, tábano, tábano, tábano. Pildoras, pildoras, pildoras, busca, busca, busca bálsamos: nones diciendo vá Hipócrates sátiro, sátiro, sátiro. Sátrapa, sátrapa, sátrapa, paciencia, humildad, buen ánimo: sé ocultando toda cólera panfilo, panfilo, panfilo. Petra. Tienes mucha, muchísima razón. Hombre ava- riento es Don Calixto. ¡Buena copleta! Juana. Excelente: hará rabiar. Petra. Canta otra. Uso hace maestro. Andre&illo. Ninguna otra tengo. — i87 — Petra. Vivas muchos años. Andrest'Uo. Queriendo Dios, compondré otras mejores. Juana. ¡Pobre Don Calixto! Andresillo. ¿Pobre? ¡buena está! Gran riqueza atesora, posee castillos, vasallos, bosques, vergeles, hacienda, po- tros, toradas: puede allanar montes, reñir penden- cias, surcar mares, correr tierras, vencer enemigos, asaltar, insultar, batir, abatir todo poderío, levan- tar suntuosos edificios, esperar recados, dar música,, escalar paredes, fraguar quimeras, ofrecer tesoros. Conforme. ¿Admiras tanta felicidad, bienes tantos? Valerosa eres, Juana. Deseas, deseas cosas grandes. Buen corazón, quebranta mala ventura. Juana. Refraneas? ¿Tienes temores y recelos? Andresillo. Refraneo. Pésimos caminos pasamos todos, hom- bres, mugeres, niños, viejos, ricos, pordioseros, ple- beyos, nobles. Menosprecias consejos, desoyes ami- gos. ¿Amas? esperas? Juana. Esperar? mucho es. Acarrea tristeza. Andresillo. Don Calixto! hombre maldito! da pena, dá grima. — i88 — Vive renegando: echa roncas: adula poderoso: rue- ga importuno: quiere triunfar. Triunfará? Veremos: Góngora dijo: Dineros son calidad. Petra. Sacará confusión, sacará vergüenza. ¡Jesús, Jesús! Seguro puedes vivir. ¿Estás celosi- 11o? Afición ciega razón. Andresillo. Verdad, Juana? Juana. Silencio! amo: soy amada: soy casadera: estoy po- bre, vienen mensajes, cartas, músicas, galas, otros presentes, promesas. Porfiando vence amor. Desiste, desiste, Andresi- llo: sufre callando, vencerás huyendo. Ten pacien- cia, sé prudente. Andresillo. ¡Desdichada suerte, hora infeliz, desengaño ale- voso, esperanzas vanas, insufrible mandato! Tienes razón, vivia entontecido, ingratísima mujer! Juana. Sé sentir: sé amar. Esperabas? ¡Inútil esperanza! Andresillo. ¡Cielos! Ved ¿hay descaro mayor? Ninguno sabrá explicar semejante cariño. Petra. Tenacidad desusada! Obra hecha, venta espera. — 189 — Andresiüo. ¡Gran amor! Compras vida regalona, mesa abun- dante, bolsa llena: vendes belleza, dulzura, amante leal, afecto antiguo. Tomas esposo, todo arrugas, to- do enfermedades, todo rabieta, todo quejas, celos todo: cautiverio, mandatos intolerables. Buena jun- ta: ingenio, discreción, gala, vejez, dulzura, malicia, alegría, tristeza, locura, necedad. ¡Pobre Juana, pobre Juana! sola, olvidada, tris- te! Harás prodigios. Petra. ¡Ave María! ¡cuánto desatino, cuanta impertinen- cia! Tal dices, tal corazón pones, vaniloco. Andresiüo. Sé nueva Magdalena: arroja anillos, rompe ves- tidos, desprecia joyas: venceré estorbos: allanaré pe- ligros: adquiriré fortuna. Poca piedad tienes: mucho desamor. ¿Lloras? quebranta toda promesa. Sigue otra suerte, suerte feliz, suerte deseada. Debes huir. Juana. Nada dices nuevo, nada convincente. Cada ho- ra lágrimas, cada instante suspiros, cada momento quejas, cada punto designios inciertos, temerarios,, indignos. Parte, parte: ninguna esperanza aguardes: pensé callar: no he podido. Porfiaste: pides, amenazas, ruegas, prometes. Bueno es descansar, Andresillo: acaba, cesa, enmudece. — 190 — Andresilh. Fuiste buena: ¡verdad! Amante generosa. Supiste sentir. Oye, escucha, mira, atiende. Estoy esperan- do. Deseo esperar vivir. Tetra. Di: nada importa: sigue pidiendo: responderé des- pidiendo: sigue piando, seguiré renegando. Andresilh. Desdeñe esquiva, oiga dulce, sonría amante, mire airada, todo es inútil. Negativas reiteradas, di- ficultosa esperanza dejan: requieren graves medici- nas. Ofrezco paz, soy rechazado. Petra. Oiste? Juana. Oí. Petra. ¿Callas, embeleco andando? Juana. Callaré. Petra. Vive, Andrés: intenta, observa, respira, ama, si- gue, ruega, adora, pena, insiste, anhela, gime, su- fre, espera, alienta, obliga. Porfía mata venado. Po- bre importuno saca mendrugo. Fluctúas? Palabras dulces convencen. Juana. Quita: nada quiero: nada puedo hacer. — igi — Andresillo. Escucha razones. Labrador soy. Juana. Labrador! Dejemos tonterías: hablemos cosas gra- ves. Andresillo. Gran herencia tengo. Viviré hermosa vida, haré bien, gastaré, triunfaré, tendré amigos, concederé gracias, adquiriré gloriosos aplausos, títulos honorífi- cos, despertaré cuidados. Juana. Durmiendo estás: sueñas imposibles. Despierta, despierta, Andrés: abandona locuras. Cuantas razones haces, deshaces. Petra. Amor dá fortuna. Temes, desmayas? Contra pe- reza diligencia. Habla. And resillo. Heredero soy: esposo mejor hallaste: casaremos, casaremos. Todo puede tener excusa: niña eres, ig- norante. Madre piadosa cria hija melindrosa. Obe- diencia obliga conciencia. ¡Animo! Admitiste ga- lán. ¡Buen galán! Dientes raidos, ojos atravesados, manos temblorosas, nariz larguísima, tos perruna. Alma hermosa, vivir puedes. Tengo tres millones. Juana. ¿Cierto es todo? Mentira parece. Aliento, respiro, canto, corro, salto. Avergonzada, aturdida estoy. — 192 — Petra. Gran boda! Salud, alegría. Estados mudan cos- tumbres. Hartas pruebas hiciste. Andresillo. Llamé: gemí: ninguno quiso responder. Merecí padeciendo: alcancé riquezas. Vengan felicidades. Juana. Tenias desconsolada esperanza: has triunfado. ¡Per- don, Andrés! ¡Perdón! caridad! Tengo padres, pa- dres queridos, pobreza mucha, inexperiencia, deses- peración. Dádivas quebranta peñas. Olvida, olvida, Andrés. Petra. Dios querrá. Andresillo. Querrá Dios. Dios principio, salvación, vida, ver- dad, belleza, summo, inmortal, omnipotente, infi- nito, eterno, justísimo, adorable, benigno cria, en- gendra, forma, gobierna, distribuye, divide, hermo- sea, remunera, castiga, ensalza, abate... Petra. Premia, justifica, glorifica. Andresillo. Sabe, es, ama. Juana. Perdona. Andresillo. Silencio! Entendido todo. Queda olvidado. Rayo — »93 — soy: rasgué, rompí, descendí, atroné, herí, he pul- verizado. Murió don Calixto. Viva Andrés eterni- dades. Juana. Acerté errando. A /id res i /lo. Quitad hortigas, plantaré flores, sembraré jas- peadas clavellinas, blancas rosas, trasparentes, deli- cados jazmines. Venid, tórtolas gemidoras. Fortuna, sigue sonriendo. Amor, espera sólo un dia. Muer- te, muerte olvida dos nombres. Petra. Haces, Juana, pucheriros? Derramas perlas? Juana. Tengo verdadera alegría. Atidresülo. Vencen cuanto puede decirse ojos pareciendo so- les, frentes cielos, mejillas rosas, labios paraísos. Sea todo músicas, letras, aclamaciones, regocijos, melodías, festejos, festines. Sastres preparen vesti- dos riquísimos, bordadores trasnochen, apresten ga- las: celebraré cañas, justas, torneos, bailes. Ningu- no esté ocioso. Unos erijan arcos, otros tablados, otros obeliscos. {Sevilla, patria queridísima! Mira tanta felicidad, contempla tanta hermosura, dora- dos cabellos, espaciosa frente, ojos verdes, arquea- das cejas, labios purpúreos, sonrisa angélica. ¿Hay encanto mayor? Ven, Juana: Aurora felicísima, her- mosea todo. Fi\. — 194 — Así como la serpiente vá pecho por tierra, la vie- jecilla, antes de descorrerse la cortina y mientras la representación, la daba de la humilde, de la mo- desta; pero al ver que á voz en grito, todos, unos por cortesía, otros por lisonja, pocos por sinceri- dad, y los más por malicia, aplaudían el artificio del verdadero autor, en medio de la sencillez im- prescindible del asunto, dadas tantas y tantas difi- cultades, comenzó á hacer pinitos, ella que no lo era de oro, ni mucho menos, ni lo habia sido, por más que otro oro adornase sus orejas, sus postizos cabellos, sus descarnados brazos y su pomposo ves- tido. Todavía, y tras un momento en que el disimulo habia empezado á faltarle^ prosiguió en echarla de que la obra del sobrinito de su alma no podia ni con mucho igualar á la de los amigos de sus queri- dísimas amigas. Doña Beatriz replicaba, que si se habia prestado á ceder á cuatro amigos su casa pa- ra la fiesta, habia sido sólo por el deseo de com- placer, cosa que siempre procuraba por complacer y nada más y que en este punto no se podría ha- llar otra dama que la escediese en cuanto hay del sol abajo. Por eso decia que habia visto á su casa ir muchos sus enemigos y volver muchísimos sus enamorados. Hasta aquí todo iba á maravilla. Pero entre el con- curso habia una enemiga de aquella vieja. Otra que tal: una marquesa con más años que un palmar 3' — 195 — un marido con los de una encina, que para el sí de ella jamás tuvo un nó ni una mala cara, no obs- tante tenerla tan triste que parecia atraer la muerte, de entendimientillo infernalísimo pero que aunque bobo, muy bobo, presumia de muy hombre en bur- las y en veras; y eso que por enfermizo, todas sus coyunturas barruntaban mejor los tiempos que las grullas. Sucedió que como ella asistiese á la primera fies- ta y estaba convidada á la segunda, más por el mie- do á su lengua ausente ella y quejosa, que no por afición ó por la confianza de enfrenar con halagos aquella lengua misma endiablada, encendióse en el deseo de burlar á las dos damas, buscando quien le escribiese un pasillo sin verbos y nombres úl- tima gala de entendimiento vencedor de dificulta- des. Pensar esto y ponerlo en ejecución, todo fué uno. Con lisonjeros y mal desengañados recuerdos de su remota juventud, todavía la anciana adobado el feo rostro, alegre de ojos y algunas veces tierna y con galas de doncella, se consideraba una mari- posilla enamoradísima que encantaba á cuantos la veian. Buscó á cierto religioso con quien ella solia tra- tar en confesión más que las cosas de su conciencia, las de sus parientes, amigas y vecinos, que le acar- reaban siempre malos pensamientos. Hombre era ese de ingenio un tanto cuanto; pero muy docto en esto déla gramática, por la práctica de enseñar, y aunque — 196 — tan luz, tan vida de las almas, tan padre de los po- bres, tan todo para todos, no tenían en él quere- llas las cosas terrenales con las esperanzas del cielo en esto de mostrarse amigo de agradar y de reci- bir obsequios y en ocasiones entregarse a la zumba. Suplicóle la Marquesa que en secreto le escribie- se un paso tal como deseaba, para que también se- creticamente lo ensayasen unos ahijaditos suyos. Di- cen que el Padre negóse al intento de la Marquesa por creer que no era muy bueno: otros refieren que temeroso de no cumplir el empeño dignamen- te. Sea lo que hubiere sido la causa, ella se lo ro- gó nuevamente casi casi las rodillas por el suelo. Mucho fué en la Marquesa y mas que mucho, por- que esto de suplicar y rendidamente, de no hecho en tantos años desde que era niña, lo tenia como olvidado. Pero en fin, suplicó poderosa, insistió rica, sonrió marquesa y con parientes en palacio, y entonces sus peticiones parecieron tan de razón, tan de ingenio, tan debidas y tan á tiempo, que el pasillo fué escrito tal como la vieja anhelaba y para lo que lo anhelaba, á pesar de sus protestas de ser una paloma sin hiél ni uña feroz y ponzoñosa, con el gemido por canto y el amor por vida y la dulzura por costumbre. Anunció á sus amigos y amigas que se iba á re- presentar, si Doña Beatriz lo consentía, un pasillo por algunos de sus deudos en modesta competencia de los ya oidos, sin verbos y sin nombres. Temió — 197 — Doña Beatriz por una palabrilla, por casi un nada, por un no se qué, que algo malo iba á ocurrir, pre- sentimiento aventurero que le atormentó por algu- nos segundos. Pero todo se desvaneció con salir al- gunos á representar lo que el concurso vio y lo que nosotros leeremos aquí para acertada enseñanza. A LO TIYO Tí. HOSANX A. — O.— A L 1. L X D E . Hosanna. ¡Ah de allá arriba! Allende. ¡Ah de allá abajo!.. ¿Tú Hosanna; tú por aquí? Ni adredemente. Y además así tan así? Hosanna. Y no sin qué, por qué, ni para qué? Pero sobre esto, chiton, hoy por hoy! Allende. ¿Cómo? ¡Caramba con ello! Pues bien; ¿tú con esas y conmigo? ¿Qué chiton ni qué chiton, hoy por hoy? ¿Por qué y á qué? Ea; á ello sin mas acá ni más allá? llosa nnn. ¡Hola, hola! Desde luego, luego! Quiá, no: para más adelante. — 198 — Allende. ¿Por qué, Hosanna, tan en ello, sin más ni más para mí? ¿Por qué? por qué? Hosanna. Porque si, y por esto y por aquello. Allende. Hoy y más que hoy: ahora, ahorita, de pe á pa y sin tiquis miquis, ni tus ni mus y ¡ay de tí! Hosanna. Y á mí ¿qué? Allende. Siempre como siempre muy sobre tí y con la tu- ya. Lo de hoy para mañana. Bien. ¿Y mañana? Lo de mañana para después. Y ¿después? Para nunca. ¿Por qué más después que no antes? Hosanna. Y yo despacito, despacito por si acaso; pero ¿qué por si acaso? Ya que no por mí, siquiera por tí. Allende. Cómo que nó? Desde luego y de tí para mí y no más, y si no, abur. Hosanna. Pues entonces, tú allá... Mas nó... Allende, lejos de aquí yo para siempre, de hoy más. — '99 — A lleude. Eso Hosanna, eso jamás: Hosanna. ¿Cómo yo, cómo sin tí? Hosanna. ¿Sin tí yo, cómo también hoy, mañana y luego? Allende. No; porque antes que nadie yo. ¿Quién cómo tú, Hosanna ¿quién? Hosanna. O quizá y O sin quizá ¿qué menos? Allende. ¿Qué menos? ¡Huy! Hosanna. Sí, sí, sí pó*rque la muy... Allende. Sí, la muy... porque ya, ya. Hosanna. Pero hete allí á O. Allende. ¡O, O! ¡Ce, ce! Hacia acá. Hosanna. ¿Cómo delante de mí? o. A mí ¿para qué? Tú con Hosanna? Allende. Y tú aquí también, tú también como nosotros. Allende y aquende con quien siempre, porque con ella hasta allí, y ojalá, ojalá! Hosanna. Por eso hasta después. O. No: tú la tuya sobre la mia y siempre encima. Y tú contra mí ¿por qué? Hosanna. ¿En contra yo y más contigo? O. ¿Adonde tú y no conmigo? Si no en contra, Hosanna ¿á qué? Hosanna. Eso más? o. Tras esto menos. Y tú Allende siempre el de marras, siempre, Allende mió... Allende. Sin tí ¡oh nunca, nunca! Cuanto más lejos de tí, más cerca; pero sin mí. Hosanna. ¡Ja, ja! lo mió tuyo? ¿De cuando acá? o. A miz zape. A/leude (para sí.) Sí? pues ni por esas. Antes yo, después yo y siem- pre vo. O. Afuera, afuera de aquí. Allende . ¿A mí con esas aquellas.' Hosanna. A quién, si á tí no' Allende. Y cuándo, ¿luego.' O. ¿Qué luego ni qué luego.' Antes con antes por si acaso. Hosanna. ¿Y aquello de junto á tí para siempre, aquello de yo sin tí, yo sin mí, aquello de tú por acá y yo por allá nunca.' Y hoy.' no conmigo, sino con esta, con esa, con aquella con la de mas allá. Pues aquí de las mias. Tú como tú y yo como yo. Añora le- jos de aquí; pero conmigo, con ella no: yo delante, tú detrás. O. Quién, de quién y sin quién? ¿Allende tuyo y no mió? ¡Bah, bah! ¿Qué tuyo ni qué tuyo? Nunca más mió que ahora y de suyo, sí. Hosanna. ¿Que qué? 202 0. Como que sí. Hosanna. Como que nó. O. Sí y resí. Hosanna. Pues nó que nó. ¿Cáspita y él? O á Hosanna. Mió nó? Luego tuyo. Pues si tuyo ¿per qué él siempre tras mí? No más, no más, no: Allende, fue- ra, fuera de aquí y hasta nunca. Hosanna. Eso, eso; así, así. Allende. ¿Conque hasta nunca? ¿Yo? cuándo? cómo? ¿por qué? O. Hasta nunca y aun más allá, porque así como lo menos siempre á menos, lo más á más y á muy más. Allende. Conque fuera de aquí? Pero ¿de dónde adonde? Hosanna. No. Allende. No? ¿Qué pues? Hosanna. Para mí ni lejos ni cerca. O. Muy bien; pero ¿y después? — 203 — Allende. Yo siempre tuyo, siempre tuyo y tan tuyo como siempre. O. Tu qué? Allende. No sino no, y junto á tí, Hosanna; y entre yo y tú, nadie, nadie más. Esto ahora y después y des- pués... para qué más? O. Según. Hosanna. Cómo según? Allende; á lo tuyo tú. O. Entonces?... Allende. Entonces... Y hasta entonces, chiton. O. ¡Ay de tí! Ay de vosotros y de mí, de mí tam- bién. ¡Ea! Hosanna, Hosanna atrás. Hosanna. Atrás yo? ¡Ay Allende, Allende mió! ¡Yo! qué? No. ¿Cómo ó por dónde? ¿Lo de arriba abajo? De cuándo acá? Atrás tú y hasta luego. O. Y yo, y yo? Tras vosotros. Allende. Eso también? 204 — Hosanna. Todavía en ello? Pues yo nó. Allende. Ni yo tampoco. o. Pues con ustedes, con ustedes^ héteme aquí, Allende, héteme aquí, Hosanna. ¡Guay de vosotros!... A este punto llegaba el coloquio, cuando el ga- lancete mal sufrido y envidioso se levantó interrum- piendo la representación con estas palabras, al tenor de su despecho y en voz que ni la de un becerro acosado. — Lindo modo de escribir sin nombres y verbos. Ese Héteme aquí no pasa: no pasa porque es un verbo. ¿Porqué? por qué? dijeron unos: otros, tiene ra- zón: y estos eran los más, porque frecuentemente pa- ra el vulgo y aun los discretos que por sus malas condiciones se allegan á hacer coro á los que mur- muran, estos tienen razón que les sobra. — Heme, helo aquí es del verbo haber, exclamó el galancete susodicho; conque ya no existe razón para que el coloquio se continúe, pues el autor ha fal- (i) Recuérdese que en la Introducción se ha probado que el ustedes equivale i veces á vosotros y no á abreviación de vuestras mercedes, pues cuando un padre, por ejemplo, habla á su mujer y á sus hijos, suele decirles ustedes en vez de vosotros. No se expresa asi en muestra de respeto sino en equivalencia del tuteo en plural. tado en lo que había prometido. Por cierto la ha hee cho buena. Su señora tía se bañaba en agua rosada; viendo aguada de otra manera y bien mala la fiesta. Aquí fué ponerse roja la Marquesa y soltar alguna que otra lagrimilla rabiosísima ante su intento frustrado. Mas pronto tornó en sí al oir á cierto señor muy grave, de boca fresca y que además tenia fama de muy pendenciero y de feliz en todos sus lances. — Calle ese mentecato: helo ó heme es una inter- jección, según unos. Según otros, un adverbio de- mostrativo del latino, Ellus, mira, EUum in porticu, que dijo Vives. Conque calle el pedazo de atún y no diga más sandeces; que harta ha sido la de querer- nos embocar como suyo el anterior coloquio. Y perdone el concurso que dificultad grande tengo siempre para hablar á ese mozo, mayor para oirlo con paciencia y mucha mayor para responderle con templanza. El galancete, que si mala la dijo, peor se la llevó, y que en aquel instante se parecia á la nave que solo vé cielo y agua y que el agua llega hasta el cielo, iba á hablar y no acertaba con las palabras, en tanto que en el concurso no habia uno que en su favor estuviese, quién mal, quién peor, quién to- mándolo á risa, quién indignado, según y confor- me. Con todo, pudo el mozalvete, que estaba em- peñado en que le ardiese el pelo, proferir algo de duelo, sin más espíritu que el aire de su fantasía, en 206 respuesta á su adversario, el cual muy desenfada- damente, dijo: — Qué es eso de desafío? ¿Yo con ese niño? Si vencido, ¿qué mayor afrenta? si vencedor, ¡qué nin- guna gloria! Como se vé, este señor sabia herir y matar con la palabra. Hubo quien temiese que la fiesta se iba á conver- tir en pendencia por lo menos, en que ya que no aceros, hubiese varas levantadas y aun palos y vara- palos á diestro y á siniestro. Mal camino llevaba el asunto, viéndose el mozal- vete no con la gloria al ojo sino con la chifla al oí- do: pero unos lamentos |tan grandes como inespe- rados hacia la parte deljardin, llamáronla atención de todos. Muchos corrieron á averiguar la causa, y era que un nietecito de la Marquesa con otros mu- chachos y un criado en su custodia, habian salido de la quinta á la hora de anochecer (me habia ol- vidado de decir que la fiesta que empezó con la luz del dia, se continuaba con la de muchas bujías.) La alta tapia del jardin que daba á la orilla del Guadalquivir, estaba maltratada por el tiempo y por el descuido, y en sus grandes desconchones se reco- gían tordos á dormir, y no como á delicados nidos de plumas. El nietecito consabido, de edad de doce años, se subia de agujero en agujero con la ayuda de otros é iba cogiendo las aves y guardándolas junto al pecho. cosa que hacia cómodamente, en razón á hallarse en mangas de camisa. Las aves asustadas andaban alrededor del cuerpo buscando salida y aun le picaban en la carne sin daño mayor, á Dios gracias. Pero he aquí que ino- pinadamente la inquietud fué más grande. El muchacho dejóse caer, dando para bien suyo en brazos del criado y ya fuera de ellos todo se volvió saltos y ahullidos, no bien pisó tierra. Acudieron los demás: él no sabia explicarles la causa, sino que á toda furia ó desesperación pro- curaba desgarrarse la camisa. Tanto hizo, que por las seis ú ocho rasgaduras salieron tordos y mástor- dos unos vivos y otros muertos y los más más muertos que vivos y entre ellos... allá vá eso, una rata que con el color igual y tamaño parecido, to- mó por tordo el marquesito en ciernes. Lleváronlo gimiendo y llorando á su abuela, la que escuchó con gran consternación el suceso, y temblando salió á toda prisa con el nieto para su casa, á esperar un doctor que curase de las mor- deduras á aquella infeliz prenda de los amores de su hija, y eso á pié; que no halló coche ni aun pagando, pues el suyo estaba en una venta 'distante por devoción del cochero. Doña Beatriz de Córdoba se presentó á despe- dirla con una sonrisita tan viva como su imagina- ción y tan bella como sus ojos relucientes, y le dijo con la delicadeza que se mueve una blanca pluma al 208 soplo del aire, que le deseaba más felicidades que granos de arena podia ella coger con sus manos; lo cual fué para total cumplimiento de sus pesares, pero no en su terquedad, para desengaño de sus de- seos y escarmiento de sus esperanzas; que allá en sus adentros las fiaba aún para mejores dias. No es buen marinero el que no teme á la mar, á la que ni aun los peces quieren, pues según me decia cierto amigo: ";No vé V. cómo saltan por salirse de ella?" De los concurrentes quedó mucho tiempo en la memoria el fin burlesco del suceso, y no los escri- tos ni sus ingeniosidades ó no ingeniosidades, por- que en verdad se fueron volando por el viento del olvido ó cayeron como piedra en no, que másno parece. Sólo he podido inquirir que dos caballeros, re- cien llegados á Sevilla, estuvieron en la fiesta, y que á la salida, en vez de tomar hacia la ciudad, se dirigieron orillas del rio abajo á la luz de la luna, y pasaron por un sitio en que se criaban melones mejores que los que la gente quiere y que eran tan buenos que hasta empalagaban, y criados donde to- davía se crian toros muy bravos y con salud, según el decir de los hombres de la tierra. Su conversación por el momento se redujo á tra- tar del fracaso del galancete. — 209 — EstruchA*: ? No ha gozado el fruto de sus trabajos. ^ Alguno que se la habia jurado (3) logró juntarle los pies con la cabeza. M 1 Vcneyas. ,nco Dios por su mal dio alas á la hormiga.^ Perciba qué hablar de eso.'1 Agua pasada no muele molino.^1 Estruch. v. I La soberbia es fuente de dolores, camino ■ekí:it'¿<'- pozo de odios, lago de envidias, cadena de stó*A tumbres, mar de peligros, laberinto de contradiccio- nes y rio de lágrimas. (7) Y todo para qué.'' para yjyir vida de penas y para muriendo morirá 7 'enegas. hse mozo no tiene perdón de Dios.{9) Y",„je.k otro VGtl ,SJ 7 • (i) Entiéndase que cuando en estas notas se pone H, se debe ditendcr ir-i braismo y cuando A arabismo. ') H :) (a) H. Zllübut (3) H. "El más sencillo y grave modo de decir es ¿l ¡o yw^aro' toraand*) el número cierto por el indeterminado. Para ala que me la habéis de patnir." Ei Hadrb Francisco García, Historia natural y moral del nacimiento del mando. (Madrid. 164^^ (4) H. Te he de juntar los pies con la cabeza. Juntar los pies coa h.bócx, di?: jo Jacob para mostrar la brevedad de la vida. ! '4,) (5) A. Jafdda en su versión del árabe, que más adelanto se ouu pona rst¡q Sentencia, hoy refrán- Quant Deusvol mal ¿ la formiga nodrex ti aéar.i-jH A 1) (6) A. Sentencia de árabes, hoy convertida en proverbio. . (7) H. Como la lengua santa carece de epítetos ó adjutivos, ios- supltsuiru^ pre con un genitivo de posesión del sustantivo de que se habia 4c dciivarel tf t-«. teto como Varones de riqueza los ricos. (8) H. Es propiedad de la lengua hebrea con la repetición de una,^akfeí*k¡g«¿ niñear confirmación de lo que se quiere decir. (9) A. El Padre Guadix en su Vocabulario di por árabe csta.frasA» añide tjut M que quiso corregirle sin tener en cuenta que lavar cabeza de asno es perdimiento de jabón? ^ Estruch. El mozuelo es tres veces ton'oS2) Gran parte de los concurrentes estaban^ dispuestos á burlarse de él. Bien le han roido los huesos y se los roerán .w Venegas. Ya á qué? al enemigo que huye, puente de platal Y sirva de escarmiento todo, para que cuando veas la barba de tu vecino pelar, eches la tuya á remojar S6) JEstruch. Dios de los Cielos ^ con la leche mamó la nece- no es cristiana, pues en nuestra ley á todos los pecados puede llegar y llega la mi- sericordia ó el perdón de Dios. (M. S. de la Biblioteca Colombina.) (i) A. Entre las sentencias de Alí, casado con Fátima, la hija de Mahoma, se halla ésta, hoy proverbio: "Quien lava el burro, pierde el agua y el- jabón." Don Pablo Lozano y Cásela en su versión de Tres centurias de sentencias árabes, Madrid 1793, pone la de Alicual vá en esta nota. (2) H. Como faltan en hebreo superlativos, se usa la frase tres veces, como pa- ra decir Santísimo "tres veces santo." (3) H. Nominativo en singulary verbo en plural. No concierta el verbo con el nombre; como en el texto hebreo del Eclesiastes cap. 10. "Las moscas de muerte corrompe la suavidad al ungüento." Esto para demostrar cuan unos, cuan confor- mes están, como si fuera uno solo por la gran unión. (4) H. Los huesos por todos los miembros del cuerpo, por todo el cuerpo, por todo el hombre con alma y cuerpo. (5) A. Refrán ya español. Son frases de un poeta árabe, Francisco Gurmendi, Doctrina física y moral de Principes. Madrid 161 5. "Al enemigo se hacen puentes de plata:" esto es que se deben anteponer los medios de paz á los de guerra y los de amistad á los de enemistad. (6) A. Entre las sentencias de árabes traducidas al Lemosin por Jafuda, ju- dio de Barcelona, por orden de D. Jaime II (M. S. Biblioteca Nacional). Quant ueus la barba de tou vehi pelar, met la lúa aremullar. (7) H. Advertencia es de doctos que en solos los libros sagrados se halla esta dad.(l) Lo hemos visto con nuestros ojos, lo hemos oidocon nuestros oidos.® Venegas. ¿Eh1. Dios nos libre y le ayude.® Estruch. Me habláis al corazón.® Ciertamente tras esa bur- la no deberia levantar cabeza...® Aunque quisiere comprar la reputación á peso de oro. ¿No sabéis por qué? Porque el tonto aprecia cada una de sus pala- bras á peso de perlas.® Yenegas. Así habrá aprendido que quien mucho habla mucho yerra.® Estruch. Para el tal mozalvete ese es un cuento de cuentos.® palabra cielo en plural, porque ni griegos, ni latinos, ni egipcios, ni Otros sabios la osaron asi. (i) H. Bendita la leche que mamó. "Parece cierta alusión á nuestro vulgar grosero que suele decir del que es insigne en algún vicio ó virtud con la leche lo mamó. "Fr. Antolin Pérez, Asuntos predicables. (2) H. Reduplicación. Yo lo vi con mis ojos, lo oi con mis oidos, cuando se trata de "cosas no comunes para dar i entender que es verdad, aunque parece que nó, aquello que estás diciendo." Fray José Gallo, Historia de Job. (Burgos 1629.) (j) A. Vocabulario del Padre Guadix. Eh? como interrogación. ¿Qué decis- Dios nos libre: Dios os ayude. (4) H. Hablar i uno a su gusto, 6 dulces ó agradables razones. (í) H. No será ensalzado ú honrado ó lo será. (6) H. Comprar muy caro, á peso de oro, i peso de plata ó de dinero. (7) A. En Jafuda leemos como árabe esta sentencia vulgar y también en lo* libros que tradujo Gurmendi y en ambas partes con esta forma: "Cuando hablare habla poco; que quien poco habla poco yerra." (8) H. "Porque en la lengua hebrea no hay etros números sino las mismas Necesita de que pongan las manos en él (,) para que ' lo corrijan. Pero qué.' Ni en mil años ^ Venegas. \ Un mundo de cosas ^ se me ocurre acerca de la vanidad juvenil. No es para decirlo en una hora.M Estruch. Sus!^ Dígalos para enmienda de ese mozo de pe- cado^ que há menester que le señalen error por error, desatino por desatino'^ aunque le sea más amar- go que la hiél ó que la muerte^ aunque diga que ha letras, corno también en la griega y la latina... de aqui vino que también se signi- fiquen las letras... los libros y las historias. En dicha lengua castellana quedóla manera de hablar, que cuando queremos que nos refieran y relaten alguna historia ó caso... decimos contadme ese cítenlo, porque no es otra cosa la historia sino unos números que se siguen ordenadamente con fé á la disposición del caso." Sigüenza, Historia del Rey de los Reyes. — M. S. d jl Escorial. (i) H. Cuando en la Biblia latina se dice grávala est super me manus tita, no se entiende bien, por no ser modo de hablar usado en aquella lengua, pero en español si, porque para decir que uno con rigor castigó á sus hijos, se dice: que le asentó el guante, que puso las manos en él. (2) H. Mil años. Número finito por infinito. Para significar en muchisimo tiempo y tal vez nunca. (3) A. Padre Guadix, Vocabulario. (4) A. En breve tiempo. (5) H. Zuz. "El caballo en hebreo se llama Zuz del verbo hazaz, que significa levantamiendo de ánimo y grandeza de cuerpo, bueno para llevar un hombre arma- do, para tirar los carros militares con grande ligereza; y él mismo se regocija, vién- dose en el estruendo de las armas y batallas." El Padre Sigüenza, obra citada. De invocación para excitar el valor en la guerra á los caballos, pasó á ser grito de ani- mación. (6) H. Mozo pecador, malo. (7) H. Gracia por gracia recibimos todos, esto es, frase equivalente á todas las gracias juntas. En castellano decimos: "He recorrido la ciudad calle por ca- lle," todas las calles. (8) Salomón llama á una mlrjer más amarga que la muerte, manera de enea. — 2i3 — venido sobre él un mar de persecuciones/0 Estriich. ¿Quién lo desengaña1. (2Í Está el pobre en los hue- sos.l3) Parece dejado de la mano de Dio^ ó que tie- ne el demonio en el cuerpo.^ Venegas. En cuanto á desengaños llover que lloverán sobre su persona y él, nada escribir y más escribir S6) Poco le duró el aplauso. Males el que bien no dura, como cantó un poeta. (7) Si no comprendió que mejor le era uno merecido, aunque fuese pequeño, por aque- llo de que más vale pájaro en mano que buitre volando ;s y lo de que todo extremo es vicioso S9) recimiento. "Esto es mis amargo que U hiél," de camino se reconoce que la hiél e s amaiguisimj. (i) H.yA. (a) H. Usar de futuro por pretérito; y de pretérito ó presente por futuro. (3) H. En Español para ponderar la flaqueza á que ha llegado uno, se dice que est.i en los huesos. David dijo más: que los mismos huesos se habían enflaqueci- do ó menguado. (4) H. Cuando se empieza una obra se dice: que se pone la mano en ella, y cuando se acaba que se alza. Véase i Fr. Luis de Rebolledo. Cien oraciones fúne- bres. Madrid 1600. (5) H. De un inquieto y calumniador se Jice que está tomado del demonio ó que tiene el demonio en el cuerpo. (6) A. "Negar que negarás que en Aragón estas." "Casar, casar que bien que mal," son frases puramente de carácter arábigo. (7) A. Luis Galvez de Montalvo en el Pastor de Filida. ]afuda en su versión pone este proverbio árabe: "Mal qui no ha durada val mes que be que no ha durada." (8) A. El mismo Jafuda tradujo entre sus sentencias de filósofos árabes ésta ya convertida en adagio." Mes Tal un ancell al puyn qui una grúa al cel." (9) A. La sabia HinJ, filósofa arábigo-andaluza. Gurmendi traduce su sen- tencia en esta forma más completa. "Todos los extremos ruines son viciosos y to- dos los viciosos son ruines." — 214 — Venegas. Y se metió á censurar á otro, cuando quien al cielo escupe en la cara le cae.® Estruch. Pero ni él mismo se entiende.® Se quiso hacer pa- sar por autor. No se alabará del hurto.® Quién lo duda?w Ciertamente es lo cierto.® Todo el mundo lo sabe ya.(6) Aquí llegaba el coloquio, cuando oyeron una voz que cantaba esta copla: Halágala del zagal y de su madre doncella... hala gala del y de ella. (7) Y era un pastorcico que se dirigía por aquel sen- dero, divirtiendo así el cansancio del camino. (i) A. Sentencia de filósofo árabe traducida al lemosin por Jafuda en 1249, convertida ya en refrán castellano. Qui tscup al cell a la cara li torna. (i) H. Isaías dijo: "Mi pueblo no se entendió." (3) H. "No se le irá á Dios con el hurto. No se alabará del hurto esta vez." (4) H. En el hebreo es afirmación. Es decir, ¿quién duda? Como si dijese lo más cierto es, por muy cierto se puede tener. (5) H. La reduplicación del adverbio engrandece mucho la oración, según Hebraistas. (6) H. La voz que en hebreo corresponde al omnis latino y al todo nuestro, algunas veces significa una parte de lo más y no el todo. Véase entre esto el diccio- nario Sciarasum de Rabbi David Chimchi. Asi decimos también todo el pueblo por una parte en él. (7) H. Covarrubias cita este cantarcillo en su Tesoro y dice que hala es nom- bre hebreo del verbo halal alabar. De aquí viene la voz halagar "atraer con cari- ños" y el verbo halar tirar de un cabo para si ó remar atrayendo hacia sí el re- mo. Fr. Agustín Delgadilllo, en su Sermón de Sania Teresa de Jesús (Granada 1617) dice: "Salieron hasta los niños á cantarle la gala y la bienvenida." — lis — Pastor. Dios guarde á la gente buena W Venegas. Salud y felicidad al que practica la virtud en todo.W Estruch. De dónde viene y á dónde va el de la coplaS>] Pastor. Vengo de ver esos trigos de Dios^ y por mor^ de mi muger voy ahora á la ermita de Ntra. Sra. de la luz-6) cansado como estoy. (i) A. Término de la gente úe campo ú ordinaria de ciudad para sus saludos. Es manera tomada de los moros ó de les moriscos, que es no saludar directa- mente á algún cristiano por creerlo indigno de que directamente se le salude. (2) A. Rodeo para no decir que Dios lo guarde. Por donde se vé el disparate de grandes autores dramáticos, antiguos y modernos que creen caracterizar á sus personages árabes con hacerles decir Alá te guarde dirigiéndose á cristianos, no ha- biendo en la frase más árabe que el Alá y siendo lo demás una incongruencia. (3) H. Bienaventurados los del pec.ido cubierto. Manera de hablar como cuan- do decimos el de la capa negra, el de la barba blanca porque las tienen ó las usan asi, ó como el de Austria por el Emperador de Austria, el de Santander por el obis- po de Santander, &c. (4) H. Para encarecer la grandeza 6 perfección de las cosas, te dice en he- breo Montes de Dios, cedros de Dios, que equivale á altísimos. «Nosotros decimos es una cosa de Dios, es una tierra de Dios, por bellísima, muy fértil, &c. {>) H. En Andalucia especialmente entre gente de pueblo y niños se dice: He hecho tal cosa por mor de fulano y no es contracción de por amor, que por amor se usa en significación de cariño. Por mor es por causa ó por culpa. Mort en hebreo es superior y también temor. Por temor ó por respeto. (6) H. y A. N'o es luz sino nuestra Sra. del Almendro, Luza ó Leuz en be- breo y árabe el almendro. Por haberse puesto en un almendral, llamado Leuz por los árabes, alguna ermita, equivocaron los cristianos leuz con luz. 2 1 6 Estruch. Sois todo un hombre. W Fuego de Dios^ en el querer bien. Pastor. Le vino la negra para pasar las penas negras por negros de mis pecados W con estar siempre embau- lando W á más y mejor. Voy allá para en amane- ciendo oir una misa, si Dios quiere,^ porque le de- vuelva la salud mientras rezo sin osar alzar los ojos al cielo W porque en cuanto á humilde, soy como nacido en las malvas. ^ Estruch. Ya veo que no se le sube el humo á las narices^ con los caprichos de su muger. Pastor. Mil veces he dicho que más vale eslar sólo que mal (t) H. Para alabar á uno decimos que es Inntbre y para exhortarlo á ser per- sona de valor sea V. hombre. (2) H. Fuego de Dios, el rayo. (3) A. Según el Padre Guadix le vino la ceudda, le vino la negra, la tristeza, la mohína, &c. (4) H. De Baulamin, enfermedad que mientras más come uno más hambre tiene, hasta que de tanto comer revienta. (5) A. Precepto del Koran, Nunca digas que harás otro dia tal 6 cual cosa sin añadir, si Dios quiere. (6) H. Cielo por Dios. (7) H. Se dice nacer en las malvas por de padres humildes. En hebreo en vez de humilde se ha usado barbar que propiamente significa cierta yerbecilla que se levanta muy poco del suelo y brota en despoblado. (8) H. De grandes narices. El español dice de uno que no se atufa luego, que no es corto de chime»ea, que no se le sube el humo á las narices, que no se enoja pronto, que tiene gran sufrimiento y paciencia; y que si se enfada, al punto se desenfada. — 2?7 — acompañado .(l)No me quiere hacer caso. Y otras mil le digo que en el puerto de la quietud está el de la Bue- na Esperanza^ y oyendo que me oye{i) exclama: "Cuan- do me casé contigo pagué el pato "M J'oietjas. Pues por qué buscó tal compañera? No recuerda que dice el proverbio: Acompáñate á los buenos y serás uno de ellos7. ^> Pastor. No me quiere creer, -6) que más mató la cena que sa- nó Avicena y que Avicena e Hipocras me dieron esto y me darán más, y que Abenruiz y Galieno traen á mi casa el bien ageno. (7) Pero en fin, que Dios le dé lo (i) A. Jafuda tradujo del árabe esta sentencia hoy proverbio. Mes val sol estar que ab aivl cempama. (a) H. Juguete lengüistico ñngiendo ó poniendo nombres de pueblos á estilo hebreo para ¡untando aquellos, formar refranes ó sentencias memorables. Se dice burlescamente que uno es de Buttrago por decir que come como un buitrr, que es de Bienquerencia porque quiere bien, Ice. (5) H. Denota perfección 6 certeza de aquella cosa que se repite. (4) Pagar el pato, no se entiende por el ave asi llamada, sino por el pació de Abrahan dicho en burla de los judíos. Véase el prólogo de las ediciones antiguas de la Biblia de Vaina. (>) A. Esta sentencia es India y vino á nosotros por los árabes. En el libro £/ Bonium, Bocados de oto, traducido del sánscrito al árabe y del árabe al español se lee: "Una de las venturas de los ornes es de haber buen compañero, pues acompá- ñale á los buenos y seras uno de ellos." En otro pasaje del libro se completa en esta forma: "E dijo, sigue álos buenos i serás uno de ellos é á los malos otrosí £ serás uno de ellos." (Sevilla 149$. — To- ledo t;oJ.-Valladolid t>i7.) Sigo el texto M. S. de la Biblioteca Nacional. (6) H. Un tiempo por otro. (7) A. Proverbios antiguos de origen árabe. Avicena y Averroes fueron muy celebrados. Lo notable es, que mis popular ha quedado el nombre de Abenruiz como médico que no como filósofo. Y no se diga que un filósofo no era entre los — 218 — que há menester^ y quien no la haga que no la tema (i) y sane pronto Amen^ que esa es la dicha délas dichas^ y buen viaje, que me voy con la familia. Estruch. Qué familia? Pastor. Pues no? De la cerda. M Estruch. ¡Gran linage! Pastor. Y valiente de toda valentía^ y lo más del año en un profundo sueño^, en efecto de la cerda. Los co- chinos de mi abuelo. Si algún dia pasan vuesarce- des por mi cabana, les daré algo de lo puro y brinda- ré por su salud. Estruch. Y yo no dejaré de hacer la razón y de poneros y españoles popular. Todavía entre gente culta y no culta se dice de un hombre de talento y experiencia que es un Séneca; y filósofo español por filósofo español tanto valían cada uno en su género éste y aquel, (i) A. Forma de los árabes. (2) A. Sentencia traducida por Jafuda al lemosin: No faces mal e no avrds re- guart. (3) H. "También es adverbio de quien pide y desea afectuosamente: casi sig- nifica lo que el vocablo arábigo entre españoles ojald, que quiere decir lo mismo que hágase. Rebolledo Oraciones fúnebres." (4) H. La superior de las dichas, como sabor de sabores y manjar de man ja res. El mejor. (5) H. Como antes se notó, jugando del apellido, se cuenta que uno hizo á otro Conde de Puñonrostro por decir que le dio una puñada, ó Conde del Pulgar ó de Chinchilla por las muchas pulgas y chinches, &c. Era de la familia de Pajares y Cebada por decir que Fulano merece cebada y paja por muy bruto. (6) H. Valiente de valentía, bueno, todo bondad. (7) H. Por sopor ó sueño pesado. — 2I9 — á su muger en razón también, (,) para que sean fe- lices toda la vida de DiosS2) Pastor. No hay cuidado. Nunca matará moro que se llame Ali, M que lo agradezco por las entrañas de la Fír- gen;M con qUe ¿ la paz de Dios ,W Venega*. Partió: sigamos nuestro camino. Estruch. Hasta que no® llegue á Tánger no estoy tran- quilo. Venegas. Como el bien no es bien si no es comunicado,^ te diré que hallé el tesoro de mis padres que cuando (i) H. Aquí razón no viene de ratio ni significa la presencia del alma, ni equi- dad, ni causa, ni derecho, ni pretexto, &c. Es razón en el sentido hebraico que dice Sigüenz.i (Historia del Rey dt Reyes) "Xa. buena voluntad, el beneplácito, el agrado, la reconciliación por sola la voluntad y gracia del que la hace. Por eso hacer la razón que es corresponder con otro brindis, equivale á mostrar la buena voluntad con que se ha recibido. Y aunque alguna vez poner en razón, es poner en lo justo, en otra es riconciliar, &c, y en este caso H... (a) H. Por decir siempre. (3) A. Proveibio burlesco. No se puede asegurar si es invención de moros 6 moriscos para burlarse de las fanfarronadas de algún cristiano ó para signifi- car que no mataría pcrsonage alguno, aludiendo i la palabra Ali ó Hali, nombre de principe*. (4) Por las entrañas de Dios para significar lo vehemente del afecto de piedad. ($) H. <<) H. Es manera de hablar entre los hebreos para decir, "<« tantoqve esto no sucede" decir hasta que nó.» El Padre Sigüenza Historia de San Gerónimo. Reitera esto el gran hebraísta Fr. Diego de Arce. Miscelánea primera dt oraciones. Mur- cia 1606. (7) A. Gurraendi asi traduce esta sentencia de un poeta árabe: El bien no es bien un ¡a comuni.auon y la consideración deque es bien de esta vida. estos perros(l) los expulsaron de este país, quedó ocul- to en la vera del rio.(2) De buena he escapado. (3) Estruch. Tú eres morisco. Pues yo vengo de Judíos, y también he logrado hallar otro tesoro que enterra- ron los miosM^ Una nave me espera. Venegas. A mí también. Será la misma. Quien tiene riqueza, tiene nobleza.^ Estruch. ¡Oh hombre nada de nada y todas las nadas, vani- dad de vanidades y de toda vanidad .(6) Entre esos coloquios que han escrito sin partes de la oración, cuánto mejor habría sido uno con palabras y frases habráicas, solamente para conocer que se puede hablar en hebreo creyendo que todo es castellano puro, amigo, amigo mio.l7) Venegas. Y ¿por qué no con voces y giros árabes cuando tantas y tantos los españoles tienen? (i) H. y A. Los hebreos llamaban perros á los de otras naciones. En España ciaban este nombre á los moros y negros. Los árabes dábanlo á los extrangeros, como los griegos y latinos les decian bárbaros.» (2) A. Vera de ber ó bar, el campo junto al rio. (3) H. A. Esta manera indeterminada se repite en muchísimas frases. Buena la hemos hecho, &c. (4) H. ()) A. Qui ha riquea ha gran noblea, sentencia árabe: traducida por Jafuda. (6) H. (7) II. Equivale á muy amigo. Estas reduplicaciones hacen superlativo. Habían en esto llegado á un recodo del Guadal- quivir, donde los esperaba una barquilla. No lejos se veia una barcaza, que anclada, se ha- bía detenido allí primeramente por falta de viento y luego para esperar á algunos viajeros que pasaban á Tánger. Tánger entonces pertenecía á Inglaterra (l) y de in- gleses eran estos barcos que besaban las aguas del Guadalquivir. Las últimas palabras de Estruch y Venegas ha- bían sido oidas por un caballero griego, Don Theo- doto, que estaba al servicio del Embajador de la Se- ñoría de Venecia en España y que iba á Tánger para asuntos secretos. Habíase hallado en la fiesta; y conocedor del habla española, pudo entender todo bastante bien y aun reir con la terminación del su- ceso. Dio la bienvenida á los dos viajeros, y estos se apearon, pasando el siguiente coloquio. Tv riegas. Paz sea al que camina por la senda de la rectitud. Estruch. Y tenga felicidad por toda la eternidad de DiosS1) (i) Recibió esta población en dote el Rey de Inglaterra, cuando se casó con una hija del duque de Braganza. Sólo permaneció en poder de aquella corona vein- te y un años. Abandonaron los Ingleses a Tánger, y pronto se arrepintieron de su error. Veinte años después subsanaron el abandono de un puerto importante en el estrecho enseñoreándose de Gibraltar. Theodoto. Me hallé en el caso trágico^ de esta tarde. El pobre autorzuelo se metió en la boca del lobo y sólo consiguió sembrar en el aguaS2** Aquello fué un discurso sin pies ni cabeza S^ Venegas. Yo os dejo: voy á embarcarme primero. Esas co- sas me parecen muy altas para lo que sé. En seme- jantes materias tengo tal pobreza que soy como el pellejuelo blanco que cubre el hueso del dátil. (4) Theodoto. Se fué: dicho y hecho S^ Es de aquellos que excla- man: "húndase el mundo y vamos adelante."® Desean- do está verse en alta mar.(7) Estruch. ¿Cómo ha de ser, hijo1. ® Impaciencias como su- yas. No vé la hora de oir clamar en la {torre de las Mezquitas Dios es grande. (i) Grecismo. — Prov. Suidas. (2) G. Prov. Cenobio. (3) G. Prov. Diogeniano. Discurso sin cabeza. (4) A. Prov. para significar el extremo de la miseria de uno. Quitimini. (5) G. Prov. Diogeniano. (6) G. Uso de la figura Enyades. Poner primero lo que ha de suceder des • pues. Darlo por hecho. (7) G. Los griegos ponen calificacionss femeninas al mar. Boscan dijo: En alta mar rompido está el navio. (8) H. Lenguaje de cariño. — 223 — Theodoto. Sí: porque aquí tu suerte pende en un cabello .(,)Te metiste en la boca del lobo^ aunque habrás sabido di- simular tu religión, siguiendo nuestro proverbio de adon.le fueres haz lo que vieres.^ Yo he hecho cuanto hay que hacer y contra mi voluntad, pero con mi risa sardónica W cuantas veces se ha ofrecido. Estruch. Felizmente al divisar ese barco ya soy otro. (5) Quí- tense de ahí, de delante de mis ojos¿6)\os fantasmas que me amedrentaban. Ya no hay vara de justicia sobre míS7) A mi madre por hebraizante castigaron y confis- cáronle los bienes. Yo me llevo á África un teso- ro. Estamos en pazSS) Theodoto. Sí: pero en África mucho malo y poco buenoS9) Em- bárcate y no cantes victoria hasta salir de las aguas de España. No tendrá saHl0) que aun te den caza. En tal caso habrias atesorado carbones Sll) Y no te andes con aquello de '¿quién habia de pensarla (i) G. Cenobio. (2) G. ídem. (3) G. Suidas. (a) Refrán griego citado por muchos. Véase á Erasmo y Pablo Manucio, los cuales traían de si procede ó no de Sardis, ciudad de Lida ú otra isla de Hiberia llamada Sario ó Cerdcña. Hesiodo dice que los bárbaros Sárjanos mataban los hi- jos á los padres muy viejos, llevándolos a altos montes donde con fiestas y risas los sacrificaban. Don Francisco Vigo, Historia general de Cerdeña. (Barcelona 1639 ) opina que viene de Simia Risa de simia, risa fingida, risa de mona. (5) II. Por haberse trocado ó convertido. (6) H. (7) H. (8) H. (9) G. Diogeniano. (10) G. Suidas y Diogeniano. (11) G. Cenobio. (12) G. Id. Laercio cuenta que Antístines decía que para el sabio nada puede 224 Estruch. Mi rnuger y mi hija en Tánger me esperan, mi hija hueso de mis huesos y carne de mi carne^ y no seré el que seré, ^ si no me pongo en salve. Theodoto. Comprendo que procurarás la felicidad de ellas, á quienes amarás de todo corazón.^ Las pobres esta- rán viviendo, si no como quieren, como pueden. (4) Las sus hzrmosas prendas del alma, los dos encantos de la vida tuya ^ te aguardan. Al llegar (6) tú y tu tesoro serán las alegrías. Los de allá^ al verte no lo creerán. Si pierdes gozar de la hermosura de esta tierra, goza sus riquezas libremente en tierra no tan buena. Un clavo saca otro clavo. ^ No te detengas. Recuerda lo que decia Lope de Vega al tratar de que de hoy á mañana se vio Troya famosa abrasada. ser nuevo. Todo cuanto acaezca ya debe estar premeditado, porque nunca exclame: ¿Quién pensara? (i) H. Zoth esem meesemai veciser mibbessari. (2) H. El futuro por todo tiempo (3) G. Todo y pérfido una misma cosa. Equivale á con perfecto corazón, según Aristóteles. (4) G. Vivimos no como queremos, sino como podemos. (>) G. Boscan á imitación de los antiguos españoles, imitadores de los grie- gos, dijo: «Abria los sus ojos ciegamente.» En el romancero se lee: "La mi linda ena- morada." > (6) G. Juntar el articulo al infinitivo y hacer un nombre al llorar, al reir, el pesar. (7) G. Con artículos delante tienen fuerza de nombre los adverbios en griego. (8) G. Estruch Qué dijo? Theodoto. Que un sabio afirmaba que éntrela copa y el labio había peligro. Y ese es proverbio griego. (I) Conque á partir. Y en efecto se embarcaron y más no se supo de ellos; pero esta conversación fué oida por alguno, oculto entre matojos, que al cabo la refirió á varios amigos, conociendo en verdad que poseemos mu- chas frases y giros de los idiomas hebreo, árabe y griego, de las cuales quedan aquí consignadas estas ligeras muestras. No he podido inquirir, y lo siento muy en el cora- zón, lo que más hubo en Sevilla, y si se escribieron en adelante otros coloquios para estudios de gallar- días de lenguaje. Como pasaron los sucesos á orillas del Guadal- quivir, puse á su descripción, imaginada en ellas una tarde de primavera, ese nombre; y por haberse despertado ó más bien haber nacido en la patria de Herrera, de Murillo y de Rio ja, mi amor á las le- tras en los albores de mi juventud. Casi todos los que escribimos libros, siempre de- jamos algo que desear, y aun mucho, y yo de los que (3) G. Muchas cosas caen entre el cáliz y el labio. — Diogeniano. «i — 226 — más, el primero. Si no he acertado á escribir con suma claridad estos asuntos, seguramente algunos estudiosos han de cojer preciosos frutos de ellos. Vapor ligero es el que suele aparecer en la maña- na: cayendo en rocío, hace que los rosales abran sus flores y que las abejas liben. Nadie crea que el habla castellana ha quedado sin magestad y riqueza. Porque hojas secas estén al pié del árbol, no se ha perdido ni acabado. El que quiera alzar los ojos, las verá iguales, pero lozanas, en las ramas del árbol mismo. La dificultad está en querer ver y en llegar á ver. ©'RULAS DEL GUADALQUIVIR, PARTE TERCERA. ( SIN VERBOS EN ESPAÑOL, FRANCÉS, PORTUGUÉS É ITALIANO. ) MIRILLAS DEL {jUADALQUIVIR. PARTE TERCERA Iba por cerca de las márgenes del Guadalquivir, no muy lejos de Gelves y entre olivos que se su- bían á los cielos, en mañana tan serena que ni ho- ja temblaba en las ramas, una poco más que niña, morenita como el trigo, encarnada como la rosa y bella como la mañana misma. La niña, aunque mo- desta cual la paloma, tenia su granito de sal con su sayuela de paño, su corpino de lo mismo, sus alforjas á un lado, y en ellas pan y queso. Llevaba un borriquillo cargado hasta no querer más, de pi- ñones y madroños. Quien no la vio, no ha visto en su alma cosa buena. Gorgeaba como un cisne para entretener la fati- ga del camino. Benditas sean las horas del Señor! De tiempecillo en tiempecillo sacaba de la cinta una cimbroncita de acebuche, más para significar á la bestiezucla su deseo de que fuese de priesa que por hacerle molestia. Otros ratos se divertían sus — 230 — dientecicos en quebrantar fácilmente la resistencia de aquel queso tan añejo y de aquellos mendrugos tan obstinados. Paróse en mitad del camino y amarró el borri- cuelo al tronco de un olivillo. Sacó un par de cas- tañuelas, que llevaba escondidas entre las manzani- tas de su pecho, se calzó aquellas entre las manos, y dando vueltas alrededor del animalejo con brin- cos y respinguitos comenzó á cantar, preparándose al baile allá á sus solas; y por la coronita de la bellota que si cantaba bien; en cuanto á castañuelas las tocaba de primor. En esto, hete aquí que á caballo se acerca un galán como de treinta abriles, cual perro á quien dá el viento la caza. Se detiene, mira á la niña em- belesado de su hermosura y gracia, imaginando es- tar en la gloria sin salir del mundo. Torna á mi- rarla y la saluda sonriente, para ver cómo pintaba la uva. Sobresaltóse la alegría de la niña, y lo mismo pensó en corresponder al saludo que en caerse muerta. Torció un poco el hociquito, cual si estu- viera cortando con tijeras malas, y suspendiendo su diversión, se dirigió al olivo y desató el borriquillo para proseguir su camino. El galán le dijo entre voces españolas y extran- geras algún mal requiebro que causó á la niña la misma risa que el galgo á las avispas: y para mos- trarlo, le respondió haciéndole una rueda como la que se hace á un toro. — 231 — — ¡Chinitas á mí! No sirven, ni esto. ¡Maldecido el barco que le trajo á España y el caballo que no lo dejó caer en el arroyo! ¡Vaya con el señor, más linchado que sopa de pan caliente! Se engañó con- migo, que estoy harta de osear á los galanes, que cuando voy á Sevilla se acercan á mí como acuden al trigo los gorriones. Pero chica y todo, al volver yo esta manecita para dar un revés, toda la tierra es poca para huir. Y no digo más, que aquí me quedo. ¡Ay qué tonto! ¿Pues no estaba diciendo Alcaraban comí, cuando eso se dirá por otra, pero no por mí? El extrangero, viendo que no pegaba la yesca, comprendió su equivocación al creer que la niña era cosa tan corriente como el rio, y procuró ha- cerse entender diciendo como Dios quiso, que su parada no tenia más fin que el deseo de saber si estaba ó no muy lejos la quinta de Doña Aldonza Mirafiores. — Eso tal cual, que no soy cortijo que no tiene vallado (respondió la niña animando sus palabras con la viveza de sus ojos tan alegres y halagüeños.) Para la quinta voy: sígame si quiere. Es mi madri- nita esa señora. Y qué quinta y qué flores; locos están siempre sus jardines, que es una bendición verlos. Preguntóla el extrangero desde qué tiempo ha- bía enviudado y si amó mucho á su esposo. — Carretas pasarían por mí y no despegaría los — 232 — labios sobre ello; pero usía me parece bonachón y le diré que Doña Aldonza padeció en su matrimo- nio más tormentos y congojas que tuvo gozos. Si antes hubiera visto lo que hacia, por vida de mi co- razoncito, la barba le hubiera temblado. Pero lue- go llevó todo con resignación. Era tímida como la ovejuela criada á bocaditos de pan, y su marido tan mudable como sereno de invierno, tranquilidad de mar y resplandor de luna; caballero, muy caballe- ro, eso sí, mas con estómago de avestruz, fuerzas de oso y una cholla como un pollero de patos y ánsares, todo ruido y vocería. Cortejaba descarada- mente á cuantas veia: ayer á Doña Una, hoy á Do- ña Otra, mañana á Doña Esotra, pasado á Doña Aquella y después á Doña La-de-más-allá y por ahí miles y miles. Y en tanto su muger sumisa y callada, con su paciencia y virtud, como el paja- rillo en lo alto del aire, que casi casi se pierde de vista. Hubo en esto guerra, y el maldito tuvo que ir á apagar balas con el pecho; y como siempre, fasti- diado y fastidioso. Pero en fin, allá partió ese lobo á correr el mundo. Recibió una mala herida en el brazo y en viendo las orejas á la fea, tocóle Dios en el corazón; y por descuento de sus culpas y pecados, echó por allá lejos, muy lejos, de peregrino, á ver el sitio donde Cristo dio las tres voces, se lavaba las manos Pi- latos y se criaban los gallos de la Pasión. Después — 233 — que visitó á Cristo en el sepulcro, cosa que pudo placer en mi pueblo todos los Viernes Santos; sin decir oste ni moste ni haberse puesto de acuerdo con nadie, cuando volvía para acá con el perdón de su muger, cate usía que la dejó espera que te espera, porque se murió en el camino. Luego lo trajeron aquí embalsamado en una ur- na de vidrio. Era muy feo y muy serio: yo lo vi. No sé por qué la señora se enamoró de ese hom- bre. Las cosas de las mujeres, como dice mi abue- lito. Allá en la iglesia de los Gelves estuvo unos tres dias con un paño negro bordado de oro y con cuatro blandones, que en fin daba lo que se llama gusto mirarlo. Preguntó á la niña el caballero quién era, de dónde venia, á dónde iba y á qué, lo que deseaba y no sé cuantas cosas más, y todo se volvía entre- tener el tiempo con la ocasión en las manos y sin manos para la ocasión, con esperanza y sin ella, ni contento ni quejoso, partiéndole tan inocente la labradora ó pastorcilla, que era imposible que cuan- do rezase no anduviesen mezcladas sus alabanzas á Dios con las de los ángeles mismos. De una en otra pregunta, de una en otra respues- ta, la niña fué adquiriendo más confianza y alegría. Deseando él saber cómo era Doña Aldonza, no tar- dó la labradora en decirle que tenia las mejillas de leche v sanare, los dientes como el armiño, uncue- lio anacarado y riqueza en tierras y ganados que — 234 — á donde quiera que vamos, en veinticuatro horas no salimos de pastos y yerbas y tenga usía buenas noches; y añadió burlescamente. — Que si quieres. Al oir esto se ha hecho todo una oreva.' A ver, qué poseido está ya de amor el caballero. El galán al contemplar tan hermosa á la niña, le preguntó que cuántos novios habia tenido y cuán- tos la pretendian. — Novios esta mocita? replicó: mala pedrada en sus cascos. Querer yo? ni que lo piensen. Reniego de los hombres: volados todos: los temo como á la muerte. Y ¿quién ha de hacer caso verdaderamente de esta huerfanita de padre y madre? Por eso cuan- do me requiebra cierto mozalvete, al instante me vuelvo un veneno y ganas me dan de ponerle la mano donde su madre le puso el pecho. Prefiero seguir arrastrando trabajo por estos campos que no oir requiebros de tanto alma de pavo. Y al decir esto, de tal manera relampagueaban los ojitos de la niña al galán, que á sí propio no se veia. Advirtiólo ella y le dijo con mucha gracia: — Ay! que tiene los ojos como el conejuelo blan- co que parecen dos carbones encendidos. Y al observar que el extrangero daba el sesto de los suspiros, exclamó toda risa que te risa: — ¡Qué lástima! ¿No hay por ahí quien le llore? El, haciendo la deshecha, le preguntó por la fruta — 235 — que llevaba y aun le indicó que algún madroño es- taba pasadito. Ella respondió: — De eso tienen culpa las hormigas. Pero cómo ha de ser! ¿Quién puede poner bozal á los bichos que están debajo de tierra.'' El caballero entonces le significó el deseo de to- mar algunos madroños. La niña le replicó: — Eso nunca: porque aun comiendo uno sólo, le ha de hacer mal al estómago y le ha de dar dolor de cabeza. Iba á responderle el extrangero. Tenia la palabra en el pensamiento y no se atrevía á pronunciarla. Si ella la hubiera adivinado, tampoco se hubiera atrevi- do á dejar comprender que la adivinaba. Mirábanse y extendian el uno para el otro las alas de sus pensamientos y con sus ojos se hablaban y preguntaban y respondían. En este instante advirtió él que ella tenia prendi- do en el seno un ramito con dos recien cogidas y tardías fresas, que conservaban su regalada frescura y su perfume; y con impaciente deseo se las pidió, impidiéndole con el caballo el paso. La niña le respondió: — Vamos: usia no se ha persignado hoy: deje fran- ca la vereda. Pero insistiendo el galán, prosiguió ella. Tome, pues, esas fresas que á la gloria dicen: "Quítate allá.'* El extrangero como un rayo y cual si en sus aden- — i$6 — tros exclamase: "Para luego es tarde" las tomó, no sin notar en sus manos una gota que le pareció lágrima de la niña. Ella en tanto comenzó á entretenerse mondando con sus muelecitas algunos piñones tan blancos co- mo sus dientes y la leche misma. El le dijo que les diese aquellos, porque de segu- ro los mondaria mejor, á lo que ella repuso: ¿Pues qué? se figura que mis muelas son de cor- cho? Tome ese piñoncito y echará penas abajo. Al gustar aquella gloria embalsamada, el extran- gero le respondió que en cambio probase un poco del duro ó del dulcecillo, es decir, del jerezano ó pajarete que en dos frascos llevaba pendientes del arzón de la silla. La niña respondió sacando un cuernecito que te- nia al cinto. — Del pajarete quiero: eche V. y no se derrame. Con efecto, el galán alargó el frasco á aquella perla. Y ella con sus manos propias echó el vino y tomó un buchecito; y como hay palabras que tie- nen su tiempo cual los higos, exclamó muy salada- mente. — Maldita sea el alma del vino mal bebido. Que en paz descanse y toditos los difuntos. No lo he probado desde ayer tarde á estas horas, que buenas sean. Cosas se le ocurren al señor, que no puedo creer sino que se las dicen al oido. ¿No hay quien le ria la gracia? — 237 ~ Con la conversación y el camino, el señor á caba- llo y la niña á pié, se habia ido la mañana sin pen- sar y el sol empezaba á picarles y repicarles. En esto divisaron la quinta de Doña Aldonza; y al llegar á la casita de un guarda de aquellos sitios, que por estar recorriéndolos la tenia cerrada, mientras el perro atado se hacia pedazos á ladridos, la niña vio que junto á la puerta crecian varias caracoleras. Cortó una flor humedecida por el rocío de la maña- na y con mucha monería la arrimó á los labios del caballero, quien la besó con la más dulce locura. En este punto llegaron de vuelta de paseo á ca- ballo doña Aldonza y dos señores y hallaron al galán y á la niña con un mismo color y un mismo pen- samiento, sin por eso deducir del uno el otro. Todavía el caballero italiano, pues italiano era, tuvo tiempo bastante para decir á la niña. — Quel cor che a tegiá dédi, a te pur servo. Non rom- perá, no giamai i nodi di nostri amori. Tieni la mia parola per fatto. Voglio essere sposo tuo. La fiamma d'amore i molió viva e non possio mai resistere, Tre- mante atiendo la sentenza. (l) El sobresalto de la venida improvisa de la Sra. y los caballeros, la habia dejado como la viña hela- da. El rubor, el miedo y el instante, todo parecía (i) El corazón que ya te di, para tí conservo. No romperé ¡amas, no, los la- zos de nuestros amores. Ten mi palabra por un hecho. Quiero ser tu esposo. La llama del amor es muy viva y yo no puedo mis resistir. Temblando aguardo la sen- tencia. - 238 - suficiente á impedirle entender las palabras de su galán en una lengua enteramente desconocida para ella; pero su corazón conmovido las supo traducir de un modo maravilloso. Y aunque con el silencio respondió, fué porque con una sola mirada ya habia dicho cuanto tenia que decir. Al exclamar después el caballero ¡Felicita suprema! no hizo otra cosa que repetir con los labios lo que habia escuchado en el alma. Quedáronse los otros dos caballeros tan emboba- dos contemplando á la niña, que un lacayo natural de Utrera solia decir que á cada uno cabia un melón por la boca. Doña Aldonza saludó muy graciosamente al ca- ballero que se llamaba Don César Salviati, natural de Bergamo en Italia, el cual habia estado al ser- vicio de Carlos III de Borbon, entonces Rey de Ña- póles, hermano de Fernando VI, que lo era de Es- paña é Indias. Pareció al galán el saludo más amargo que la corteza de la naranja. Correspondió á él como pu- do y explicó el encuentro con la niña de la manera más á propósito para levantar en ánimos maliciosos cavilaciones y dar ocasión á necedades y mentiras. En su turbación no podia levantar edificio que se tuviese. Sonrióse Doña Aldonza, miró á los otros dos ca- balleros, francés el uno Amadeo Berger, portugués el otro D. Francisco de Moura Coutinho de An- — 239 — drade, aquel caballero de San Miguel y éste de San Benito de Avis: sonriéronse ambos y diéronse con el codo y no pasó de esto. Emprendieron todos el camino déla quinta y en- traron en ella. A la puerta quedó solamente la niña como ad- mirada y no convencida de su felicidad. Y empezó á parecerle que le faltaba la vida cada instante que iba pasando sm ver al señor. Habló con el jardinero y la mujer y las hijas de este, mostrando en el rostro más alegría de la que experimentaba en el corazón. Pero miraban estos con ciertas y ciertas sospe- chas, y observaban los movimientos de la pobre niña, sus acciones, sus vueltas, sus salidas, sus sentadas, sus obras y hasta sus suspiros para inferir por ellos la certidumbre ó incertidumbre de lo que querian saber, y no una y otra y otras, sino mu- chas y después muchas más veces; y á la niña si al- guien reparaba en ello, parecia que daban una pu- ñalada. Pasaron Doña Aldonza y los tres caballeros al comedor donde se les sirvió un almuerzo de los pocos. El italiano estaba pensativo y como en ti- nieblas por la falta de la luz de la niña de sus ojos. Y con la imaginación creia ser como aquel que en mitad del estío durante las horas de la mayor fuerza del sol se halla, por gozar de fresco, en cuarto oscuro y que no deja de percibir los rayos por los resquicios y debajo de las cerradas puertas. Tratóse del testamento del marido de Doña Al- donza, en que constaba dejar como recuerdos de sus viajes por Portugal, Francia é Italia, y en grati- tud de la buena acogida que en esas naciones ha- bía tenido, regalos cuantiosos y de igual valor á esos tres caballeros, que con su ingenio, leal afecto y ge- neroso espíritu le habían obsequiado de un modo inolvidable á persona bien nacida. Mas para recibir los legados habían de concurrir en cierto dia á la quinta y solemnizarlo en su honor con una fiesta literaria, según la voluntad de su es- posa. Esta era una señora de mucho ingenio y prácti- ca en el estudio de las letras. Poseía además un ma- nuscrito, como memoria de sus abuelos, en que se contenia una copia fiel de aquellos coloquios sin verbos y otras partes de la oración, según traslada- dos quedan. Nada pareció más oportuno á Doña Aldonza que poner á prueba los ingenios de los tres extrangeros, escribiendo tres baladas en prosa española sin ver- bo, para que sin verbo, cada uno fuese poniendo en su respectivo idioma la que le tocase en suerte, teniendo este trabajo la circunstancia apreciable de poder ser estudios curiosos simultáneamente de las diferencias de voces, giros y aun faltas ó no faltas de palabras apropiadas en el habla respectiva con re- lación á las otras. 241 — Hablóse mucho de filosofía y letras en la mesa. Mr. Berger, como persona de un siglo de tanta afi- ción á la filosofía moral en Francia, se lamentó de que en España no hubiese gran entusiasmo filosófi- co, á lo que el Capellán de Doña Aldonza le replicó que la filosofía era vulgarísima en España, para lo cual no le cumplía por la brevedad del tiempo recor- dar pasages de la de Juan de Mallara, pero sin tocar en ella añadió por observación propia estas palabras: — Del mismo Séneca, Séneca español y que tan- to ha influido con respecto á la filosofía moral en nosotros, y cuyo nombre es proverbial aun entre las gentes de campo, tenemos sentencias converti- das en refranes como estas: Vnusquisque gallus in suo sterquilinio plurimum potet que equivale á Cada gallo canta en su muladar: Otiositas viliorum mater que corresponde á La ociosidad es madre de todos los vicios. Quod non est opus asse carum est significa lo ba- rato es caro. Bis dat qui cito dat, esto es, el que dá presto ó el primero, dá dos veces. Doña Aldonza, por no alargar más la conversación sobre estos extremos, y á fin de ir directamente ásu deseo, preguntó á Mr. Berger si se atrevía á escribir en francés una balada sin llevar expreso el verbo, cosa que creía más difícil que en otros idiomas, por- que ese, á lo que habia visto en las traducciones de Baltasar Gradan, hechas por Amelot y el Padre Cor- beuville, se prestaba no con gala y desenvoltura á las elipsis; y en ocasiones se negaba á ellas como 16 — *42 — en las de varios proverbios españoles, según se vé en Mozo creciente, lobo en el vientre; que los franceses tra- ducen por Enfant qui croist ha un loup dans le ven- tre. Muerto el animal, muerto el veneno; mu bestie morte, na plus de venin. Pasado el peligro en olvido el santo. On ne se sonvient plus de promesses quand les perils sont passes. Aquella famosa frase de Felipe II, para encarecer que todas las cosas se resuelven con el tiempo, y que el que sabe ganarlo, vale por muchos, El tiem- po y yo para otros dos, sólo se ha traducido por Cor- beuville en esta forma: Le temps et moi nous valons deux hommes. No llevó muy bien Mr. Berger lo que Doña Al- donza decia, y en defensa de su idioma le respondió significándole que este podia usar elipsis y las usa- ba con gala extrema en algunos otros proverbios. Entonces Doña Aldonza, habiendo logrado picar el amor patrio de Mr. Berger, le presentó el manus- crito de una balada, el cual se retiró para traducirla en el plazo de una hora. Seguidamente Doña Aldonza elogió sobremanera la lengua portuguesa, recordando ámás del dicho de Lope de Vega de que era dulcísima y para los versos la más suave, aquella gala y fineza para encarecer los afectos que tanto tiene en sus palabras propias co- mo en las españolas, según en los versos de Francis- co Francia y Acostad cantando la muerte de Inés de Castro: (i) Jardín de Apolo. Coimbra 1658. — 243 — Piedad y justicia piden Al que está mirando absorto Tiernos hijos en sus brazos Y tierno llanto en sus ojos. El caballero de Avis desde luego se ofreció á es- cribir en el breve plazo la balada que le correspon- día, como el caballero italiano se prestó á escribir la suya al mismo tiempo. Cada uno fué puesto en gabinete aparte y á la ho- ra fueron apareciendo en el salón de la quinta. Doña Aldonza, para que descansasen un instante, hizo venir á su hermana, cautiva que habia sido seis años en Túnez, y la cual, acompañada de un laúd, entonó esta canción árabe con la música que habia aprendido por aquellas tierras: Alia elrahmáno Chalakallinschána Almoh olbiana Gralohbemizána. No entendieron ellos la letra de aquella melodía árabe ni sabian que lo era, cosa que sucede en mu- chos que oyen cantar á otros en propio y ágenos idiomas. Por lo extraño de la música preguntaron que de qué autor era, y cuando supieron de donde procedia la canción, de la cual, sí, habian percibido los conso- nantes, quedaron absortos por la novedad, y más cuando le dijeron que equivalía á Dios misericordioso — 244 — creó al hombre, le dio inteligencia y en él puso una libre voluntad. Cantó Doña Aldonza al clave un romance moris- co español; y luego que cesó en la música y oyó elogios de su destreza, pasó á leer en castellano la balada El Eco del dolor, así como Mr. Berger su traducción castellana en esta forma: EL ECO DEL DOLOR. BALADA. Raúl. ;Tú aquí mano sobre mano? A qué fin? LECHO DE LA DOl'LEUR. BALADE. Raoul. (0 Toi dans ce lieu les bras croisés? A quel propós? Julio. ¿De qué esa sorpresa? Jules. Quoi de surprenant? Raúl. ¿Sorpresa? Raoul. Surprenant? Julio. Silencio y olvido! Honor á esta tumba á una corta distancia de la orilla del Guadalquivir! (:) Raoul ó Radalphus. — *45 — Jules. Silence etoubli. Honneur a ce tombeau tout prés du rivage du Guadalquivir. Baúl. ¡Tumba! ¿De quién? Haoul. Un tombeau? De qui? Julio. De una mujer, de mi amada, mi corazón, la dulce esperanza mia, mi vida, sí, mi vida para siempre y ¡muerta antes de nuestras bodas! Jules. D'une femme, ma mignonne, mon cceur, mon doux es- poir, ma vie, oui ma vie pour toujours et morte avant l'hy- ménée. Raúl. ¡Oh tierno deseo, edad dorada del amor prime- ro! Todo por ella y nada por mi, empresa sublime, vulgar en los labios, rara en los corazones. ¿Qué cosa más pura? ¿Qué más esplendente? Su nombre? Raoul. ¡O tendré désir, age doré du premier amour! Tout pour elle, ríen pourmoi, devise sublime, communedans leslévres, rare dans les cceurs! ¿Quoi de plus pur, de plus resplendissant? Son nom? Julio. Grabado en el tronco de este pino. Margarita. Hé aquí el amante y la amada. Jules. Gravé sur la tige de ce pin. Marguerite. Voici 1'amant et lámante. — 246 — Raúl. Una preciosa rubia con tez de azucena y rosa, dientes pequeños y como la nieve blancos, negros ojos de penetrante al par de modesta viveza, labios de color encarnado muy encendido, de un trato todo encanto, de un ingenio muy culto y delica- dísimo. Y qué figura! qué presencia de reina! Qué melodioso acento con tanta precisión y gracia! ¡Oh flor sin sazón cogida! Haoul. Une belle blonde avec un teint de lis et de roses, des dents petites et blanches comme de la neige, des yeux noirs d'une vivacité si penetrante, et si modeste en méme temps, des lévres colorees d'un vif incarnat et de manieres engageantes; un esprit tres poli et délicat. Quelle taille, quel air de reine f Quelle voix mélodieuse juste et agréable! O fleur cueillie avant le temps! Julio. ¡Retrato verdadero y lindamente hecho! ¡Qué in- teligencia de todo en su corta edad! Tristecilla siem- pre, pero bonita en su tristeza misma. Hé aquí la recompensa de tu piedad, ¡oh la más virtuosa délas mujeres! ¡Oh! tu memoria tan admira- da en esta tumba bajo estos árboles frondosos, refu- gio de las palomas y de los tímidos ciervos ahuyen- tados de los montes por la nieve. Jules. Portrút vraimentetjo/iment (») fait. Quelle intelligence dans. (1) Los españoles, italianos y portugueses, forman un adverbio compuesto de — »47 — cette grande jeutusseH1) Toujours unpeu triste (2) mais assez be- lle (3) dans sa tristesse méme. Voici la sainte recompense de ta piété, ó la plus vertueuse des femmes. Ta mémoire tant admirée dans ce tombeau sous ees arbres touffus, asile des colombes et des cerfs timides chassés des montagnes par la neige. un adjetivo en terminación femenina y la palabra mente, como en estos ejemplos ciertamente, locamente, es decir, con mente cierta, con mente loca. Los franceses en los adjetivos que acaban en é acentuada, en i y enú la hacen concordar con la termi- nación masculina como en infini, injinimenl;en pesé, posément; en abselu absolument. Todos acaban en tnt y no en ente, salvo alguna excepción como prestnttmtnte. Los franceses no suprimen la terminación ment en los adverbios cuando son más de uno; nosotros, si, ejemplo en Garcilaso: "Paciendo vi segura y libremente." Esto di mis gala i la frase. Hay muchos giros que no se pueden traducir con la elegancia ó gracia del español. La unión dedos gerundios andando regando un dia.no puede traducirse en fran- cés, aun cuando se quisiese decir contra las leyes del idioma allant arrosant un jour. Si Koscan dijo en cayendo la siesta, fué con una significación que no se puede ex- presar en francés sino por varias palabras "des aussi tost, que le chaudserá també [ts decir) diminué. Que la casará muy presto para en cerrando los panes; dice un antiguo romance. En francés se puede decir: "Qu'il la marira bien tót aprés a\x>ir serré les grains, ó de este modo: aussi tost que les bles serón seurrez. (i) G. Su poca edad: nosotros no podríamos decir gran juventud ó mucha ju- ventud como los franceses. (i) Tienen los franceses corto número de diminutivos, al contrario de los ita- lianos y españoles, muchos de ellos semejantes alas terminaciones griegas y latinas. Contamos con muchos diminutivos de diminutivos, como de chico, chiquillo, chi- quito, chicuelo, chiquetico, chiquitillo, chiquetin,chiquirritico, chiquirritillo, chiquirritin, etc. Estos diminutivos de diminutivos no pueden expresarse en francés. (3) Aunque diccionaristas quieren dar con muchas palabras equivalencia ala voz bonita aplicada á una mujer, la verdadera es la de muy bellaá delicadamente bella, mis claro, un aumentativo en forma de diminutivo. Alguna vez usamos un sustantivo con un adjetivo, ambos diminutivos, como becerrillos ternezuelos, una chiquilla trax-it- sita 6 traviesuela, lo cual es en francés intraducibie dentro de las buenas prácticas del idioma. De adverbios hacemos umbien diminutivos como de arriba arribita, de cerca cerquita. Entre gante de camfo alia abajazo por alia abajo b mus abajo. — 248 — Raúl. ¡Pobrecilla! ¿Por qué tan grande en esta tan pe- queña sepultura? Raoul. Pauvre! (0 Pourquoi si grande dans une si petite sépulture? Julio. Hé aquí esta corona de rosas y de siemprevivas al modelo de amistad y de caridad, á Margarita, como recuerdo de su virtud, firme cual peñasco (2) rico en perlas. ¡Ay de mí! ¡Oh! mísera y amarguísima vida! ¿Quién como Margarita en beldad? ¿Quién entre todas su igual por aquella su armoniosa y divina fi- gura? Y tú tierra cubierta de verdor y flores Jules. Voila cette couronne de roses et d'immortelles, symbole d'amitié et decharité:á Marguerite en souvenir de sa vertu, inébranlable comme un grand rocher riche en perles. He- las! q miserable et trop amere existence! Qui semblableá Mar- guerite en beauté? Qui d'entre toutes égale a elle par sa taille (1) Este diminutivo en significado afectuoso y compasivo, no se usa en fran- cés sino en el estilo bajo pauvret y pauvrette; no asi los italianos que tienen poveretto y poveretta por señal de la mayor ternura. (2) Peñasco en español es amplificativo de peña. Por eso se pone en francés grand rocher, una peña grande. Estos amplificativos ó aumentativos, son muy usados en las lenguas griega é italiana y poco en la latina. De asno decimos asnazo, como los italianos asinone y asinaccio. Para poner equi- valente á ricacho en francés tendremos que decir para acercarnos al acierto tres ri- che, pues aunque algunos diccionaristas quieren que sea richurd, no hay en ello exactitud. Por hombrazo se dice en francés un homme grand, salvo los gascones que usan el nombre de homenas. Los portugueses á un hombre de gran estatura llaman homenzarrao. — 149 — harmonieuse et divine? Et toi, terre verdoyante et fleurie..... Raúl. Sí: flores mustias, emblemas de nuestra vida. Jtaoul. Oui: fleurs fanées, emblémede notre vie. Julio. La blanca violeta, el narciso en la orilla, las azu- cenas sobre aquellas montañas, el purpúreo jacinto, el azul del sereno cielo de estos campos de los des- dichados amores, ¿hasta cuándo mi pobre corazón engañado por inútiles esperanzas en la estéril región de las nubes? ¡Oh! los hermosos rizos déla cabelle- ra de Margarita, ojeadas furtivas y misteriosas, dul- ce tesoro de dos almas animadas de un pensamien- to mismo, los cabellos sueltos, la virginal cintura flexible como el pámpano, modulaciones deliciosas de un canto parecido al del ruiseñor en su himno de la tarde, encanto de mis amores, consuelo de mis ensueños, más perfectamente hermosa que la misma hermosura, y más delicada y brillante que los iris de la catarata del Niágara...! Jules. La violette blanche, le narcisse au bord des eaux, les lis sur ees montagnes la, l'hyacinthe pourprée, l'azur du ciel se- rein de ees champs des malhereux amours! ¿Jusqu'á quand mon pauvre cceur séduit par de vaines esperances dans la stérile región des nuages? O belles boucles de la chevelure de Marguerite! Oeillades furtiveset mvsterieuses, doux trésor de deux ames animées d'une méme pensée; les cheveux épars, — 250 la taille virginale, flexible comme un pampre, délicieuses mo- dulations d'un chant comme celui du rossignol a son hymne du soir,charme de mes amours, consolation de mes insomnies, plus recherchée que la beauté elle méme, et plus délicate et brillante que l'iris de la cataracte du Niágara....! Raúl. Pensamiento insistente y delirante del dolor, engaño- so como el Sarab de las marismas del Guadalquivir. Raoul. Reverte (O de la douleur, vaine comme un mirage des rua- rais du Guadalquivir! (2) (i) Significa algo más que desvario, vértigo, locura, trastorno del cerebro, como quieren diccionaristas. Réverie en su primer significado se puede traducir por deli- rio insistente en una misma idea, pensamiento ó imdgen, ya despierto ó ya dormido. Con- cuerda esta significación con la otra que tiene en sentido opuesto meditación con al- go de devaneo, inquietud en la mente, etc. Meditar es el estudio ó la considera- ción insistente de un pensamiento. Aunque los portugueses tienen la voz revería, ésta equivale á rebeldía. Réverie en alguna cousa es mirar para ella con mucho gusto y constancia. (2) El fenómeno de lo que modernamente se ha descrito con el nombre de espejismo, se conocia en España con el árabe de Sarab. Sarab significa canal ó con- ducto de agua, y por la semejanza que el fenómeno tiene simulándolas aguas, lla- móse asi. En lo antiguo se decia á un canal de agua A-zarbe (corrupción de Al- sarab.)T>t aquí vino zaraba , garaba , caraba y carabia , todos en sentido de canal de agua ó agua que corre por el valle. De Sarab vino Sarabia con el mismo significado, que hoy también es apellido. Ni Dozy ni Hengelmann hablan del Sarab ó espe- jismo en su Glossaire des mofs Espagnols et portugais ni de la voz Sarabia. Los portu- gueses usan de la voz Saraiva por gota de lluvia congelada (el granizo.) En El Bonium, bocados de oro, libro cuyo origen indo-árabe es evidente y que se tradujo al español en el siglo XIV, cuando menos (dirigido al Rey de Persia, ana- grama del Rey de Speria) é impreso por vez primera en el siglo XV, se lee: "E dijo; quítate de la compañía del mintroso que es como el sarab (sarab es dicho, cuando el sol hiere en el restrojo é quien lo ve á lejos scméjale que es el agua, é quando va para alia, non falla al sino el restrojo.)" Quien viaje por nuestro Guadalquivir, verá este fenómeno muy repetido en las marismas á la parte de poniente. Mahoma decia: "Las acciones del no cre- yente son como el sarab de la llanura: quien tiene sed lo toma por agua hasta — 251 — Julio. ¡Oh terrible día! Una aura ligera en la mañana, huracán después al medio dia, y hielo en la densa noche, el hielo de la muerte. Jule$. O jour terrible! Une légére brise dans la marinee, ouragan aprés-midi, et gelée dans l'épaisse nuit, la gelée de la mort! Raúl. Calma: en un dia sin el ayer y sin el mañana, hé aquí sus restos tan queridos bajo un pequeño al- cor ó collado de fina arena. Raoul. Paix! Deja dans un jour sans veille ni lendemain, voici ses reste si chers sous un petit tertre de fin sable. Julio. ¿De cuándo acá tú tan filósofo.' Jules. Depuis quand siphilosophc: Jiaul. El grande amigo, grande en todo y fiel al culto del dolor! Raoul. Le grand ami grand en tout et fidéle au cuite de la dou- leur. (0 que al «cercarse encuentra que nada es." Como se ve, primitivamente sarab signifi- caba en árabe canal ó agua afartnU. Después se aplicó en segunda significación al agua verdadera. (i) Aunque el uso ha autorizado algunas libertades en este caso, la regla an- tigua (siglo XVI) que el adjetivo grand* perdia la silaba di cuando el nombre em- 252 Julio. ¡Qué cambio total en las cosas de aquí abajo! ¡Inútil tarea! Jules. Quel renversement dans les choses d'ici bas! Peine inutile. Raúl. Sí: hé ahí la vida! Raoul. Oui: voilá la vie! Julio. No; hé ahí la muerte, adiós, ¡oh patria mia! ¡Oh mi querida juventud! ¡Oh sitios amenos! ¡Otra vez errante y miserable! Adiós belleza sepultada ba- jo el sol abrasador de Andalucía. Jules. Non : voila la mort ! Adieu ó ma patrie ó ma chére jeunesse, ó beaux lieux! Autre fois errante et miserable. Adieu beauté ensevelie sous le sol brúlant dAndalousie! Raúl. Adiós, adiós; hé aquí el instante decisivo. Para tí el llanto, para mí el cuidado de esta tumba, de esas cenizas y huesos, verdadera imagen de la hu- manidad sin los encantos del ingenio y de la be- lleza. Raoul. Adieu, adieu; voici l'instant décisif. A toi les pleurs, a moi pezaba en consonante, sea cual fuera el género del sustantivo como gran mujer, gran causa, gran cuerpo: pero cuando sigue vocal, se dice grande ánimo, grande acue- ducto, y hasta prescindiendo de la h, grande hombre. — 253 — le soin de cette tombe: de ees cendres et ees os comme image vraie de l'humanité sans lesattraits de l'esprit et de la beauté. Julio. ¡Piedad! oh Dios! piedad! Jules. Piété, ó Dieu piété! Baúl. Sí, en la hospitalidad de la tumba, guarnecida de los diamantes de su virtud. ¡Adiós para siempre! Valor. Baoul. Oui: dans l'hospitalité du tombeau garni des diamants de sa vertu. Adieu pour toujours! Courage! *■ Julio. ¿Y tú? Jules. Et toi? Baúl, ;Yo? Yo ante el callado trascurso del tiempo, pobre sauce plantado á la orilla del camino de la vida, y fiel custodio de Margarita contra las risas insolentes de la envidia aun en la tumba, tumba cercada no de espinos, sino de tiernas violetas y mirtos húmedos del rocío y no destituida de hono- res y de lágrimas. Canciones de los pastores y de los pescadores, cantos de las aves, gritos de la indi- ferencia, lejos de nosotros ¡qué profanación! Y tú yacente y muda, adormecida en el último sueño por protector y por esposo! — »s+ — Raoul. Moi? En face du cours silencieux du temps, pauvre saule, planté sur le bord du chemin de la vie et fidéle gardien de Marguerite contre lesris insultants de l'envie dans la tombe encoré entourée, non d'épines, mais de tendres violettes et myrtes humides de rosee et non privé d'honneurs et de lar- mes. Chansons des bergers et des pécheurs, chants des oi- seaux cris, de l'indifference. Loin de nous!Quelle profanation! et toi gisante et muette endormie du dernier sommeil pour protecteur et pour époux. Julio. En el seno de la eterna noche y en la morada solemne del silencio. Jules. Au sein de la nuit éternelle dans le solennel séjour du si- lence! Raúl. A la sombra de esta cruz de terso mármol, más que labrado por el hierro socavado por abundosas lágrimas. ¿Y tú? Raoul. Sous les ombres de cette croix de marbre, unie, moins tai- llée par le fer que creusée par d'abondantes larmes. Ettoi? Julio. En las penas, sujeto á los contrastes del viento y al furor de las ondas del Océano de la vida. Jules. Dans les peines des coups de vents et á la fureur des va- gues de l'océan de la vie. Raúl. ¿Y tu esperanza? — ij5 — Raoul. Et tou esperance? Judio. El sombrío sudario de la muerte sobre esta tier- ra llena de delicias! Jules. Le sombre linceul de la mort, sur cette terre pleine de dé- lices! Raid. Y la luz de la razón? Raoul. Et la lumiére de la raison? Julio. Luz de estrella. Jules. Lumiére d'étoile. Raúl. Sí: la estrella de la mañana. Raoul. Oui: l'étoile du matin. Julio. No: una estrella de la noche. Jules. Non: une étoile de la nuit. Raúl. De la noche? Raoul. De la nuit? Julio. Una pequeñísima estrella: la estrella de los des- graciados. Jules. Une petite étoile: l'étoile des malheureux. ¡Ay de mí! Helas! ¡Ay de mí! Helas! — 256 — Raúl. Raoul. El Eco. Echo. Julio. ¡Ay de mí! Sonido devuelto por el eco como la respuesta del mundo á mi pesar, igual respuesta co- mo de eco ignorante, sin pensamiento y sin dolor, y muchas veces tardío. Jules. Helas! Son renvoyé par 1' echo comme réponse du monde á mes chagrins; réponse égale d'un echo ignorant sans pensée et sans douleur et quelque fois tardif. Rmil. ¡Locura! ¡Locura! Raoul. Folie! Folie! Julio. La locura de la verdad. Jules. La folie de la vérité! Fin. Mostráronse satisfechos los concurrentes; si fué de verdad ó de mentira, nadie lo puede ya saber. Moura Coutinho de Andrade, siguiendo su tur- no, leyó después de Doña Aldonza la balada Dentro de las sombras de ¡a floresta, como aquí se verá: — *57 — Leandro. ¡Oh noche, toda con una hermosa claridad de lu- na; cuan deliciosísima para el vehemente dolor de mi alma! Heme aquí cerca del rio, con la cabeza sobre una piedra fria y el cuerpo sobre la dura tierra, olvi- dado de Dios y de los hombres, sin tranquilo sueño; pero con sueños terribles. ¡Oh marchitas rosas del mejor rosal del cercano si- tio poblado de ellos; flores primera gala de la prima- vera, risa de la aurora, efímera lisonja del dia! Ayer en cada una de vosotras una esperanza y hoy... hoy... todo triste, todo desconsolado para mí. ¿Y mi fiel caballo? Allá abajo, fatigado del camino, medio muer- to, junto á aquella abertura de la tierra con el agua de la lluvia á manera de riachuelo, después de una tem- pestad tremenda. ¡Cómo! En esta hora el canto del ruiseñor y en el silencio de la noche? ¡Oh! qué recuerdos de aquel ángel! Sí: ese canto semejante á los ayes de aquella dulce virgen, delicada imagen de la más perfecta her- mosura en los instantes de su muerte. Sin vos y sin mí ¿para qué el mundo? ¿Para qué la vida? Deseos vehementes de mi bien en esta ausen- cia, de mi bien ya junto al trono del amor y de la magestad de Dios, ¿por qué todavía aquí en la me- moria? No, no más. ¡Oh ribera, teatro de la muer- te suya y mia! ¡Oh campo! ¡Oh valle de mi sepul- tura y de la suya y de nuestros amores... adiós para — 2S8 — siempre! Y tú noche, con las alas de tu profundo sosiego, adiós... adiós...! Leandro. ¡O noite toda com hum bello luar (') ainda deliciosísima pe- ra rainha magoaW ! Eisme aquí, perto do rio sobre huma pedra fria e o corpo sobre a (3) dura térra, esquecido de Déos e os homes sem tranquillo sonó, U) mas (5) con sonhos terriveis. ¡O murchas rosas damelhor roseirado rosal (é) vizinho, pri- meira gala da primavera, riso da aurora, lisonja efímera do dia, hontem em cada huma de vosotras huma esperanza é ho- je... hoje... tudo (7) desconsolado pera mim. ¿E o meu (8) fiel ca- vallo? Lá abaixo fatigado do caminho, meyo morto, junto a aquella rigueira (9)depois de huma tremenda tempestade. (i) Luar en portugués "claridad de la luna." Nosotros decimos: "A la luz de la luna" y los portugueses Ao luar. Nos falta esta palabra. (2) Los portugueses tienen como nosotros las palabras aflicción, angustia, con- goja, etc., para el dolor del alma; pero cuentan con una más expresiva Magoa y con los verbos magoar y magoarse, palabras que llevan fuerza aumentativa dolor sumo, acerbísimo, etc. (3) Siguen en esto enteramente los portugueses el dialecto de los dónanos ó do- rios, diciendo a en vez de la y as en lugar de las, etc., efectos de la influencia griega en la península sobre el lenguaje y desde antiguos tiempos. (4) Nótese que en portugués sonó ó somnio es el acto de dormir y sonho el con- junto de las imágenes formadas por la fantasía, cuando se duerme. En español sue- ño significa ambas cosas: á la segunda en lo antiguo se llamaba dormimienlo. El som- nus latino y el somnium. (5) Nosotros tenemos la voz twíucomo adverbio y como conjunción. Los portu- gueses para lo primero tienen la palabra mais y para lo segundo mas. Como en este ejemplo: o mais triste dos homes, mas hoje o mais alegre. (6) En portugués rosa es la flor, roseira la planta y rosal el sitio poblado de es- tas. Rosal en español es el arbusto. (7) Tudo en portugués se usa en significación neutra de todo. Nosotros no te- nemos más que la palabra todo: nuestros vecinos lo lo y tudo. (8) Grecismo, como los españoles decimos arcaicamente con Boscan: "Que tiembla y se entorpece la mi mano, ó con el romancero. "¿Dó los mis amores?" (9) Rigueira en portugués, abertura de la tierra por donde corre el agua de la rjhivi» i modo de riachuelo. Aseméjase á la voz riguelo diminutivo de rio, usada por — 159 — Como! ¿em esta hora o canto do roixinol no silencio da noite? ¡O que lembrancas do aquelle anjo! ¡Sim: esse canto semelhante a os ais da doce dama (0 delicada imagen da maior lindeza (2) nos instantes de sua morte. Sem vos e sem mim ¿pera qué o mundo? Pera qué a vida? Saudades (j) de meu bem já perto ao trono do amor e da ma- jestade de Déos ¿porque ainda aqui na memoria? No, no mais. ¡O ribeira, teatro de sua e minha morte! ¡O valle! ¡O campo de sua e minha sepultura e nossos amores, á Déos para sem- pre! E tú, noite, com as azas de teu profundo socego...adeos> adeos! el Padre Guadix (vocab. M. S.) pero no se refiere por si al arroyieo formado de las aguas llovedizas. (i) También significa virgen en portugués." (2) Lindeza en portugués "belleza exquisita, agradabilísima", etc. Los italianos dicen lir.dezza y ¡indura por gentileza, elegancia y pulcritud. Lindo se llama en cas- tellano al ó á lo que tiene estas circunstancias é irónicamente á lo contrario. La voz lindeza se usa en sentido de dicho gracioso ú oportuno especialmente contra al- guien, como en esta frase. "Y Fulano dijo lindezas de Zutano." (3) Voz exclusivamente portuguesa sin tener otra equivalente en los demás idiomas. El Padre Guadix en su vocabulario (MS.) escribe que en algunas partes de España se dice "vino la ctudda á Fulano," que en el árabe que hablaban los moros de la península equivale á la negra, i la melancolía. Hay, pues, alguna afinidad, alguna y no más entre ceudda y saudade, en cuanto al significado y forma de la pa- labra. Según Souza Macedo en su libro Flora de España y Portugal, se explica por el tierno afecto en el apartamiento de lo que se quiere, deseando vivamente su presencia. Otros creen que sólo significa deseo vehemente. En el Tractado das signiji- eacoes das plantas 8cc. da Sagrada Escriptura pello Padre Fr. Isidoro de Barreira (Lisboa 1627) se dice: "Se a Cessem (azucena), aparuda de sua raíz, nam deixa de tancar flores, assi o que tem amor ausente e apartado do bem que ama nam deixa de amar e florecer ñas lembrancas que sempre tem vivas, de que proceden as saudades." Don Francisco Manuel de Meló en su Poesías castellanas pone un romance corto con el titulo de Saudades, que dedicó á una pastora que se ausentaba y en que se expresa bien su significado: Muera yo con quien vivo; muera, no viva ausente; vivir acá no es vida, morir allá no es muerte. Fray Manuel Govea en sus Sermones (Lisboa 1729) escribe: "dizem os que mais anuo, se be maior pena á saudade de quem parte, se á pena e á saudade de quem íca. . . E mayor o sentimento de quem ha deixado, que o sentimento de quem deixa." — 260 — Elvira. ¡Qué lamento! Aquí un hombre? ¡Oh Leandro! Con los ojos cerrados! ¡Ay mísera de mí! ¡Muerto tú, muerto! Muerto no: vivo todavía junto á la corriente de las aguas, en su rostro el color de sus dolores, herido sin duda por el golpe de una caí- da. ¿A dónde, amigo mió? Un beso en mis labios por otros tan dulces como la más delicada pluma de la avecilla, Elbira. Qué lamento! Hum homem aquí! ¡O Leandro! com os olhos fechados! Ai miseravel de mim! ¡Morto; tú morto! Mor- to no: vivo ainda, junto á corrente das agoas, em tuo rosto a cor de teus dores, ferido ao golpe de huma queda sem duvi- da. ¿Aonde, meu amado? Hum beijo en meus labios por ou- tros doces como ofrouxel. (O Leandro. ¡Sueño de amor! ¡Felicidad adorable! Leandro. ¡Sonho de amor! ¡Felicidade adoravel! Elvira. ¡Animo, Leandro! Elbira. ¡Animo Leandro! Leandro. ¡Oh! qué dichoso sueño! Leandro. O qué ditoso sonho! (i) Frouxel en portugués, la pluma más pequeña y más blanda 6 delicada de las aves. — 161 — Elvira. Sí, herido tú! Tu madeja de hermosos cabellos teñidos en sangre! Ahora, pues, á ese rio de impe- tuosa corriente con esta concha por gotas como perlas para tu herida con las de mis lágrimas, y los ojos y las esperanzas en la misericordia del cielo. Elbira. Sim, feridotú! Tua madeixa de cabellos formososW tintos en sangue! Agora, pois... a ese rio de impetuosa corrente com esta concha per gotas como perolas para tua ferida com as de minhas lagrimas e os olhos e as esperanzas na misericordia do ceo. Leandro. ¿Por qué este nuevo dolor y sentimiento? Leandro. ¿Por que ista nova dor e sentimento? Elvira. Animo, sí, al soplo de mis suspiros, llama de amor para tu vida, fuego al deseo. Elbira. Animo, sim, ao soprode meus suspiros, chama de amor pe- ra tua vida, fogo ao desejo. (i) Los españoles en lo antiguo conservaron la / en el principio de las voces que la tenían en su raíz latina; pero no se por que afinidad la han convertido en h, como áefilium , fijo y hoy hijo, de faceré, fazer y hacer, ftrirt, ferir y herir. Sólo se re- tiene esta costumbre en algunas pocas palabras como fecha, fechoría, fiel dt fechos, fecho, en determinados casos, etc. Este cambio de letra no ha sido absolutamente, que no decimos hortuna por fortuna, ni ¿mor por favor. Los italianos observan el origen, asi como los portugue- ses. Estos últimos dicen fermota y no hermosa, fermosura y no hermosura, facenia y no hacienda. En voces propias noto que los portugueses usan de pilar ó falar, que en lo antiguo decíamos fablar y hoy hablar, favtllare en italiano ó parlare, y en francés parlar. — 26a — Leandro. Tú, Elvira, tú? Y tu muerte? Pero no... fantas- ma de mi amada, y en mis oidos tus ayes de muer- te convertidos en cantos del ruiseñor por aquí y por allí en esos ramos de limoneros y naranjos! Leandro. ¿Tú, Elbira, tú? E tua morte? Mas no... fantasma de minha amada, e em meus ouvidos teus ais de morte, convertidos em cantos do roixinol la e ca per issos ramos de limoeiros e la- rangeiras! Elvira. Engaño de tus soledades, llenas de tiernos deseos por mi presencia y de la insensata pasión mezcla de cariño y odio por sospechas en la lealtad de mi amor, eter- no como Dios y sencillo como el don de la niña á su madre en el diadel nacimiento de Cristo. Elbira. Engaño de tuas saudosas M soledades e do insensato ciume por sospeitas na lealdade de meu amor, eterno como Déos e singello como o mimo da menina á sua mai no natal. Leandro. ¡Apasionamientos entre odio y amor! De ningún modo. Con una sola lágrima tuya, ¿qué mayor con- fianza ó seguridad? Yo siempre más cuidadoso de tu honra que del deseo de mi pena. Pero... la no- ticia de tu muerte? (t) S nudoso, adjetivo que encierra toda la fuerza de la significación del sustan- tivo, esto es, que tiene 6 ¡leva saudades. - .63 - Leandro. jCinmal M Por nenhun cazo. Com huma só(*) lagrima tua ¿que mor seguranza? Eu sempre mas atento á honra tua que ao desejo de minha pena. Mas a noticia de tua morte? Elvira. Falsa noticia de ocultos enemigos tuyos. Perdón para ellos. Sus Leandro mió! Hé aquí el premio de tus me- recimientos. Una delicadísima corona de siemprevi- vas y de jazmines delicadísimos emblemas de mi amor y de mi vida. ülbir a. Xoticia falsa deoccultosimigos teus. Perdáo para elles. ¡Sus! Leandro meu. Eis-o-aqui ó premio de teus mereci- mentos. Huma coroa de perpetuas e mimosos WjazmisU) em- blemas de meu amor e minha vida. (i) Ciume, voz portugués» que no se puede expresar bien por otra española en el sentido del texto. Ciumt en ocasiones se toma en portugués por envidia ó por tmulacion; pero en este coloquio se usa en su significación principal, que es en la de una pasión mudada con amor y odio. El citado Padre Barreira dice lo que traduzco. "El ctlo es un fervor vehemente acompañado de un fuerte deseo de volver por la honra de la cosa amada con lo cual crece la mayor perfección, no tolerando ver de- fecto en ella, pero los ciumes son unas inquietudes ó Ímpetus de amor vehemente, nacidos de algunas sospechas de injurias que se hace por la misma persona que los padece con deseo de tomar venganza del adversario." (z) Só se aplica i lo que está sin compañía y en la significación de solo y de so- la. Somente se dice en portugués por solamente. Los portugueses en las palabras de origen latino han acostumbrado á reducir a una silaba muchas: como de pulvis fó, de mulus mu, de mola m¿, de nodus nó, de nudus nuda, nu y nua, de pater pai, de pila/*a, de rana rd, de tela tea, de tonus lom, de aer ar, etc. (3) Mimoso en portugués es un adjetivo que se usa no en sentido de burla, sino basta en el estilo poético y en recta significación de muy delicado 6 que te tratas é merece tratarse con mucha delicadeza. (4) Jazmies 6 jatmis I.os españoles de alelí decimos alelíes y de rubí, rubíes. Sin embargo, nuestro Sepúlveda en sus romances, dijo: "Rubis y diamantes finos." Extiéndese esto i mucho mis; pues los portugueses dicen: "As couzas mais vis do mundo" por viles. — 264. — Leandro. ¡Oh alborozo de las esperanzas! ¡Oh Elvira siem- pre adorada y siempre de mí y del alma mia queri- da! Oh niñas de tus lindos ojos del color del zafiro! Pronto á la ermita de los Dolores gozosos de Nuestra Señora. ¡Gracias á la madre de Dios! ¿Qué mayor dicha, qué gloria mayor en la posesión de todo bien, con ausencia de todo mal? Leandro. O alvoroco das esperanzas! O Elbira sempre adorada, e sem- pre de mim e de minha alma querida! O meninas de teus lindos olhos da cor da safira! Presto, a eremida de Nossa Senhora dos Praceres (0 ¡Gracas á Madre de Déos! ¿Qué maior dita, que maior gloria ja em posse de todo bem com ausencia de todo mal? Elvira. Un momento, por piedad. ¡Qué dolor grande so- bre todos! Elbira. Hum momento por piedade! Que dor sobre todas grande! Leandro. ¡Oh Elvira mia, como queridísima y delicada flor cadente y desmayada de puro sensible! Debajo de (1) Nossa Sra. dos Praceres, titulo en portugués de lo que en España llamárnoslos dolores gozosos de Ntra. Sra. En Portugal se celebra esta fiesta en el tiempo de la pas- cua de Resurrección. En Lisboa hay un cementerio llamado dos Praceres, nombre que será por este titulo de Ntra. Sra. En España es la fiesta en uno de los Do- mingos de Setiembre (el 3.0) La voz procer no se usa en portugués como término náutico. Parcel y pareéis en portugués, banco ó bancos de piedra bajo el mar y de aquí mar esparcelado. Nosotros llamamos á estos placer y placeres. — 265 — un lozano árbol y sobre la menuda arena, trocada la soledad en patria, con un aura regalada por sua- ves y olorosas flores del cercano vergel, de rodillas tu y y°j ¡salud á DÍ05! ¡Púrpura de la aurora en las cumbres de los montes, flores y aves, alegrías del prado, suspirillos del céfiro, bendito el sereno dia! Leandro. ¡O Elbira minha como boyuna cadente e de sentida desma- yada! Debabeo de huma arvore pomposa e sobre á miuda área, feita da soledade patria, con huma aura regalada por suaves é cheirosas flores do vergel vizinho, de joellos tu e eu, (0 ¡saudacao á Déos! ¡Purpura da aurora nos cumes dos montes, flores e aves, alegrías do prado, suspirinhos do zephi- ro, ¡bento o sereno dia! Elvira. El dia de hoy. Elbira. O dia de hoje. (2) Leandro. Bendito, sí: á los arrullos de la compasiva palo- ma con correspondiente y misteriosa simpatía; pa- loma de variedad de colores todos resplandecientes como el oro. Vagabunda aura ligera, de dulzura in- decible entre las blancas rosas con algunas hojas car- mesíes, como enamoradas de otras vecinas del mis- (1) Los italianos dicen ¡o con el acento en la i como los de Beoda. Eu los por- tugueses pronunciándolo como el diptongo eu griego. (2) Los españoles nos acercamos mis i la pronunciación griega que á la latina. Decimos o¡ como los griegos sin convenir el diptongo en oe cual los romanos. Convertimos si el hodie latino en hoy, asi como los portugueses conservan mis el orí- gen mismo latino en boje, aunque queriéndose combinar en una palabra los dip- tongos de esta lengua y de la griega bo'e. — 266 — mo color: ¡silencio por un instante, el instante de mi felicidad en la floresta! Leandro. Bento sim : aos temos arrulhos da maviosa pomba com res- pondente e mysteriosa sympatía, pomba de diversidade de cores todas resplandecentes como ou ouro. Vagabonda aura ligeira de indecile docura entre as brancas rosas con alghumas folhas carmesis, como namoradas de outras vizinhas da mes- ma cor, silencio per hum so instante; o instante da minha fe- licidade na floresta. Elvira. No: en la floresta no. Elbira. Nom : na floresta no. Leandro. Sí, Elvira mia. Dentro de las sombras de la flo- resta. Leandro. Sim, Elbira minha: dentro das sombras da floresta. Fin. — 267 — Llegó su turno al caballero italiano, el cual leyó lo siguiente: LA PIl DOLCE PREGHIERA.O LA MAS DULCE ORACIÓN. Virginia. ¡Oh esperanza tantísimas veces infiel y adulado- ra! ¿A dónde errantes fantasmas de los pensamien- tos mios? De lo sumo á lo ínfimo de mis dolores, de mis afanes por la lejana separación de tí, bien mió, vida de mi vida, deseado esposo, siempre con dulzura en el alma y el amor en los labios. ¡Ay in- feliz de mí! Todo el poder de la fortuna en mi contra! (i) Llamóse la lengua italiana li ngua volgare. Jerónimo Mu zioe 11 Le halague, fcc. (Venezia i$82) la llama Jolcissima. "Questa dolcissima nostra e itálica lingua." Giuseppe Malatesta en su libro Della nuova poesía, overo dille dijese del Furioso (Ve- rona 1 589) introduce un personage que pregunta, hablando de la lengua italiana, "dove siano queste voci, piene di maestd i di grandezza" ... in questo idioma che al- tro non ha che facilita i dolcezza... Questa lingua non possa ser piú dolce di quello che é."— "Pcrgli accenti diceva Quintiliano che la lingua greca era piú dolce che la latina é per questi medessimi la lingua volgare viene ad esser piú dolce che la grt- ca qual pur era dolcissima." Nótase que uno de los motivos de la gran dulzura de este idioma es terminar las mis de las palabras en vocales. "Onde risulta alie ore- cchie di chi ode nom mediocre dolcezza e soaviti, id che nom intravien gia nel lati- no che terminando in consonanti e per lo piú in m, in s ó in r, che fra tutte l'al- tre son di fastidiosissimo suono, s'allontana infinitamente da ogni dolcezza. "A esto añade la siguiente observación: "Puo fácilmente ridurre la maggior parte delle parole a desinenza di consonante, solo chic i chi scrive nom incresca di collider 1' ultime lettere dicendo per valore valor, per huomo huom, per suono suon, e coal dell'altre, poi che tra le bellczze del nostro idioma questa mi * pamta aempre non» picciola." — 268 — Virginia. |0 speme assaissime volte adulatrice e infida! ¿Dove fan- tasme erranti di miei pensieri? Dal sommo all' imo di miei dolori, di miei affanni per la lontananza di te, mió bene, vita della vita mia, sposo desiderato, sempre con dolcezza in alma e su le labra amore. ¡O me infelice! (0 tutta la potestá della fortuna contro di me! Leticia. ¡Oh inexplicables angustias! ¿Tú, con el aspecto y el pavor de la muerte; tú cubierta con un tan tu- pido velo? A qué tantas lágrimas, suspiros tantos, herido el corazón, atribulada la mente, con gemido por canto, como tórtola en ramo de árbol sobre las corrientes del agua? (i) ¡Infeliz de mi! podemo* decir asi como ¡Infeliz yo! por más que sea lo usual aplicar á lo que denota adversidad el de mi, como triste, desgraciado de mi! Sin em- bargo, Cervantes en el Quijote (aventura de los Yangueses) dice: "pues á tenerla yo aqui ¡desgraciado yo! ¿Qué nos faltaba?" Alarcon en la Manganilla deMclilla escribe: ¡Triste yo! en la vil contienda me ha cogido el general. Cuando se trata de exclamación de alegría, se dice no ¡feliz de mi! sino ¡feliz yo! Ei vocativo del pronombre yo, es igual al nominativo, por más que no sea corriente creer que lo tiene en español, y si solamente el griego y el latin, éste en termi- nación del acusativo y aquel en el del genitivo. Los italianos usan el o me o me, y el o noi ó noi como los franceses o que je suis y o que nous sommes. Un poeta nuestro del siglo XVII decia: Pues cómo ¡oh ciego! con tan grave carga de angustias y tormentos desiguales no tiemblo, no me entiendo ni me espanto? Loco debo de ser, pues no soy santo. Donde el pronombre yo en vocativo vá implicito en ¡oh ciego! ¡oh yo ciego! Oh qué mozo yo para estas cosas! es frase que lleva el vocativo yo, como en esta ¡oh yo el más desgraciado de los mortales! ¿que hacer en tal conflicto? Según se vé en esto nos separamos enteramente de los demás idiomas. — 269 — Leticia. ¡O angoscie inesplicabili! ¿Tú con 1' aspetto e la paura della morte? Tú coperta con si túrbido vel? A' che tante lagrime, tanti sospiri, ferita il core, atribolatta la mente, con gemito per canto, como tortora in ramo d'albero sopra i correnti dell' aqua? Virginia. ¡Oh tantos y así tremendos dolores! Heme aquí, Leticia, sin aura alegre de esperanza en este lugar tan desdichado, en la rubia arena de la encorvada ribera del rio, desde la mañana á la noche por la suspirada vuelta del esposo mió. ¿Dónde la vela blanca de su nave? Violetas pálidas, antiguos oli- vos, olivo renaciente, deleitosos prados, palmas er- guidas y feraces, no conocidas y bellísimas flores, pequeño mirto, retama humilde, tiernas rosas aún cerradas, cantos del ruiseñor sobre la verde altura, oh tierra no visitada por el arado! heme aquí, eter- namente perseguida de innumerables males, des- tituida de todo consuelo y odiada hasta por mí misma. Virginia. ¡O tanti ed si tremendi dolori! Eccomi qui, Leticia, senza aura giocondadi speranza in questo tan male awenturato luo- go, sulle bionde arena nella curva riva del fiume, dalla mati- natta alia sera per il sospirato ritorno del mió sposo. ¿Dove della sua nave la vela bianca? Viole pallide, vechie olive, oli- va ri nascente, dilettevole prati, palme altere e feraci, sconos- ciute fiori e bellissirne, basso mirto, ginestra humile, rose te- nere ancora chiuse, canti di usignol su verde cime, o térra non visitata del aratro, eccomi qui, si, perseguita da mali in- numerabili, destituía da ogni consolatione e in odio a me stessa. (0 Leticia. !Oh Dios! ¡Qué dura pena! Lejos de tí los tremen- dos suspiros, los mal interrumpidos lamentos, la profunda languidez y las palpitaciones mortales. ¿Có- mo? ?Eljardin del amor trocado en selva? ¿Porqué llena de dolor? Por aquellas lágrimas, por la mages- tuosa beldad de esos tus ojos, por la antigua é in- violable amistad nuestra, paz un momento al alma... Pero ¡ay de mí! Aquí una tumba, y sobre el mármol el patíbulo santo de la Cruz, el leño de la vida y del amor de Dios, adornado en forma de guirnalda con una diadema de lirios. Leticia. O Dio! ¡Che dura pena! Lungi da te i tremanti sospiri e (i) Los italianos tienen como pronombres de igual significación las voces slesso y medessimo (el ipse y el idem latinos). // hosco istesso: il fiume medessimo. El medessi- mo se junta también al adverbio indeclinablemente como Ivi medessimo En francés meme 6 mesme, pronombre como en portugués mismo ó mesma. En español se tuvo por tal pronombre. Algunos han creído que es una partí- cula que se junta y aplica para mayor énfasis con los pronombres y que no signifi- ca otra cosa que la partícula mel de los latinos. Nebrija por mismo pone en equi- valencia ipsemet . Los franceses á semejanza de los griegos en voz análoga lo usan con todos los pronombres. Con los adverbios usamos mismo en terminación mas- culina como Ahora mismo, ayer mismo, anoche mismo y al aplicarlo á ciudades segui- mos igual forma como los italianos. In Firenze medessimo, en Sevilla, en Valencia, en Cádiz mismo. Desde el siglo XVI, según he observado, se usó del adjetivo propio en equiva- lencia del mismo, como yo propio, tú propio, pero con menos libertad ó extensión. Parece tener más fuerza que mismo y que se acerca al autotatos de los griegos y al ipsisimus de los latinos. Los italianos lo usan también como en dall odio propio. Hoy entre nosotros tiene todas las condiciones de un adjetivo y hasta familiar- mente lo usamos como superlativo en Fulano es el mismísimo demoiio. — 37' — male interrote lamenti, le languidezze profonde, i palpiti di morti. ¿Come? ¿II giardino dell'amor mutato in selva? ¿Per- che addolorata? Per quelle lagrime, per la maestosa beltá de gl'occhi tuoi, per la antica e inviolabil amicitia riostra, pace un momento all'anima... Ma ahime! che sinistro pensiero? Una tomba qui e sopra il marmo il patibolo santo della ero- ce, il legno della vita e dell'amore di Dio, inghirlandato con diadema di glili? Virginia. ¡Oh desdicha, en tantas ocasiones prevista por mí! ¡Socorro, socorro, ángel del dolor! ¡En la ribera del Guadalquivir un sepulcro, el sepulcro, ¡desventurada de mí! del amado de mis entrañas! ¿Muerto mi ama- do y cerradas al llanto mis pupilas? Y despojada por siempre, despojada de sus dulces palabras y lejos de su presencia? Virginia. ¡O sventura tante volte da me preveduta. ¡Aita! ¡aitn.'W Angello del dolore! ¡in riva al Guadalquivir un sepolcro, dis- graciata me! del mió sviscerato amore! Morto il mió diletto ¿e chiuse al' pianto le pupille miei? E prive, per sempre pri- ve de suoi dolci ragionamenti e lontana della sua presenza? (i) Di ce se anco loda [lode) e lodo, dorruniia domando, scrito e scrit/.i, Itmpo e lampa, chios/ro e cliios/ra, olit